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Héctor Abad Faciolince: “Soy un exescritor”

Por considerar el tema de interés, reproducimos esta entrevista a Héctor Abad, escritor colombiano, que habla sobre la violencia que vivió en su país, tema que viene al cuento, a propósito de las conversaciones de paz con las FARC, la reelección de Juan Manuel Santos, a quien también se le asoció a los paramilitares.

“Escritor en pausa, bibliotecario activo”, dice su descripción en Twitter. Alcanzó el reconocimiento mundial con su novela El olvido que seremos (2005), publicación en la que narra la historia de su padre asesinado por los paramilitares en Colombia. Desde hace años no escribe y confiesa que es una situación muy frustrante. Mientras tanto, trabaja de bibliotecario en Medellín.

¿Es la literatura un buen espacio para la denuncia política?

Creo que cada persona tiene su manera de hacer las cosas. Así como hay especialidades médicas también las hay en cualquier otro oficio. Hay gente que, por ejemplo, en la defensa de los derechos humanos es un activista, alguien que escribe cartas, hace marchas de protesta y se dirige a las autoridades. Yo no puedo ser así. En general, los que nos dedicamos a la literatura somos personas más sedentarias.

Escribiste un libro en el que narras el asesinato de tu padre. ¿Eso no te convierte en activista?

Yo no tengo nada de activista, mi papá era un activista y cuando lo mataron a mí me invitaron a participar y no quise. Seguramente porque no tengo el carácter ni la valentía para enfrentarme públicamente a esos problemas. Yo quería esa vida apartada y más sosegada de quien escribe.

¿Escribir no es un acto de valentía?

Hay un tipo de valentía distinta que tiene que ver con la impudicia, con la capacidad de mostrarse uno como es, desnudo, sin temor a las consecuencias. A veces ser completamente sincero también requiere valor, pero yo eso no lo siento así. A mí eso me sale más espontáneamente.

¿Cuándo supiste que estabas listo para escribir la historia de tu padre?

Cuando me di cuenta que mi papá estaba siendo olvidado y que yo estaba envejeciendo muy rápido. Además, cuando supe que el dolor de esos actos terribles no era un dolor tan vivo. Seguramente eso coincidió con cierto tipo de madurez narrativa.

¿Por  qué crees que los contextos de violencia son atractivos para la ficción literaria?

La violencia es una cosa que impresiona mucho casi por definición. Es algo que fácilmente se queda impreso en la memoria. Interesa tratar de dilucidarlo, queremos entender por qué en un momento hay una explosión de violencia y lo tratamos de hacer con todas las herramientas: historia, medicina y también desde la literatura. Creo que un escritor huele una temperatura de su época, se fija en qué cosas tienen más efectos sobre su sensibilidad. Un escritor es como una antena que percibe signos.

¿Eres optimista en relación a nuestro tiempo?

Entre los escritores clásicos que me gustan mucho está Voltaire, quien no era un optimista pero sí era una persona alegre. Le gustaban las novedades, los cambios de su época. Priorizaba a los defectos y horrores, la experiencia del ser humano en la tierra. Creo que las cosas que ha producido la humanidad, que todos los días me sorprenden, no me hacen pensar en que el mundo se va a acabar o que se acabarán los lectores o que el público se idiotiza con el Twitter. Yo hago las novelas más tradicionales del mundo, pero a la vez trato de hacer cosas utilizando herramientas modernas de la tecnología.

Escribías una novela por Twitter.

Fracasé, pero lo intenté. A mí me pareciera muy normal que las novelas se escribieran una frase tras otra. Entonces dije voy a escribir 140 caracteres al día. Pero perdía el hilo, perdía el interés y para los lectores era imposible seguir una novela así. Leer una frase suelta de un personaje que ni se acordaban cómo se llamaba y lo peor que ni yo lo recordaba.

¿Cómo escribes?

En este momento ya no escribo. No soy capaz de  escribir. Ni siquiera me siento frente a la computadora. Soy un ex escritor.

Cómo sucede eso.

Sucede. Es horrible pero pasa. Es como las minas que se quedan sin minerales. No sale nada. O si sale algo, es muy malo que no vale la pena ni guardarlo.

Vargas Llosa te diría que hay que trabajar todo el día.

Él nunca ha dejado de escribir y cada dos años publica un libro extraordinario. Hay gente que tiene el don y no se le acaba. Hace poco me contaron que el libro más vendido del año pasado, aquí en el Perú, fue de un cantante al que se le acabó la voz.

Sí, Pedro Suárez-Vértiz.

Él se quedó sin voz, yo me quedé sin voz a mi manera. Pero no puedo escribir un libro sobre que me quedé sin voz porque sería la demostración de que tengo voz otra vez.

¿A qué se dedica un ex escritor?

Ahora soy un bibliotecólogo que trabaja en una Universidad de Colombia. Compro y ordeno libros, resuelvo problemas institucionales, invito a escritores, realizo conversatorios, organizo concursos. Fomento la lectura.

http://puntoedu.pucp.edu.pe