El deporte cumple múltiples funciones en una sociedad: es catarsis, fiesta, bálsamo para curar, o al menos aliviar las heridas de un país. Un estadio, un coliseo, puede ser el único lugar, junto con un templo, que ciudadanos como nosotros, tan lejanos de conformar una nación, podemos confundirnos en un abrazo en una jornada de triunfo. También puede ser empleado para fines políticos deleznables como mantener a una dictadura como ocurrió en Argentina y en los países europeos durante la segunda guerra mundial, o puede usarse válidamente para unir a un país como se puede ver en la extraordinaria “Invictus” la película sobre el mundial de rugby de 1995 y cómo el mismo Nelson Mandela - cuyo país es anfitrión de esta fiesta - promovió y usó el deporte para crear un tejido social en la sociedad sudafricana.
En cualquier caso, el deporte necesita desarrollarse a partir de una concepción que tenga el estado sobre esta actividad. Y acá encontramos que nuevamente, se carece de una política al respecto.
Estamos hablando de algo recreativo, pero además que genera inversión, como nos lo mencionó meses atrás Manuel Súnico, y cómo el fútbol le había cambiado la cara a Ayacucho y a Iquitos, para la cual también deberíamos ver, por ejemplo, el caso mexicano, para no hablar de países como España que poseen una política deportiva definida.
Según la Organización Panamericana de la Salud - como nos lo recuerda nuestro entrevistado, el periodista Eddie Fleischman - por cada dólar que se gasta en deporte, se ahorra tres en salud. Para decirlo en términos más simples: a más deporte, mejor salud.
Desgraciadamente, la política estatal en este ámbito ha sido ponerlo como el furgón de cola de la educación- en la que también andamos mal- y usarlo eventualmente como un medio de propaganda o de distracción social, como pelearnos con la FIFA, perder la sede de un mundial, y después someternos. O cualquier otra Federación Internacional, más poderosa que nosotros, por supuesto.
La consecuencia es la que sabemos: caos administrativo, escaso o nulo protagonismo en deportes colectivos de alta competencia, algunos logrados en deportes individuales, gracias a los propios deportistas, sus familias y algunas empresas que apoyan.
El resto del deporte está olvidado, y los aficionados vivimos-prácticamente- de recuerdos como los campeonatos de sudamericanos en fútbol, básquet y vóley de 1975, los proezas de Fernando Acevedo, Edith Noeding, y en el fútbol de los goles de Cubillas, los pases de Cueto, los dribleos de Malásquez, y las resonantes campañas de Cristal y Cienciano, amén de alguna actuación pundonorosa de los jotitas (menores) en certámenes internacionales.
Si queremos destacar en la actividad deportiva, y especialmente en el Fútbol, que es como dijo Jorge Valdano, notable ex jugador argentino y hoy gerente deportivo del Real Madrid - lo más importante de lo menos importante - es urgente establecer líneas matrices de trabajo y cumplirlas con paciencia, y de esa manera quizás podamos vivir más sanos y disfrutar de un deporte ganador.
Mientras tanto, estaremos con los ojos puestos en Sudáfrica y deseamos de todo corazón que sea una fiesta bella y espectacular. Y que sea la última que no vamos.
Finalmente, "Detrás de la Cortina" no puede dejar de pronunciarse sobre la liberación de Lori Berenson, y considera que el Poder Judicial debe explicar el procedimiento legal que se siguió, pues se trata de un caso que ha tenido repercusiones internacionales, aunque lo más probable es que se trate de un gesto político del gobierno, previo al viaje del Presidente Alan García a EE.UU., cuya agenda y temas de negociación desconocemos.
También nos sorprende que a un año de los trágicos sucesos de Bagua, los hechos no se hayan aclarado. ¿Dónde está el informe policial?