Un gobierno errático
Pasado un año del gobierno humalista, es rescatable que por una u otra razón haya mantenido el modelo económico que le ha permitido al país reducir la pobreza y enfrentar mejor preparado el futuro, en particular en una situación de crisis económico-financiera internacional.
Del mismo modo, es positivo que en esa misma línea, se siga apostando y estableciendo como una política de estado la búsqueda de nuevos mercados para nuestros productos. También es positivo que el régimen, en términos generales, haya respetado las libertades políticas.
Sin embargo, mostrando rezagos populistas, el gobierno ha lanzado algunas iniciativas que podrían generar en el mediano plazo problemas económicos, como limitar la propiedad agraria, declarar de "necesidad nacional" la compra de algodón, en vez de mejorar las semillas, algo que no se hace desde la época de la nefasta reforma agraria velasquista, impulsar las empresas públicas, y hasta buscar limitar la ingesta de comida chatarra, invadiendo, incluso, funciones de los padres. Como si la comida chatarra que el estado autoriza producir y vender, fuera la única causante de problemas de salud, olvidándose del sedentarismo frente a la antigua caja boba (la T.V.) y la que podría ser la nueva (la computadora).
También consideramos negativo y especialmente grave el rumbo errático del gobierno en su manejo ya no de los conflictos sociales, sino de la violencia social. Primero apuesta por el diálogo, luego por la autoridad con el ex premier Valdés y ahora por el ministro Jiménez, acompañado de dos sacerdotes católicos. ¿Los poderes terrenales o políticos no le bastan?
Lo peor de todo es que la estrategia de hacerse el muertito es incierta, ya que Santos y compañía, que se han mostrado totalmente intransigentes, le han ganado tres pulseadas al presidente, con lo cual la situación se complica aún más. Y la minería y Cajamarca siguen afectadas. Recientemente, la agencia calificadora Moody’s ha mostrado su preocupación por la señal de inestabilidad que emite el país, a lo que el Ministro de Economía, Luis Castilla, respondió que es un hecho que indica "que hay que seguir trabajando”.
También está en cuestión el sector Educación, donde después de un año, la ministra presenta, de un momento a otro, un proyecto de ley que reemplaza a la ley de Carrera Pública Magisterial. Esto, al parecer, con la intención de amistarse con el SUTEP y sacarse de encima al más violentista y filosenderista CONARE, con lo que la titular del sector ha quedado en posición incómoda dentro del gabinete, especialmente cuando el Ministro de Trabajo y ahora el Premier Juan Jiménez han señalado que el SUTEP no va a participar en la evaluación de los docentes, uno de los puntos en cuestión.
Otro de los flancos débiles de la gestión del gobierno fue el Ministro Roncagliolo, cuya falta de discreción y tacto nos puso en ridículo en el caso del "Montrose Gate", o cuando mencionó algo sobre el poder de los medios de comunicación. Afortunadamente, el gobierno ha estado acertado en conformar un equipo competente de diplomáticos en nuestro litigio con Chile que se ventila en La Haya.
Mientras esto pasa, en la sociedad se ha instalado un humalismo de última hora, que consiste en conformarse con que el presidente no haya aplicado la “Gran transformación”. En general, no se plantean ni se reclaman con suficiente insistencia los cambios políticos y económicos que el país necesita. Nos conformamos con lo que tenemos, aún a sabiendas que no es suficiente.
Sobre el viraje del gobierno, quedará pues para los arcanos conocer cuán reales eran las afinidades, financiamientos y convicciones del presidente por el modelo chavista, los ingresos de su esposa y otros temas de los que nadie habla.
De cualquier forma, el humalismo ha ingresado al club de la política peruana, que supuestamente "se reserva el derecho de admisión", pero que en ocasiones admite a cualquiera que toque la puerta o su ventana (como este gobierno).
El Congreso, por su parte, se ha dedicado a investigar, con resultados discutibles, la gestión aprista, y esperamos el mismo entusiasmo para estudiar los casos que se presenten en este gobierno. La historia de la lista mixta en el Congreso para fiscalizar "desde dentro" la gestión del nuevo y enigmático presidente, Víctor Isla, no convence a nadie. Simplemente huele a prebendas.
En su segundo, maratónico y tedioso, mensaje a la nación, el presidente anunció su promesa de reducir la pobreza al 15%, pero no indicó cómo enfrentará el tema de seguridad, algo vital para lograr ese propósito, y un seguro oncológico que tendrá que detallar el ministro Castilla. Pero peor aún fue su iniciativa de incorporar el derecho al agua en la Constitución. ¡Como si los otros derechos que están contemplados en la Constitución se cumplieran! Que hablen los miles de ciudadanos en todo el país que carecen de agua potable y alcantarillado. Porque es el servicio público que peor funciona.
El mandatario también anunció la creación de la Escuela Nacional de Administración Pública, sin explicar exactamente qué iba a pasar con SERVIR.
Por otro lado, los cambios en el gabinete, el tercero en un año, no servirán de nada si no se acompañan con ideas claras y proyectos de reformas. Sólo serán cambios para que nada cambie.
El régimen humalista es un gobierno errático, que va de un lado a otro. Debe buscar un rumbo para él y para el país.