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José María Salcedo: “La muerte de Fujimori puede ser el renacimiento del fujimorismo”

En opinón de Salcedo, Velasco y Fujimori tenían políticas populistas, porque necesitaban recursos para hacer obras. Velasco estatiza porque los militares son así, y Fujimori para hacer caja e inversión pública. Foto: UDEP.

En medio de los devaneos sobre el terrorismo urbano y la suerte de Petroperú, José María Salcedo analiza, como “fujimorológo”, el gobierno de Fujimori y afirma que la muerte del patriarca podría significar el renacimiento del keikismo.

Para Salcedo, tanto Velasco como él tienen puntos en común, más allá que el expresidente haya desmontado el aparato del militar.

Ddlc: Usted ha publicado “Tsunami Fujimori”, “Terremoto” y el “El libro de sus sospechas”. A partir de eso, ¿qué podría comentar?

J.M.S: Bueno, a Fujimori lo podemos dividir en 3. El I, de la campaña, representa a un sector emergente de la sociedad peruana, a los informales, a determinados sectores marginales, porque se vivía el ocaso del APRA por el gobierno de García I, y el de la izquierda barrantista, por decirlo así, la más seria y democrática, con un Luis Alva Castro que, obtuvo, a pesar de todo, una votación espectacular.

Era la encarnación de esos sectores que no encontraban representación política - el eterno problema del Perú - y una crisis de Estado, porque no olvidemos que no solo comprende una serie de oficinas burocráticas, sino también se encarga de organizar la elección de un gobierno.

El II es el del shock y el del golpe de 1992. Mucho se puede afirmar sobre eso, pero hizo aquello por el carisma que tenía heredada de las elecciones, porque como se observó, el ajuste fue aceptado por los sectores populares. Otro no lo hubiera podido hacer. Vivíamos acosados por la inflación y el terrorismo. Por su parte, el golpe fue una medida muy popular porque la gente - como ahora - estaba harta del Congreso, y de los jueces.

La situación actual sí tiene precedentes. El golpe del 92 se realiza en contra de aquel Congreso impopular, pero evidentemente muy superior al actual.  

La virtud o “suerte” de Fujimori fue haber capturado a Abimael Guzmán, quien cae luego de años, por un trabajo de inteligencia. Ahora la gente afirma que “la policía no hace nada”, pero no entiende que es porque carecemos de un sistema de inteligencia adecuado, con constantes cambios de personas y políticas.  

El último es el que quiere la reelección, controlar el poder, a pesar que este lo tenía Montesinos, donde había restricciones de la libertad de expresión, en el sentido que había “prensa chicha” a la que se le dictaba por titulares pagados. Es el liquidado, sometido al asesor. En esa época todos fueron errores.

Ddlc: El 5 de abril fue una fecha que marcó los años recientes de la política contemporánea. ¿Cómo la calificaría desde un punto de vista constitucional y político?

J. M. S: Ese día ocurrió lo de siempre, cada vez que un gobierno no tiene mayoría en el Congreso. El gobierno, parlamento o Fuerzas Armadas dan un golpe. Es decir, ese riesgo siempre está latente, aunque en la actualidad no sean usuales los golpes militares. La medida fue apoyada por las masas, en el contexto de una decadencia de la democracia en varios países de América Latina. Los pueblos apoyan golpes. Venezuela es un ejemplo: el chavismo nace de un intento de golpe contra el “establishment” degenerado e impopular que había en ese momento, y continúa hasta hoy, cambiando una serie de aspectos.

Sobre el autogolpe, existen muchas leyendas. Dicen que, si no daba el golpe, a él se lo iban a dar. Máximo San Román dice no, que se estaba colaborando con él.

El 5 de abril se veía venir, porque el expresidente veía al Congreso como un estorbo, y, según su entendimiento, al terrorismo no se le podía combatir en democracia. Ejecuta el golpe, que tiene un final feliz porque se captura al líder senderista. Pero fue provisional, porque la OEA hizo entrar en razón al Perú. Esa es la diferencia, y no le quedó más remedio que aceptar la redemocratización a través del Congreso Constituyente Democrático en la famosa cita de Nassau (Bahamas), en la cual el país se compromete a elaborar una constitución democrática, y someterla a referéndum, lo que ocurrió.  

