El sonido del silencio
A medida que avanzan las investigaciones sobre el caso de Odebrecht y demás empresas brasileñas, resulta impresionante escuchar a muchos que no se dan cuenta aún que este no es otro caso de corrupción más, sino una crisis de magnitudes cataclísmicas.
En efecto, si la estructura de un país se ubicara como objetos en una estantería, la de nuestro país pasaría del tambaleo a su caída estrepitosa, pero para muchos adláteres del sistema, es el sonido del silencio, cuando, en realidad, el escándalo “Lava jato” no sólo ha provocado la caída, casi definitiva, de autoridades e instituciones, sino de un tejido estatal, político, económico y empresarial que no funciona.
Como lo adelantó el periodista Plinio Esquinarila en nuestra “Cortina” hace unos meses, este era un destape anunciado, que durante muchos meses se intentó frenar y mediatizar.
Ahora que vamos conociendo los hechos, y que probablemente traigan como consecuencia no sólo el fin de una dirigencia política mayoritariamente ineficaz y corrupta, sino también de un empresariado mercantilista, que se ha valido de su poder para enriquecerse ilícitamente, limitando a emprendedores honestos y compañías que quieren hacer bien las cosas. Y un Estado maximalista en sus pretensiones y minimalista en sus logros.
Ha caído también la credibilidad de entes vinculados a la academia, que por lo demás han proveido de cuadros, varios de ellos mediocres, a nuestro Estado.
Un importante sector de la prensa se ha desacreditado por tratar con tibieza y corrección política los problemas de coyuntura, comenzando por el escándalo de las firmas falsas de Perú Posible del ahora prófugo ex presidente Alejandro Toledo. Cuando ocurrió el caso, para ellos todo era obra del fujiaprismo, montesinismo, y todo ese léxico que ha servido únicamente para confundir a la ciudadanía. Medios que no han tenido empacho, y que ridiculizaron, en su momento, a la oposición a ese gobierno.
Después que se conoció el caso Ecoteva, y mientras mucha prensa despertó, los alfiles del expresidente hablaban de una teoría de la conspiración. En general, el sistema se ha sostenido con una prensa de alfombra roja, aún con programas de pseudo humor, que fungieron como su brazo de extensión. Ahora recién algunos tratan de desmarcarse de los hechos y de ciertas prácticas.
El país tiene una oportunidad histórica-una más- de reestructurarse con cambios radicales en sus instituciones, política, gremios y medios. Los ciudadanos deberíamos dejar de hablar a media voz, y exigir en prensa, calles, plazas y en cuanta plataforma haya, la investigación y sanción de estos hechos. Y si para eso es necesario establecer responsabilidades políticas y penales, hay que hacerlo. Salvo que pensemos en proteger a las personas- empezando por el presidente y el primer ministro- antes que en una verdadera democracia y un auténtico Estado de derecho.
Felizmente, algunos periodistas y líderes de opinión han empezado a alzar su voz, para cambiar el status quo y lograr que el sonido del silencio que sólo escuchan los aúlicos de un sistema fallido- se haga cada vez más fuerte, que demande y promueva el cambio radical que necesita nuestro país.