< Detras de la cortina

José María Salcedo: En el caso Uchuraccay, la versión Vargas Llosa opacó la sentencia judicial

La noche del 30 de enero de 1983, Guido Lombardi anunciaba en “Panorama”, un reportaje sobre una trágica noticia: el asesinato de 8 periodistas en Uchuraccay, (Huanta) Ayacucho, provocando conmoción en el país.

El 26 de enero de 1983 fueron asesinados allí los periodistas Eduardo de la Piniella, Pedro Sánchez y Félix Gavilán de El Diario de Marka, Jorge Luis Mendívil y Willy Retto de El Observador, Jorge Sedano de La República, Amador García de la revista Oiga y Octavio Infante del diario Noticias de Ayacucho, así como el guía Juan Argumedo y el comunero uchuraccaíno Severino Huáscar Morales. 

Durante los meses siguientes, según la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), Uchuraccay continuó siendo escenario de violencia, muerte y desolación: ciento treinta y cinco comuneros fueron asesinados como consecuencia de los ataques de Sendero Luminoso, la acción de las fuerzas contrasubversivas y de las rondas campesinas. A mediados de 1984, Uchuraccay dejó de existir debido a que los sobrevivientes huyeron, refugiándose en las comunidades y pueblos cercanos de la sierra y selva de Ayacucho, así como en las ciudades de Huanta, Huamanga y Lima. Recién en octubre de 1993, retornaron algunas familias. 

Uno de los protagonistas de esta historia, José María “Chema” Salcedo, en aquel entonces director del Diario de Marka, conversa con nosotros sobre este luctuoso suceso, a propósito de la inminente reedición de su libro “Las tumbas de Uchuraccay”, en el que trata de redescubrir el contexto del hecho y las características de sus protagonistas.  Un libro que revela también, la aparición de Sendero en un mitin miraflorino de 1975 contra la expropiación de los diarios, y voces discordantes sobre el trabajo de la comisión gubernamental.

Ddlc: 30 años después de los hechos de sangre, lo primero que llama la atención es que sólo tres comuneros, Dionisio Morales Pérez, Mariano Ccasani González y Simeón Auccatoma Quispe fueran condenados a las penas de diez, ocho y seis años de cárcel, respectivamente, aunque el fiscal había solicitado penas mucho mayores.  

JMS: No hay nadie preso, porque murieron. Uno de ellos en prisión.

Ddlc: ¿Se probó que hayan sido los culpables?

JMS: Teóricamente sí. Desde el punto de vista judicial sí. Ellos viajan a Huaychao por decisión propia, porque querían averiguar lo que había ocurrido porque el general Noel había emitido un comunicado sobre el enfrentamiento entre campesinos y senderistas, a los que les había producido algunas bajas, y la declaración del presidente Belaúnde sobre este hecho había sido la gran noticia.

(NdR: El 22 de enero de 1983, ocho subversivos incursionaron en Huaychao, Huanta, para realizar sus acostumbradas prácticas de asesinatos, robos y proselitismo. Como consecuencia, se produjo un enfrentamiento resultando muertos siete senderistas. Se había recuperado armas y municiones e incautado dinamita, así como artefactos explosivos de fabricación casera). 

Los periodistas viajan a verificar la información. Hoy día esto puede parecer extraño, porque gran parte del periodismo considera que esta actividad se limita a difundir los comunicados oficiales. Antes no era así. Había que hacer el trabajo de campo, no había celular, ni GPS... Nadie les ordenó que fueran a Huaychao. Vargas Llosa pensó eso. Cuando yo me presento ante la comisión, él me pregunta si no me parecía muy duro mandarlos a lugares como esos, a lo que yo le dije: lugar peligroso es todo el departamento de Ayacucho.

Ddlc: Además, ése era su trabajo, eran casi corresponsales de guerra. No eran cronistas deportivos ni de espectáculos. 

JMS: Ellos van de comisión y encuentran una muerte horrenda.

Ddlc: La tesis más creíble señala que los periodistas fueron asesinados por comuneros e instigados por las Fuerzas Armadas. 

JMS: La sentencia judicial ha pasado desapercibida, porque en el Perú hay fenómenos muy curiosos como la “narrativa imperante”. La lucha política en el país es por imponer una versión. 

La versión de la Comisión Vargas Llosa se difunde mejor, por encima de la sentencia judicial, y eso que emite su informe el año 83, y el poder judicial años después. Lo que señala la justicia peruana es que los periodistas fueron asesinados por campesinos, y dirigidos por militares que estuvieron en el lugar de los hechos.  

