Gobierno de bajo nivel
Al igual que el 2013, el año concluye con otro escándalo. Si el año pasado terminó con el caso de Óscar López Meneses, affaire que terminó, porque, para empezar, el gobierno saboteó, desde su creación, la comisión investigadora. El informe final no logra establecer responsabilidades. ¿Quién dio la orden, verbal o escrita?
En el caso de Martín Belaúnde, como se ha mencionado, su alcance no pasa por la Centralita, sino por la sospecha que este supuesto “empresario” haya sido el encargado de traer desde Caracas los dólares provenientes del chavismo. Si esto fuera verdad, el gobierno y el partido nacionalista quedarían al descubierto, y por supuesto, quienes promovieron y apoyaron su candidatura quedarían en ridículo (si es que no lo están ya). Pero claro, el gobierno reacciona presionado ante un fiscal próximo a palacio, y el Ministro del Interior, señala que es "normal que la gente se escape". ¿Y si el prófugo fuera aprista o fujimorista? El régimen parece aplicar la máxima del dictador argentino Perón: "Para mis amigos todo, para los enemigos la ley".
En realidad, no creemos que las investigaciones lleguen a buen puerto, por debilidad de nuestras instituciones, y la naturaleza de nuestros congresistas, tan pródigos a la prebenda y la gollería.
Así, en estos días hemos visto, repetidamente, al congresista Josué Gutiérrez, defendiendo lo indefendible, junto a la fuerza de choque del régimen como el ministro Pedro Cateriano y el omnipresente Daniel Urresti. Este último, con una acusación pendiente de asesinato, y el parlamentario Gutiérrez sigue sin explicar su participación en el viaje irregular de Alexis Humala a Rusia, antes que asuma el presidente Humala, caso que para variar, hasta ahora no se debate en el pleno ¿Honestidad para hacer la diferencia?
Como si los peruanos fuéramos despistados o bobos, el mandatario se despacha una hora a través de un medio de comunicación para hacernos creer que avanzamos, que no hay desaceleración económica, que la inversión llega, que la seguridad mejora, y que ¡ ja ¡ que el gobierno combate y no apaña la corrupción.
La culpa de los problemas y taras del Perú, según el humalismo, la tienen García, Fujimori (a Velasco no lo mencionan y a Toledo ni lo critican), y por poco responsabiliza a los españoles o a las culturas prehispánicas. Es la típica conducta de este sector, incapaz de asumir responsabilidades, y reconocer errores.
El humalismo también se desgañita promoviendo su ley de empleo juvenil (¿la habrá sacado de ese auténtico mamarracho que es la “Gran Transformación”?), y sólo cuando pierde una batalla de opinión pública manda, desesperado, a sus voceros a difundirla, pero el Ministro del Trabajo, Fredy Otárola, ante una pregunta zafa cuerpo y repite: “Es un proyecto del ejecutivo” ¿El sector Trabajo a que estamento pertenece?
El régimen no entiende, simplemente, que la opinión pública NO QUIERE esa ley. No importa si es buena o mala. Si el proyecto era tan beneficioso, debió venderse mejor. Pero parece que Palacio carece de buenos comunicadores, y le sobran barras bravas.
En este estado de cosas, la perspectiva no pinta nada favorable para este 2015. Con una economía desacelerada, y una política crispada, va ser muy difícil que tengamos un año de relativa paz y prosperidad, porque, el gobierno de Ollanta Humala, es de muy, muy, bajo nivel, el más bajo desde el 2000.