Ddlc: Los procesos judiciales fueron tortuosos. ¿Que nos podría comentar sobre los mismos? Mario Saldaña comentó que lo único que se le podría probar sería la indemnización a Vladimiro Montesinos y una inhabilitación política permanente. Efraín Rúa, en su libro, critica acremente a Fujimori, pero en el caso de La Cantuta, se menciona que la orden era detener a los sospechosos, no asesinarlos.

J.M.S: Estos juicios tienen un ribete político, porque son una especie de rendición de cuentas, especialmente cuando han sido gobiernos prolongados, como ocurrió con Leguía, pero también con Toledo, Humala, Kuczynski. Constituyen una reacción política de la sociedad, y de los grupos opositores a esos presidentes, sean o no dictatoriales.

No soy un experto en el tema, pero me parece que la “autoría mediata” fue creada para sancionarlo, así como para sancionar a los nazis en Nuremberg se creó la “lesa humanidad” para aplicarla, considerándose necesaria desde el punto de vista político. No olvidemos que la condena al expresidente fue por los casos “Barrios altos” y “La Cantuta”.

Tiene razón Mario Saldaña cuando habla de la CTS, pero lo demás se hace por la teoría de la autoría mediata. Es un tema debatible, y no tengo respuesta. Los nazis afirmaban que “solo recibían órdenes”. Los apresados y condenados a muerte constituyen una minoría, y al igual ocurrió cuando cayó el régimen soviético, a excepción del rumano Ceaucescu y su esposa, que son fusilados de forma ilegal. Solo un pequeño grupo fue sancionado. Esto es propio de las transiciones, que por lo general no se hacen con justicia, sino con arreglos.

Ddlc: ¿Tiene usted alguna versión, una opinión sobre el regreso del expresidente al Perú? Se habló del exalcalde de San Isidro, Germán Kruger, hasta de Dionisio Romero.

J.M.S: La verdad que no. Solo recuerdo haber estado en alguna reunión donde le escuché decir a Luisa Cuculiza que el expresidente iba regresar, y que se coordinó con los estadounidenses. No se iba a detener el avión. En todo caso, estaba totalmente equivocada. Le pedí una entrevista a él y a su abogado, y no me la concedieron.

Ddlc: ¿Cuál es el balance de su gestión económica? ¿Por qué no se privatizó Petroperú o Sedapal?

J.M.S: Cuando fui a Palacio, por encargo de Hernando de Soto, con él instalado en el poder lo encontré en su despacho, y me dijo: “las cuentas están muy mal, peor de lo que esperaba… no cuadran”, “no hay plata, no hay nada”.

Las privatizaciones no tienen que ver con la filosofía política, sino con la necesidad de hacer caja. Fujimori no era un pensador liberal, ni seguidor de los Chicago Boys, esas son etiquetas que le han puesto después, pero sí pragmático. ¿Porque no las liquidó? Privatizar es muy difícil, como en el caso de Petroperú, y además existe un sentimiento nacionalista. El golpe de Velasco, auspiciado por “El Comercio”, es para evitar el contrato de Belaúnde con la IPC. La famosa página 11 se conoce cuando Loret de Mola informa que se ha perdido, y se dijo que había ocurrido porque ahí estaba demostrado el entreguismo.

En el caso de Sedapal ocurre algo parecido. La gente teme que, si la compañía pasa a ser privada, el costo de servicio se va elevar, lo cual es probable, porque lo que se paga ahora no representa el costo real. La gente no desea privatización porque sea estatista, comunista, sino porque no quiere pagar más. Es más, creo que nunca estuvo en cartera su venta.

Ddlc: ¿Cómo entender la corrupción de su gobierno? ¿Por qué salieron Jaime Yoshiyama o Santiago Fujimori?

J.M.S: De Yoshiyama no sé. De Santiago me consta que Montesinos conspiró para indisponerlo frente al expresidente. Se sintió opacado, y se apartó del gobierno. La corrupción es normal en todo gobierno. No nos engañemos. La de ese periodo comparada con la posterior es menor; ¿porque Fujimori y Montesinos eran buena gente? No; porque había menos dinero. En el de Leguía hubo, pero a él no le encontraron nada. Muere pobre.

En el caso de Fujimori hubo en la compra de armas, necesarias para defender la frontera, y luego lograr la paz con Ecuador. Se adquirieron los famosos MIG 29 (en estos días se conmemora la firma de la paz con ese país), mientras Montesinos empieza a rodearse de empresarios y reparte dinero. Todo círculo de poder genera corrupción, porque esa es la tendencia natural de quien tiene el gobierno.

Ddlc: ¿Cómo calificar la personalidad de Montesinos?