La acusación del fiscal -  no lo que dice un loco que escribe en un diario “rojo” - acusa de autoría directa al general Noel. Es importante señalar esto porque la narrativa Vargas Llosa opaca la jurídica, y se supone que la verdad oficial debe ser la verdad consagrada legalmente, pero no la es porque no conviene políticamente. 

Ddlc: Se habló de una “Fuenteovejuna”. 

JMS: Claro. Tampoco estoy de acuerdo con la tesis de la “montonera”. Ellos son detenidos, capturados por los campesinos. Alguien da el primer golpe, probablemente con una piedra, y luego atacan los demás. Ellos creían que estaban haciendo bien, porque así les habían dicho los militares. Lo que no se puede hacer es afirmar que los mataron los comuneros instigados por las autoridades militares, pero los oficiales no tuvieron nada que ver. En términos modernos estaríamos hablando de “autoría mediata” que hubiera involucrado al Presidente de la República, al Ministro de Defensa, del Interior, al presidente del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, al jefe del comando político-militar.

Al ex presidente Fujimori se le ha condenado por autoría mediata. Si se aplicara este criterio moderno a este caso, otra sería la situación. Lo que no se puede hacer es señalar que hubo instigación, pero no responsabilidad. Ésa es la incoherencia. El proceso se complicó porque no compareció ante la justicia ninguno de los integrantes de las patrullas que supuestamente encontraron los cadáveres, ni de la infantería de Marina ni de la Policía. Porque se ordenó que por “razones de estado” no declaren. 

Ddlc: ¿Cómo queda, en su opinión, la imagen del general Noel? 

JMS: En el libro queda como villano. Hoy lo veo con otros ojos, porque los militares se ven obligados a solucionar lo que los civiles no pueden hacer, delegan la función en un militar al que pueden castigar y guillotinar, porque están sujetos a mandato imperativo, o la ley del silencio.

Ddlc: Ahora, los periodistas, trabajaban en el Diario de Marka, El Observador, La República, y eran medios críticos al régimen…

JMS: Éramos medios de oposición al gobierno belaundista, y en este tema más porque era súper sensible. Nunca en el mundo mataron 8 periodistas juntos. En Irak mataron a un fotógrafo…

Ddlc: ¿Daniel Pearl?

JMS: Creo que sí, en Colombia han matado a 500. Pero en grupo jamás, el escándalo era demasiado fuerte, y la imagen del gobierno quedó hecha un desastre. 

“Amnistía Internacional”, a la que tanto admiran muchos miembros de la Comisión de la Verdad, había sido criticada por Belaúnde, quien había dicho que su informe iría “al tacho de basura”, entonces lo que había que hacer era mejorar la imagen del país, y Belaúnde elige bien porque Vargas Llosa es un hombre de un peso enorme a nivel mundial, ahora y antes también. Para algunos cumplió un papel excelente, yo discrepo. Había que defender la democracia, y cuando se pone la democracia por encima del derecho a la vida, vale todo. 

Ddlc: Una de las versiones más increíbles señala que a los periodistas les encontraron banderas rojas… 

JMS: Era un tesis insostenible. Cuando el general Noel ofrece una conferencia de prensa en el cuartel "Los Cabitos", él seguía sosteniendo esa teoría, era muy burdo, entonces la Comisión rechaza la tesis. 

Ddlc: ¿Qué pasó con Luis Morales, a quien usted llama “la novena víctima”?

JMS: Morales era un hombre que tenía cierta posición en Ayacucho, había tenido tierras, para un observador superficial era un tipo altivo y arrogante, incluso para mí. Se cruzaba con militares, y no saludaba, yo le recomendaba saludar. 

Según el informe de la CVR, lo mata un grupo de militares vestidos de civil, en razón de sus publicaciones. Había recibido amenazas, yo le había sugerido que no se quede en Ayacucho, su familia se había venido a Lima, pero él decía que no podía venir, porque en la capital no era nadie. El hombre vivía en su casona en la calle 3 máscaras, en una casa antigua llena de artefactos eléctricos, porque era electricista.

Morales no era político, menos de izquierda, era aprista. Él estaba en esto por su carácter, de vez en cuando los corresponsales extranjeros le pagaban por sus trabajos. Se iba haciendo conocido.  

