Protocolos locos
En medio de esta pandemia que se va, sobre la discusión sobre si llega una tercera o más bien, un pico de esta primera ola, y del imperativo y cauteloso regreso de los estudiantes a sus centros de aprendizaje, un tema se ha puesto en boga: los protocolos sanitarios.
En primer lugar, nadie ha discutido su valor como protección en medio de una grave crisis sanitaria que nos ha costado- a pesar de la cuarentena policiaca del procesado Vizcarra- 190 mil muertos, y por los cuales, increíblemente, nadie reclama. Recientemente, en clamor al pedido de muchos, y al sentido común, el Ministerio de Salud (MINSA) ha dispuesto la actualización de los mismos. Una medida lógica en cuya evaluación se han demorado demasiado.
La primera y más importante es la de dos mascarillas. En bancos, boticas, farmacias y Centros Comerciales había una ridícula prohibición si uno tenía la desventura de olvidar una. Conocemos gente que usaba tres, pero eso, con todo respeto, no es cautela, sino paranoia.
El otro es el de la limpieza de pies en lejía, cuando no había mayor evidencia científica que ésta fuera una medida efectiva. También se encuentra la desinfección con lejía, si hasta donde sabemos, el virus pierde su peligrosidad o muere con una buena limpieza de jabón y agua, esa que escasea en muchas partes del país, gracias a la indolencia del Estado. Además forma parte de esta locura la idea de desinfectar los manos constantemente. Después de tanto alcohol, uno casi empieza a perder el tacto. Pero sin duda es más ridículo aun desinfectar el dinero, las bolsas de los alimentos, estos en sí, y bañarse después de llegar. El COVID es peligroso, pero no es radioactivo, ni tampoco el Anthrax.
A partir de ahora, tardía pero acertadamente el MINSA ha dispuesto que ya no es necesario el uso de doble mascarilla, ni sacudir los pies en lejía o algo parecido, ni la limpieza de calles y veredas con poderosos desinfectantes. Tal vez si sea útil aún el control de la temperatura.
El levantamiento de estas medidas rígidas y no probadas científicamente nos ayudará a tener una vida más natural, vamos a llamarla así, siguiendo las más elementales: usar una mascarilla K95, mantener una distancia, y lavarnos las manos, evitar aglomeraciones, como las que vemos, por ejemplo, en algunas zonas como Gamarra, el Mercado Central y otras, pero también en los estadios de Europa, y nos dejan perplejos. Multitudes juntas, gritando, hablando, sin mascarilla. Aunque estén vacunadas, estas conductas incrementan el riesgo de contraer la enfermedad.
En nuestro medio la gente -erróneamente- ya olvidó la pandemia, y existen muchas discotecas abiertas. Una cosa es reunirse con grupos reducidos y vacunados, comer, conversar, tomar un café o un trago, y otra exponerse estúpidamente. Lo mejor es vacunarse, seguir el protocolo básico mencionado, y no los protocolos locos, ni mucho menos las leyendas urbanas.