< Detras de la cortina

Rock, camaleón y Luna hiena

Hace meses asistimos a una presentación, así es que el sábado, entre dudas y certezas, como diría un expresidente, fuimos a un local en Barranco, tradicional refugio de bandas locales. De conocidas y desconocidas, de las buenas y de las otras.

El lugar elegido fue el Lion’s Head Pub, frente a la Plaza de Armas, pero antes de ir pasamos por un bar, bueno, de alguna manera hay que llamarlo, y nos tomamos una cerveza, mientras escuchábamos una rockola y colocábamos Megadeth, Morrissey, A Flock of seagulls, y Gustavo Cerati. Así de eclécticos somos.

Alrededor de las 11: 30 llegamos al local. Era un sitio acogedor, bien decorado, con pantallas de televisión, y una mesa de billas atrás. El sitio estaba lleno, y de pronto empezó el espectáculo-la banda se denominaba “Luna hiena”- conformada por Ricardo Rodríguez en la primera voz, Ricardo Zárate, Hugo Ortíz, y Guillermo Gutarra- con los clásicos acordes de Heroes, una de nuestras canciones favoritas, del gran David Bowie.

Cuando no terminábamos salir de nuestro asombro y gratamente complacidos, el vocalista comenzó a cantar “The first of the die to gang to die” de Morrissey, una de las mejores del ex Smiths.

A todo esto, la gente estaba entusiasmada, y continuó con “Running down a dream”, de Tom Petty, del celebérrimo Full moon fever, que contiene I Won’t back down, entre otros.

Mientras degustábamos nuestro vodka, sonó “Message in the bottle”, de épocas escolares. No olvidar que la mejor de The Police, o el clásico, si se ve así, es “Every breath of take”, de quien el propio Gordon Summers (Sting) ha afirmado que no es un poema, sino un relato de acoso, lo cual se desprende al escuchar la letra.

Después vino “Every body wants to rule the world”, de esa banda ochentera y promedio que es Tears for fears, el dúo de Ronald Orzábal de la Quintana, y Kurt Smith. Orzábal es argentino, e hijo de un diplomático.

Posteriormente vendría “Sultanes del swing” de Dire Straits (hubiéramos preferido “Twisting by the pool”), pero bueno, no era nuestra fiesta, The Cure", con ese fabuloso “Close to me”, con influencia del jazz, el primer éxito comercial del grupo de Robert Smith.

Luego sonó “I Miss you”, de los Stones, su hit setentero. Para esto, Richi, el vocalista, era una suerte de camaleón barranquino, intentaba hacer que las voces sean iguales. Y aunque no eran de nuestro completo gusto todas las melodías escogidas, algunas voces le salían redondas, como la de Mark Knopfler.

Nosotros mirábamos con atención, la gente sacaba sus cámaras, y cantaba. Posteriormente vino Queen por partida doble, o triple, destacando “Under pressure”.

Al rato tocaría “Hotel california”, melodía setentera, y supuestamente diabólica. Otros dicen que es una suerte de oda a la cocaína, pero eso sólo lo sabe Glenn Frey, su vocalista, quien falleció hace algún tiempo.

El espectáculo continuó al ritmo de los pesados e inconfundibles acordes de “Whole lotta love” de Led Zeppelin, con el cantante imitando los alaridos de Robert Plant, y la banda, de estupenda ejecución, hay que decirlo.

También sonó en un aire ochentero y re-tocado “Summer of 69”, del fotógrafo y músico de Bryan Adams. Aquí fue cuando una dama del respetable fue invitada a cantar.

Extrañamos escuchar The Doors, Los Beatles, Elvis Costello, Black Sabbath, o Talking heads. Pero bueno, de gustos y colores, no han escrito los cantautores...

Era bastante tarde cuando culminó el show con el “Último tren a Londres”, el emblemático tema de Electric Light Orchestra, el grupo de Jeff Lynne. Y en ese tren imaginario nos fuimos.

Fue una noche de rock, animada por un camaleón de voces, y con Luna hiena.