J.M.S: Interesante. Le pedí una entrevista, y no me la concedió. Luego, le envié un cuestionario escrito a través de su abogada, y a través de un documento me dice que “el Dr. Montesinos dice que lo conoce”; contesté no, y luego él replica que me conoció en el despacho del general…en el año setentaitantos. Con eso demostró que tiene muy buena memoria.

Me gustaría saber para qué tenía 48 millones en Suiza. ¿Qué hacía ese dinero ahí, y cómo llegó? No creo que haya sido para enriquecerse, comprar un departamento en Miami o algo parecido. Considero que tenía una visión de país contradictoria, pensaba que había que hacer un proyecto nacional.

No es un vulgar corrupto. Eso quiero dejarlo claro. Sirvió de alguna forma como un estratega que le fue útil a Fujimori. Hay que leer sus libros. Son aburridos, pero deslizan una idea de país que hace recordar de alguna manera a los militares de Velasco. Él era de esa época.

Ddlc: ¿Cuál es el futuro del fujimorismo, sin su líder? ¿por qué no formó un partido?

J.M.S: Porque el populista no forma partidos. Un rasgo principal es la relación directa del líder con las masas, sin intermediarios. Llega al poder con Cambio 90, que tenía un ideario muy superior a los 40 o 50 partidos que buscan inscribirse ahora. Después con Nueva Mayoría se volvió un instrumento. No quería un partido, digamos, que lo obstruya, o de alguna manera lo condicione.

El partido lo ha formado su hija, quien tiene el enorme mérito de hacerlo estando su padre en prisión. Fuerza Popular sigue existiendo, y es el único que no ha tenido tránsfugas o deserciones - salvo Jorge Morante, o Juan Carlos Lizarzaburu - es mucho más estable que Perú Libre, APP, Somos Perú, y más orgánico.

Hablamos de partidos, pero obviamos estos esfuerzos. Ojalá que renazcan el APRA o el PPC.

Ddlc: ¿En qué se parecen Fujimori y Velasco?

J. M.S: Primero, a los dos les decían Chino por sus rasgos físicos. Velasco era de ojos rasgados con rasgos andinos, y Fujimori era japonés. A los dos no les gustaba la institucionalidad, el Estado de derecho, ni los abogados en general. Velasco les llamaba “cojurídicos”.

En tercer lugar, ambos tenían esa capacidad de relacionarse con el pueblo, sin intermediarios, cara a cara. Tenían una buena comunicación no verbal, esa característica corporal.

Por supuesto, sus políticas económicas eran distintas, aunque no tanto porque eran populistas, porque el presidente necesitaba recursos para hacer obras. Velasco estatiza porque los militares son así. El ejército es una institución estatal, y el militarismo quiere ser dueño de todo.

Ddlc: Fujimori, en entrevistas recientes, habló de su interés en participar como candidato presidencial. ¿Puede imaginar como hubiera sido su gobierno 2026 o al menos su plan de gobierno, o su campaña?

J.M.S: No puedo pensar cómo hubiera sido. Era muy difícil que haya sido candidato. Su abogado, Elio Riera, me decía que iba a serlo, y su entorno afirmaba que estaba muy bien, pero tenía un cáncer incurable, con metástasis. Entonces deduje que lo hacían para presentarlo como un símbolo, diciendo que podía o que iba a ser un candidato, pero parece que fue una simple táctica. No creo que haya sido en serio, de ninguna manera.

Si hubiera llegado al gobierno, lo dudo. Mucha gente decía que sí, y habrían dicho que Boluarte y cía. nos había engañado, diciendo que estaba en poco menos que rigor mortis, y que justificaba un indulto humanitario. Sinceramente, una campaña electoral lo hubiese destruido.

Cuando apareció era un hombre no solo joven, sino sano y ágil, que se movía mucho. Caminaba, corría, subía a un helicóptero. La gente que se paró frente a su cadáver era del sector que nunca había sido visitado por un mandatario. El Perú es un país todavía incomunicado, con villorrios y pueblos alejados, en el cual cualquier autoridad tendría que desplazarse, para que vean al “dios” en carne y hueso. Con más razón si se produce un terremoto o una tragedia.      

Ahora, la muerte de Fujimori puede ser el renacimiento del fujimorismo, porque realmente estaba delicado. Es decir, el indulto no fue un engaño. Su última imagen y el último acto - su muerte - no fue una farsa. Ese es un factor que puede usar Keiko si quiere ser candidata, puede ser una piedra de toque.