Ministros giratorios y gobierno tecnocrático
La asunción de mando de Pedro Kuczynski ha generado reacciones encontradas. Para unos, es el triunfo y la llegada de un gobierno tecnocrático, que procura una revolución social (¿?), lejos de la ideología y casi fundacional.
Para otros, entre quienes nos incluimos, es la marca de un régimen que empieza su mandato con un discurso plagado de buenas intenciones, de sueños, de compromisos, con los cuales ningún compatriota debería - en principio - estar en desacuerdo.
En una entrevista concedida a Radioprogramas, Kuczynski habló de sus metas, una de las cuales es reducir el índice de pobreza al 10%. En esa ocasión, señaló que Estados Unidos estaba en 14%. Todos sabemos que Estados Unidos no pasa su mejor momento - a pesar de su recuperación-, pero no sabemos si la cifra del nuevo presidente es ambiciosa o simplemente inalcanzable.
Para alcanzar estos objetivos, el régimen nombró a Fernando Zavala. Este gobierno fue elegido, al igual que el saliente, como respuesta al rechazo al fujimorismo.
Pues bien, el nuevo premier fue gerente general de Indecopi, entre los años 1995 y 2000, en los que gobernó el fujimorismo. El 19 de agosto de 1996, la bancada fujimorista aprobó un proyecto de ley interpretativo del artículo 112 de la Constitución que permitió una nueva postulación del ex presidente Alberto Fujimori, la llamada “ley de interpretación auténtica”. Que sepamos, en aquella oportunidad, el señor Zavala no dijo nada. Otro caso es el de la señora Aljovín, por aquellos tiempos funcionaria del MEF, hoy ministra de Inclusión.
Esto en principio no es condenatorio, pero habla pues, de la incoherencia del pensamiento gobiernista. Cuando se produjo el autogolpe del 5 de abril de 1992, el premier de aquel entonces, Alfonso de los Heros Pérez-Albela, renunció irrevocablemente, al igual que Hernando de Soto.
Estos hechos sólo nos demuestran la necesidad de acabar con las puertas giratorias entre sector privado y público, autocracias, dictaduras/ democracias, ONGs de izquierda y derecha /gobierno. Hay que terminar con la costumbre de rotar estos funcionarios “todo terreno”, que poseen un gran don de ubicación.
Con un gabinete tecnocrático y economicista, Kuczynski pretende realizar su revolución social, entendida como más y mejores servicios en salud, seguridad, educación, vivienda, etc.
Pero para todo esto tendrá que lidiar con el fujimorismo, y precisar sus acciones como la disminución del IGV, la creación de otro ministerio – ¡ya tenemos 19!, y detallar su plan de seguridad ciudadana, y cómo manejará la conflictividad social que ocasiona violencia y muertes impunes. El ministro Basombrío tendrá que convencer a quienes señaló, por lo menos, como personajes próximos a mafiosos.
Fuerza Popular sin duda, tendrá un papel estelar, pero no se le puede criticar por “no aplaudir” un discurso, a menos que queramos promover un culto a la personalidad. Su gesto puede haber sido frío y distante, pero no irrespetuoso.
Sin embargo, sería ideal que la señora Fujimori venga a Lima y haga política, de verdad, y tenga presente que su partido, en la práctica, cogobierna. La reunión Salgado-Zavala debe servir para que, superando las antipatías y las pataletas, ambos sectores se pongan de acuerdo en aspectos urgentes para el país, que no puede esperar un segundo más de inacción.
Kuczynski comienza un mandato con ministros que bien podríamos llamar funcionarios o ministros giratorios, y deberá afrontarlo con el débil respaldo de una federación ni siquiera de independientes, sino de técnicos, con facciones, y una estructura precaria que tendrá que fortalecerse, para defender su gestión.
Mientras tanto, el ex presidente Humala y su esposa, tendrán que replantear y reforzar su defensa antes que su partido. Para nosotros fue un régimen que hizo algunas cosas buenas, pero el balance es muy negativo, un balance plagado de bravatas, ineficiencia, y denuncias de corrupción en un régimen que no hizo de la honestidad la diferencia, y por ello, su futuro político está demasiado ligado a su porvenir judicial.