Gobierno débil y poder irregular
Luego de la renuncia de César Villanueva al cargo de primer ministro, queda claro que Ollanta Humala preside, pero no gobierna. Si antes existían dudas sobre el papel que su esposa juega en el gobierno, ahora no queda ninguna.
Que haya ministros secretarios digan “sí señor” a todo lo que dice el presidente, es malo. Pero que digan “sí señora”, es peor, pues como se ha afirmado, la señora Heredia no ha sido elegida por voto popular. Es la esposa del presidente y dirigente del, digamos, partido de gobierno. Nada más. Y convendría olvidarnos del término de “pareja presidencial”, para comenzar a hablar del mandatario y su esposa, la ciudadana Nadine Heredia.
Como se ha señalado y demostrado, la participación de la primera dama se ha convertido en una interferencia, - en la que además muestra soberbia y ensañamiento con sus disidentes - que debilita aún más nuestra ya frágil institucionalidad. Algo que se defiende en los discursos pero no se cumple en la práctica.
Pero este poder irregular que ostenta la primera dama es compartido por un personaje que juega en pared con ella y se ha convertido en su principal operador, el Ministro de Economía, Luis Miguel Castilla, quien en otras circunstancias, ya debería ser premier.
Con el pretexto de no colapsar la caja fiscal, la señora Heredia y Castilla se han convertido en la guardia pretoriana del modelo económico. Un modelo que funcionaría mejor si el presidente y el régimen retomaran la reforma del estado. Por el momento, el mensaje es: aumento para nosotros, pero para ustedes no. Y en las planillas estatales no prima ni el orden ni la productividad.
El nuevo primer ministro, René Cornejo, ya fue desautorizado por el presidente, cuando éste rechazó el aumento del sueldo, y calificó esa iniciativa de “irresponsable”. Cornejo, con más reflejos políticos, se realineó. Y nos siguen hablando de promoción de inversiones cuando el Ministerio de Transportes, dirigido por el ingeniero Carlos Paredes - íntimo amigo del presidente - se ha distinguido por su ineficiencia, al igual que casi todos los ministros. Han quedado, a simple vista, los incondicionales como el Ministro de Defensa, Pedro Cateriano, y los ineficaces. Y el ingreso de una toledista como Carmen Omonte, de licencia en su militancia, no será por poder, sino para cubrir al ex presidente de las graves denuncias en su contra. Pero en este ritmo frenético que es la política peruana, no sabemos si Omonte podrá responder a las acusaciones que se le han formulado, a propósito de concesiones mineras.
Por otro lado, llamar a empresarios al gabinete no significará, necesariamente, buenos resultados. En vez de eso, y como parte de la reforma estatal, se podría potenciar SERVIR, del cual, como se sabe, egresan muy pocos gerentes, insuficientes para mejorar el funcionamiento de nuestro grande y caótico estado.
Como nos dijo Luis Jaime Cisneros: “No importa gobernar, importa el poder”. Este es un gobierno débil, pero que a la vez ostenta un poder irregular y soberbio. Y nadie se escandaliza por eso.