Violencia en el Cine
La escena de la pelea entre el personaje de “La Novia”, interpretado por Uma Thurman, contra los 88 “Maníacos” en la película “Kill Bill: Volumen Uno” (2003) de Quentin Tarantino, es alabada por muchos. No sólo por los amantes del cine de acción, sino también por los amantes del cine como arte. Difícil encontrar entre los cinéfilos a alguien que no le guste. Su humor, su composición, su ritmo, la música, todo es destacable. Sin embargo, la escena contiene sangre salpicando a borbotones de los cuerpos de las víctimas de la espectacular pelea. Manos, brazos y piernas mutiladas en primeros planos. Extremidades estas, hay que admitir, que no son mostradas de una manera sádica, pero sí más bien humorística.
Ya me imagino cuantas personas que no han visto (o han visto) la escena se estarán oponiendo a mi calificativo de humorístico. Ese es mi punto de vista sobre la escena, y no todos opinarán igual. Pero este no es el punto. Sea humorística la intención o no, ¿es válida una demostración de violencia de esta naturaleza (son 88 más uno los asesinados en esta escena)? ¿La intención humorística de la puesta en escena justifica este tipo de exhibición?
Otra escena, esta vez más serie en su tratamiento, la encontramos en la película “El Toro Salvaje” (1980) de Martin Scorsese. El personaje Jake La Motta recibe brutal paliza de Sugar Ray Robinson, su rival en el cuadrilátero de boxeo. La Motta en ningún momento intenta defenderse porque el personaje, interpretado por el actor Robert De Niro, decide auto castigarse por los errores que cometió en su vida y que afectaron también a las personas más cercanas a él. La sangre en esta escena es abundante.
¿Pero es necesario mostrar tanta sangre en estas escenas? Un cineasta intenta transmitirnos un sentimiento a través de imágenes. Si quiere hacernos sentir lo irracional y salvaje que es una violación, por ejemplo, puede elegir mostrarnos imágenes que nos acerquen a esa experiencia, después de todo uno de las razones del cine es el permitirnos sentir y vivir experiencias que hemos vivido (el primer amor), y las que no aún no hemos vivido como la agonía de morir o aquellas que esperamos no experimentar (los minutos finales antes de ser ejecutado por un crimen que no se cometió, por ejemplo).
¿Es entonces justificable la violencia en el cine? Así como algunos cineastas eligen mostrar imágenes lo más cercanas a la realidad, también hay cineastas que prefieren las imágenes sugerentes, simbólicas para hacernos sentir algo que no necesariamente vemos.
El cine, como cualquier otra manifestación cultural tiene diversas posibilidades de interpretar todo tipo de sentimiento, pensamiento o acción. Una escena reflexiva como la que he contado líneas arriba en “El Toro Salvaje” es intencionalmente diferente a la escena de “Kill Bill: Volumen Uno” en donde el cineasta se asegura, en cada plano, de decirnos que lo que está mostrándonos es humor. Una opción que no necesariamente va a gustar a todos.
Sin embargo, es muy importante no olvidarnos también que no todas las personas asimilamos lo que experimentamos de igual manera. Una escena violenta que pretende ser reflexiva sobre una realidad, por ejemplo, puede ser un “motivador” para alguien con problemas psicológicos. No olvidemos que estos casos aislados pueden terminar con resultados lamentables.
*Comunicador Social, Universidad de Lima.