Reforma antes que elecciones
Sin duda, las elecciones circenses que hemos tenido con los patéticos resultados que se exhiben, tenían que realizarse. No hacerlo era incumplir la norma, pero al mismo tiempo, y con igual criterio, debieron realizarse hace muchos años, después de la caída de la dictadura militar o del régimen cívico militar de Fujimori, fundamentalmente, las reformas del sistema político que permitan que la votación se desarrolle en otro marco y con resultados beneficiosos para el Estado, y también para el ciudadano.
Durante todos estos años, el Perú a pesar de su permanente crisis política, ha logrado reducir la pobreza y avanzar en muchos aspectos, pero la inutilidad de un sistema político que arroja como resultados autoridades cada vez más incapaces y cuestionables está empezando a erosionar nuestro camino.
Hoy, cualquiera que camina por las calles de la mesocracia urbana puede comprobar cómo la pobreza y la mendicidad se han consolidado, cómo avanza la inseguridad (que también genera pobreza y violencia) y cómo fallan clamorosamente los servicios públicos como las comunicaciones y el agua (uno público y uno privado), sin que el Estado haga algo significativo.
Más bien, aplica - como afirma nuestro columnista Germán Lench- una supuesta rigurosa política fiscal, y al mismo tiempo, curiosamente, festina recursos en gollerías para funcionarios incapaces y corruptos, o en propaganda innecesaria, y más en estos tiempos.
Pero en esta situación, tanto o más responsable que el gobierno ha sido y es el Congreso que no ha puesto en el tapete el tema, sea porque no puede o porque no quiere.
Entonces, que el flamante alcalde de Lima demuestre nulos dotes de estadista, copie y pegue su plan presidencial al local, que nombres y personas, sin ningún legado y terriblemente cuestionados, cuando no investigados, sigan encaramados en los primeros lugares, no debe sorprendernos. Y esto ocurre en la capital y en provincias, por supuesto.
Nadie duda de que, las elecciones debieron de realizarse, pero estamos seguros de que, antes debemos hacer las reformas de rigor, a no ser que queramos peores autoridades. ¿Cuándo lo entenderemos? ¿Qué esperamos? ¿Que un completo enajenado tome el poder y realice un experimento social de alcance desconocido, y de consecuencias impredecibles?