En la pasada campaña, como hemos manifestado, periodistas y ciudadanos andábamos preocupados por el rumbo que podría tomar un gobierno humalista.

Cuando recabábamos opinión con otros colegas y amigos, más de uno nos decía lo siguiente: "va a ser un gobierno absolutamente mediocre", "no se va a hacer problemas con nada ni con nadie, ni con la CONFIEP ni con el SUTEP, "el país está en piloto automático", "las inversiones van a seguir llegando"…

En los últimos años se ha recurrido a las fuerzas armadas para que apoyen las operaciones policiales contra el narcotráfico y el senderismo. Para algunos especialistas militares y legales, se trata de un rol que no les corresponde. Para otros, como el actual Ministerio de Defensa, Alberto Otárola, dicho rol está respaldado por la Constitución y la legislación vigente. Acerca  de este tema, "Detrás de la cortina" recoge la opinión del General EP (r) Andrés Acosta.

Ayer se confirmó que Antauro Humala ha sido trasladado a la Base Naval del Callao (considerado penal "de máxima seguridad") desde su cómoda estadía en Virgen de la Merced de Chorrillos.

El motivo que ha brindado el titular de Justicia, Juan Jiménez Mayor, es que tal decisión obedece a los constantes actos de indisciplina del reo Humala. Lo curioso es que el ministro habla de inconductas como si Antauro las hubiera podido cometer sin la anuencia o al menos la "vista gorda" de algunos funcionarios del Inpe.

Por más loco o díscolo que sea el "primer preso de la Nación", a ningún interno se le puede permitir tonterías o gollerías, como si fuera un integrante de la "Casa del Gran Hermano", salvo que haya corrupción de por medio.

En todo caso, ha hecho bien el Presidente de la República, finalmente y aunque con un innecesario retraso, en poner las cosas en su sitio. En realidad, los arrebatos de Antauro (o de "Centauro", su clon televisivo) son alimento típico del escandalete mediático y ello (guste o no) siempre tendrá su espacio; lo que no se podía pasar por alto es que Presidente, ministro y autoridades permitan un trato privilegiado y discriminador solo por tratarse del hermano del Jefe de Estado.

Desde niños, siempre vimos y optamos, preferentemente, por todo aquello que fuera natural: la comida y la ropa.

El adjetivo romántico, en el argot profano, desde que tengo uso de razón (y sabe Dios cuánto tiempo atrás) ha sido víctima de un envilecimiento tanto luctuoso como ampliamente arraigado. De modo que su verdadero significado, de connotaciones variadas, excelsas y sublimes, fue reemplazado por una versión distorsionada y simplificada a su mínima expresión. Así pues, el vulgo adjetiva con romántico a la película, persona o situación atiborrada de frases (hechas) de amor, demostraciones elocuentes de cariño y regalos o sorpresas que rozan con lo grandilocuente. La cursilería se encuentra dos escalones arriba y por debajo situaciones tibias, personas desapasionadas y películas faltas de esencia.

Si la derecha peruana, como tal, no ha sido capaz de formular una propuesta única y atractiva para el país, con movimientos y candidatos muy parecidos, la izquierda padece de desubicación crónica y casi patológica. Lo que ha ocurrido recientemente en el seno del gobierno no es nuevo.

Durante el gobierno velasquista, buena parte la izquierda aportó cuadros a la dictadura, y algunos dirigentes de base, pero también antropólogos, sociólogos, y abogados que buscaron darle sustrato a su farragosa ideología, que es - según propia confesión del autócrata venezolano - el ingrediente no tan secreto del chavismo.