Elecciones municipales: entre lo cuestionable y lo indefendible
Para los ciudadanos, y aún para muchos periodistas resulta muy complejo hacer análisis y entender los giros de nuestra política.
A fines del año pasado, a Lourdes Flores Nano, presidenta del PPC, se le aconsejó que aclarase su relación con César Carhuallanqui (Cataño) a quien defendió en un proceso de desbalance patrimonial. Ella contestó que ponía las manos al fuego por él.
En principio, no es un delito defender a nadie, y menos para una abogada, y un investigado no es un sentenciado. El problema es que estamos hablando de política.
Meses más tarde, y ya en campaña, la candidata y algunos medios iniciaron una “campaña por la decencia”, en alusión a Alex Kouri, a quien criticaron por sus reuniones con Vladimiro Montesinos, olvidando que el hijo del fundador del partido de Flores Nano, Luis Bedoya de Vivanco, fue sentenciado por recibir dinero del asesor. Y por cierto, sobre vinculaciones con Montesinos, hubo muchas versiones de contactos directos e indirectos entre el asesor y el ex presidente Toledo. Esto fue denunciado por Fernando Olivera, y no se investigó.
Al final, Kouri, que venía con muy buen pie, fue desembarcado por un tecnicismo que algunos consideran irrelevante y colonial, el domicilio. ¿No es el votante quien debe decidir por quién votar ? Se nos viene a la mente el caso del músico haitiano Wycleaf Jean, cuya candidatura presidencial también fue rechazada por esa razón, aunque claro, el ex alcalde chalaco sí radicaba en el país.
Sobre este hecho, se barajaron muchas tesis, la más increíble es aquella que habla que el propio ex-candidato dejó ese flanco, pues se sabía perdedor. Repetimos, es sólo una hipótesis. Aunque Fernán Altuve, lugarteniente de Kouri, señaló que tenía mucha confianza que "la tacha no iba a pasar".
A partir ese momento Susana Villarán, también candidata, empezó a trepar. A Villarán se le conoce como una persona de izquierda radical que se había vuelto moderada, con un fugaz paso por la función pública durante el gobierno de Valentín Paniagua, pero el problema es su entorno: el padre Marco Arana, también de izquierda, opositor a varios proyectos mineros, y sin el carisma de Ollanta Humala. Pero quizá el peor compañero de la ex ministra sea el Movimiento Nueva Izquierda (Patria Roja, que maneja el SUTEP, como nos mencionó Hugo Díaz en ediciones pasadas, y activo participante en cuanta revuelta hay).
A medida que se conocían sus vínculos, Villarán afirmaba que era víctima de una campaña de demolición, olvidándose que esta práctica es la norma en la política peruana.
La pregunta es acá sin embargo, cuál es el papel que va a jugar el MNI en el municipio. ¿Fuerza de movilización? ¿Va a reclamar su cuota de poder para buscar puestos claves? ¿O una vez ganada la elección van a ser apartados con una táctica amoral pero efectiva, como lo hizo el ex presidente Fujimori? El ex premier Yehude Simon afirmó que la postura de Alberto Moreno, su líder, es más cercana al Partido Comunista Chino actual, pero no se conoce cuál es la predominante en este movimiento.
El equipo de Fuerza Social, que por cierto, sólo ganaría la Alcaldía Metropolitana, - y a decir del propio Pablo Secada, asesor de Flores Nano- posee técnicos respetados como Gustavo Guerra-García, Augusto Ortiz de Zevallos, Manuel Iguíñiz, e incluye a Gloria Helfer (de corto y discreto paso por el fujimorismo) ha aparecido a última hora, lo que evidencia un grado de improvisación. A esto se le ha sumado sus permanentes contradicciones sobre los hospitales de la solidaridad, impuestos, y propiedades (al igual que Fujimori).
La candidata pepecista por su parte, en una conversación privada, y cuya difusión es un delito por cierto, comete un terrible error, y en el peor momento de la contienda, cuando comienza a perder, despotricando de su postulación a la alcaldía, dudando de las encuestas sin tener indicios. ¡Por qué no dudar cuando ganaba¡ Lourdes Flores Nano ha perdido dos elecciones presidenciales cuando debió ganarlas, frente a candidatos con los cuales se encontraba con amplia ventaja en todo sentido. Cuando a Luis Alberto Sánchez cuando se le preguntó hace años por un espionaje telefónico dijo que “el no hablaba nada importante por teléfono”.
Flores Nano atribuyó el espionaje, ilegal repetimos, a la mafia montesinista, olvidándose que el asesor y sus cómplices están en la cárcel, y lo que más probable es que se trate de una mafia que se venda al mejor postor. Como ocurrió en Rusia, o en otros países. Pero es más fácil transferir responsabilidades y evadir disculpas. ¿Con qué autoridad moral pide votos si no le interesa el puesto?
Ciertamente, todos tenemos momentos de debilidad y frustración. Pero en política no se puede flaquear ni insultar y menos en una conversación que sabe se puede filtrar. Si algo debiera tener Flores Nano en estos tiempos es aplomo y experiencia, pero parece que es la misma que vimos a fines de los 80 en una caravana en la Plaza del Óvalo en Pueblo Libre, cuando aún usaba esos grandes anteojos oscuros.
En el caso de la candidata de Fuerza Social es importante recordar que - como señaló el analista Mario Ghibellini- la ex Ministra de la Mujer no ha hecho una autocrítica sobre su paso por la izquierda radical, como sí lo ha hecho Kouri en infinidad de ocasiones sobre sus visitas al SIN. Algunos consideran que esta campaña puede ser considerada como el inicio de la recomposición de una izquierda- o parte de ella- pero sólo el tiempo lo dirá.
Si Lourdes Flores Nano pierde, como parece que va a ocurrir, su futuro será incierto, y el Partido Popular Cristiano, al igual que otros de supuesta presencia nacional, comenzando por el APRA, tendrán que replantear sus estrategias o reorganizarse.
Entretanto, lo más probable es que Lima pierda un alcalde y el país gane un candidato, pues Luis Castañeda renunciaría a la alcaldía para lanzarse a la presidencia, respaldado por una gestión basada no en soluciones integrales, sino en obras importantes. Al frente del concejo quedaría Marco Parra.
Al cierre de esta edición, el triunfo de Villarán parece inevitable, y el nuevo y cambiante mapa político-electoral del país, en muchos casos, todavía difuso.
En el balance de campaña, una vez más queda demostrado que el sistema político no funciona. Son básicamente las mismas caras, los mismos entornos, y lo que es peor, las mismas ideas. La renovación casi no existe y el caudillismo permanece.
Al final, muchos ciudadanos terminamos votando bajo protesta, entre lo cuestionable y lo indefendible.