En el caso su actuación fue sobresaliente, porque fue el primero en entrevistar a los comuneros, el día del desentierro de los cadáveres, y en presentar grabaciones sobre eso. El entregó unos casetes, es un gran mérito. Morales se introduce en el helicóptero del juez que va a realizar el levantamiento de cadáveres, eso no lo destaca nadie, y a algunos les molesta su tono de voz con los campesinos.  

Ddlc: ¿Qué opinión le merece las convicciones “absolutas y relativas” (1), mencionadas por la comisión? ¿Una convicción relativa no es sólo una percepción?

JMS: Para mucha gente decir eso fue un acto de responsabilidad y equilibrio mental. 

Esas afirmaciones se refutan por las fotos de Willy Retto, que echan por tierra la teoría del ataque de lejos y de la confusión, la ausencia de diálogo, la versión de que desde los cerros empezó el ataque no tiene ningún sustento, sólo desear que las cosas hayan sido así. No había ninguna prueba de ello. El problema de la comisión es que no lee la autopsia. La autopsia demuestra que ninguna de las piedras y palos que acabaron con las vidas de los periodistas se lanzaron de lejos. No se puede decir que lanzaron piedras a un kilómetro de distancia. Es una locura.

Se llegó a decir que era un crimen ritual. Esas teorías no sirven como explicación. 

Ddlc: El Dr. Falconí, abogado de los familiares de las víctimas, que tuvo que asilarse en España porque recibió amenazas, sostiene en su obra, que hubo militares que estuvieron y participaron en la masacre.

JMS: La obra de Falconí es un alegato jurídico. Hay datos que lo convierten en un tema discutible. Su trabajo está más cerca de la sentencia judicial, y firma el dictamen ante la Corte Suprema. El derecho penal se basa en el criterio de conciencia, con eso se interpreta la ley. El derecho es una interpretación de la realidad.

Ddlc: Igual que el periodismo. Mario Castro Arenas decía que los pobladores estaban familiarizados con la fotografía. 

JMS: Lo que le interesaba a Vargas Llosa con este caso es imponer su visión literaria del país, según la cual hay varios mundos en el Perú, y hay un mundo primitivo y un mundo moderno, que nunca se integran, y que no hay vasos comunicantes entre ellos.

La historia del Perú es la negación de esto. En Ayacucho había un comercio fluido desde la época del Virrey Toledo, entre las comunidades de altura y la ciudad. En pleno siglo XX defender la idea de que existen comunidades aisladas es increíble. 

Ddlc: Especialmente, considerando que la cultura occidental, se ha impuesto, con matices, en el mundo…

JMS: Hay mercado, hay ferias. En Ayacucho todas las semanas hay ferias en el tambo donde ofrecen su papa, su yuca. Los comuneros de Uchuraccay iban al tambo y cambiaban sus productos por polos, baterías, radios y todo lo demás.

Ddlc: El libro menciona a Jorge Basadre y su tesis sobre el Perú formal y real…

JMS: Hay varias exageraciones. La idea de Mariátegui influye en este pensamiento, y sostenía que la comunidad indígena era autosuficiente, y ése error es trasladado al imaginario colectivo de la clase media peruana. 

Ahora, si leemos a Arguedas con ojos críticos, no pensaba así. Ya Ciro Alegría y Arguedas hablaban de aproximaciones entre ambos mundos. 

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(1)“La comisión tiene la convicción relativa de que los periodistas debieron de ser atacados de improviso, masivamente, sin que mediara un diálogo previo. La comisión llega a esta conclusión considerando el hecho de que tres de los periodistas hablaban quechua - Octavio Infante, Félix Gavilán y Amador García -, quienes, de haber tenido un diálogo con los comuneros, habrían podido revelar su identidad, explicar su objetivo e intenciones y desarmar la desconfianza y la hostilidad de sus atacantes. Pero la comisión no puede descartar, tampoco, que ese intento de diálogo se produjera y fuera inútil debido al exceso de suspicacia, pánico y furor de los comuneros o a alguna imprudencia o error en el curso de la conversación por parte de los periodistas que agravase el malentendido en vez de disiparlo”.

Y la absoluta establecía “que los comuneros que se encontraban en ese momento en Uchuraccay y que eran tanto miembros de esa comunidad y posiblemente de otras comunidades iquichanas confundieron a los nueve forasteros que se aproximaban, con un destacamento de senderistas que venía, sin duda, a escarmentar el linchamiento de varios de los suyos perpetrados en esa misma comunidad en los días anteriores”.