Un nacionalista en Nueva York
En lo que se considera su debut internacional, el presidente Ollanta Humala brindó su discurso en la Asamblea General de la ONU. Un acto que generó muchas expectativas, especialmente para los gobiernos y empresarios extranjeros, si tomamos en cuenta su auto-definición de “un gobierno de centro izquierda” que puede realizar alianzas con fuerzas de centro-derecha.
El discurso del mandatario no fue pues, flamígero, y antiimperialista, como lo fue, por ejemplo, el del ex presidente García del año 85. La mención al desbloqueo de Cuba y el derecho de Palestina a ser estado son posturas asumidas por el estado peruano. En el plano económico, durante su estadía, Humala buscó dar garantías a círculos económico-financieros de Estados Unidos. Al gobierno también se le reclama la realización de road shows (rondas comerciales) a países como Canadá, India, Australia, Japón, Singapur, China, en vez del pequeño mercado latinoamericano.
Si el gobierno había logrado disipar muchas dudas en el frente interno, en el frente externo también lo hizo. Y aunque señaló a algunas empresas internacionales como causantes de problemas, el gobernante logró granjearse la confianza de los inversionistas foráneos, especialmente estadounidenses, y en este aspecto tuvo como socio al lacónico ministro de Economía, Luis Miguel Castilla, al igual que lo hizo el ex presidente Lula con su ministro Antonio Pallocci. O como dicen en Europa: políticas económicas a la derecha, y sociales a la izquierda, pero cuidando la estabilidad macroeconómica.
Resulta sorprendente, aunque positivo, que quien hace poco tiempo criticaba duramente al mercado internacional, hoy esté dispuesto a trabajar con él. Quizá producto del realismo político, un auto convencimiento, o un compromiso. Sabe Dios, y esperemos que no cambie.
El estilo de Humala es, al parecer, como dijo Mario Ghibellini, hacer camino al andar, y en ese sentido, él puede estar a la izquierda, y el premier Lerner y Castilla, a la derecha, lo que le da el equilibrio. De sus vínculos con la izquierda radical, por lo menos hasta ahora, sólo se ven guiños o gestos, pero no una relación orgánica.
Ciertamente que este viaje se vio afectado por un incidente con un periodista internacional, que fue desmentido vía redes sociales, lo que demuestra que al presidente le falta serenidad para responder preguntas que, aunque sostenga que estén claras, debe contestar. Todo esto se inscribe en la política del régimen de dar señales cruzadas: decir y hacer cosas a veces contradictorias sobre temas álgidos, desde el tema del narcotráfico hasta la esperemos no realizable reelección.
En ese contexto, asuntos como el viaje de su esposa, y algunos otros detalles aunque negativos, no son gravitantes. Más bien, la gestión de la Ministra de la Mujer, Aída García-Naranjo, se presenta con ribetes más que preocupantes, con niños fallecidos y un PRONAA nuevamente cuestionado.
En realidad, lo que se observa hasta ahora en los funcionarios del gobierno es, en términos generales, moderación. Los ciudadanos deseamos que a esta virtud -tan necesaria en la política como en la vida- se acompañen honestidad y eficiencia, y decisión política para afrontar los problemas del país.