Un gobierno centrado:¿Utopía?
Ad portas de una presentación del tercer gabinete, la situación política no deja de ser caótica. Al pedido de renuncia del ministro de Salud, Hernán Condori, se suman los cuestionamientos al titular del ministerio de Energía y Minas, el cual fue criticado por el primer ministro de esa cartera durante este periodo, Iván Merino, en declaraciones en las cuales ha revelado que renunció por las presiones del todopoderoso Bruno Pacheco, y por su disconformidad con los nombramientos en empresas como Petroperú.
Frente a esta situación, y a los interminables cuestionamientos hacia el ministro de Transportes y Comunicaciones, Juan Silva, el gobierno lo “renunció”, quizás en un afán por “aprobar el examen ministerial” en el Congreso.
Sin embargo, como es obvio, esta acción no basta. Se necesita que el régimen dé un golpe de timón, y que haga las correcciones ofrecidas, no como un recurso de último momento para sostenerse, sino con un real propósito de enmienda. Pero en Palacio parecen no entender ello, todo cual genera un malestar que es casi generalizado.
Tampoco es útil a la causa democrática que el Congreso no desafore a los ministros. No se entiende. A menos, claro está, que haya una suerte de pacto de no agresión. Yo no te vaco, tu no me cierras, aunque en esta situación, es el Ejecutivo - si no se ha dado cuenta ya-el que se encuentra en un grado de mayor precariedad. Los votos que lo protegen no son decididos. A propósito ¿Qué espera para elegir a los miembros del Tribunal Constitucional?
Luego de las acusaciones contra la “empresaria” Karelim López, Castillo pronunció un patético discurso en el que señaló a la oposición y a los poderes fácticos de querer desestabilizarlo. Esto puede ser cierto, pero es real también que el régimen se abre muchos flancos, sea por su torpeza, incapacidad o prepotencia.
Es válido deslindar, pero es mejor allanar y demostrar que uno es inocente, pero el mandatario en su escaso entendimiento, no solo de la política, sino también de la vida, no comprende eso. Que posteriormente el abogado César Nakasaki haya matizado sus declaraciones no libra al presidente de responsabilidades, ni lo aleja de los escándalos. Esos que genera con un frenesí imparable.
Esperemos que, por la urgencia de estabilizar la situación política del país, el Poder Judicial evalúe con celeridad el pedido de colaboración eficaz de Karelim Lopez, contrastando sus dichos con otras pruebas.
A todo este panorama- de por sí bastante sombrío- se agrega el temor o incapacidad de gran parte de la prensa que se queda corta a la hora de preguntar o repreguntar a las autoridades. Una actitud muy taimada que no le hace bien ni a la propia prensa, ni mucho menos a la democracia.
Sería bueno - y casi utópico - que el régimen se transforme en un gobierno centrado, sin abdicar de sus banderas de lucha contra la pobreza, y que brinde muestras concretas de querer luchar contra la incapacidad y la corrupción. Exactamente lo contrario de lo que viene haciendo hasta ahora.