El gobierno del día
En la pasada campaña, como hemos manifestado, periodistas y ciudadanos andábamos preocupados por el rumbo que podría tomar un gobierno humalista.
Cuando recabábamos opinión con otros colegas y amigos, más de uno nos decía lo siguiente: "va a ser un gobierno absolutamente mediocre", "no se va a hacer problemas con nada ni con nadie, ni con la CONFIEP ni con el SUTEP, "el país está en piloto automático", "las inversiones van a seguir llegando"…
Y efectivamente, eso es, palabras más, palabras menos, lo que está ocurriendo. El gobierno ha mantenido la continuidad del modelo económico, ha puesto algunos acentos en la lucha antiterrorista, pero más allá de eso, no hay mucho.
Lo que hace el régimen humalista es despachar el día a día, apagar los incendios, cuando puede y cuando quiere, hacer uso de una retórica y de efectos visuales. Es un gobierno retórico y un estado fotográfico.
Así, el presidente pronuncia discursos muy coherentes, no siempre con fluidez, por cierto, sobre inversión, seguridad y metas, pero no se ven las acciones que conducen a la consecución de las mismas - y ojo que sus metas son ambiciosas en cuanto a inversión, reducción de la pobreza, aumento de exportaciones, seguridad, salud y un largo etcétera- ha dado tranquilidad al país, pero lejos está de poder cumplir sus promesas. Es más, ni siquiera ha podido completar sus cuadros. Porque no los tiene y si los tuvo ya no están por el cisma producido en su interior.
Los anuncios sobre inclusión social, los planes, el shock de inversiones, y el gasoducto (no precisado en detalle) hacia el futuro no son más hasta ahora que anuncios y buenas intenciones. Y nada esto se hará si no se refuerza la seguridad, y se mejoran los equipos encargados de estas cruciales tareas.
Al final, para los ciudadanos y buena parte de la opinión pública, quedan los arrebatos del hermano del presidente, las declaraciones de su madre, de su locuaz padre, de su carismática esposa, a quien, por cierto, la prensa le pone todos sus reflectores. Conviene recordar que se ha elegido a un presidente y no a su familia, y que por lo tanto, aunque tengan cercanía con palacio, que sepamos no son -y esperamos que no lo sean- asesores nombrados ni mucho menos funcionarios del régimen.
En suma, mientras estamos enfrascados en polémicas verbales e idas y venidas, transmitidas por los medios, el país sigue aguardando acciones de gobierno concretas que solucionen sus problemas en materia de educación, salud, justicia y seguridad, o permitan solucionarlos. La oposición está encandilada con el mantenimiento del modelo económico, pero no se ve de su parte una acción decidida para promover los cambios en el sistema politico y en el manejo del estado que nuestro país clama hace varios años, y que vienen siendo anunciados desde 1980.
El humalismo es un gobierno del día, no del largo plazo, ni siquiera del mediano. En una fecha como hoy, que se cumplen 20 años del autogolpe del ex presidente Alberto Fujimori, y si queremos que hechos como éste no se repitan, convendría tener en cuenta estas reflexiones, para ver si nos decidimos de una vez a construir un sistema político que sea una democracia verdadera, institucional, honesta y eficaz que resuelva los agudos problemas del país.
"Detrás de la cortina" pide disculpas a sus lectores por los problemas técnicos de los últimos días, y esperamos que no se repitan.