¡Seguridad, por favor!
Uno de los problemas seculares en los últimos tiempos, que se ha agudizado, es la seguridad ciudadana. Un fenómeno que nos afecta de modo transversal y democrático, es decir, sin distinción de raza, credo o posición social.
La inseguridad en las calles es una de las características de nuestra ciudad, pero también de nuestro país. Todos los días vemos y escuchamos noticias sobre crímenes y delitos, muchos hemos sido alguna vez víctimas de esta ola de delincuencia que convierte a nuestra ciudad y a nuestro país en un lugar poco recomendable para vivir. Esto se puede ver desde los escaperos de ciertas zonas de Lima, los marcas, aquellos que hacen “mudanzas”, por así decir, los estafadores por teléfono, los ladrones de autos, equipos y un sinfín de modalidades que tardaríamos en enumerar.
No podemos desconocer que la criminalidad es problemática en ciudades grandes como Miami o Detroit, en EE.UU., con tasas tres veces más altas que el promedio nacional (Danielle Kurtzleben en US News, Yahoo News el 18/2/2011).
Pero el problema de Lima es que no sólo los delitos han aumentado su incidencia, en vez de disminuir con el supuesto aumento de la prosperidad económica, y según el gobierno, reducción significativa de la pobreza. Contrariamente, en los últimos años la criminalidad ha incrementado su presencia y violencia. Si antes los ladrones se contentaban con sacarle a uno la billetera subrepticiamente, hoy nadie está libre de una paliza, un tajo o una agresión sexual, y delitos como el narcotráfico, la extorsión en el norte, el contrabando, las clonaciones de tarjeta de crédito y también la execrable trata de personas con fines sexuales, esclavizante y mendaz, se ha incrementado escandalosa y peligrosamente. Y también las violaciones y la pedofilia.
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