¿Es la democracia un negocio?
A los escasos soles de mi billetera debí robarle unos más para imprimir un texto de Andina y que tiene por largo título, el siguiente: PNUD, financiamiento público a partidos debe verse como una inversión para asegurar la democracia http://www.andina.com.pe/Espanol/noticia-pnud-financiamiento-publico-a-partidos-debe-verse-como-una-inversion-para-asegurar-democracia-472826.aspx#.UiYvfjbrxIo y fue la funcionaria de NNUU Rebeca Arias a quien voy a cobrarle algún día.
Debo confesar que ignoraba que la democracia fuera un negocio. De ser así aquello a que reputan como sistema de ese jaez, ha sido una de las engañifas masivas más atroces que pueblo alguno padezca a lo largo de más de 180 años de vida republicana. Autócratas, dictadores, corruptos, mentirosos patológicos, serviles, con las rarísimas excepciones que confirman la regla, han sido los habituales "referentes" de nuestra atribulada vida política. En los días que corren ¿no estamos acaso asombrados hasta la náusea de las propiedades inmobiliarias por millones de dólares de dos ciudadanos que fueron presidentes?
Doña Rebeca dice así: "el financiamiento público no debe considerarse un gasto, sino más bien una inversión en el fortalecimiento de la democracia; es importante que así lo entienda la población", refirió".
En castellano mondo y lirondo esto significa que el pueblo peruano pagará las campañas electorales de los llamados partidos políticos que no pasan -como hemos dicho múltiples veces- de clubes electorales, parvadas hambrientas por nutrirse de la cansada ubre del Estado que 30 millones de personas mantienen con sus impuestos. Hasta hace poco cada agrupación buscaba los fondos debajo del colchón, avisaba a los amigos narcotraficantes, o cobraba porcentajes por los favores otorgados durante su paso por Palacio, en forma de honorarios por "conferencias" y llevaba a sus representantes a Plaza Bolívar y a Palacio.
Volvamos a la señora Arias: "el financiamiento público a los partidos forma parte de un paquete de reformas políticas y electorales que requiere el país". En otra parte de sus declaraciones afirma rotundamente que "la entrega de recursos estatales a los partidos políticos permitirá que las colectividades políticas puedan institucionalizarse, tener una presencia real a nivel nacional, formar a sus cuadros partidarios y, sobre todo, evitará el ingreso de dineros ilícitos en la política."
Todas las maravillas antedichas en el párrafo anterior, según Rebeca Arias, se lograrán merced al financiamiento -bolsillo de 30 millones de peruanos- público. ¿Será verdad tanta belleza? Tengo algunos reparos y no hay que ser demasiado exigente como para desdeñar algunas sospechas.
Es evidente que el financiamiento sería una reforma porque ahora las campañas serán de un ahorro mayestático e histórico para quienes, de tatarabuelos a bisnietos, en todos los clubes electorales, antiguos o nuevos, se consideran con el "derecho" de ser diputados -y de repente senadores- o ministros o presidentes del sufrido Perú. Que lo pague el pueblo ¿quién otro? pareciera decirse.
¿Se institucionalizarán los clubes electorales y adquirirán personería nacional, formarán sus cuadros y evitarán el ingreso de dineros ilícitos en la política? ¿Qué van a hacer: comprar delegados en todas las provincias que levanten sus banderines o lemas ramplones? ¿Van a -al estilo de múltiples organizaciones que justifican así sus gastos contables- organizar fórums, charlas, vigilias, humoradas, marchas y campañitas, para formar sus "cuadros partidarios"? El buen humor tiene límites, los liderazgos no se ordenan a la carta y según quien provea de fondos sino que se fraguan en el fuego de la lucha de principios, la honestidad vívida como práctica ejemplar y la ley del mejor esfuerzo con limpieza en la ejecutoria pública, ¿cómo pueden funcionarios tan bien pagados recitar tanta poesía inane y encubridora de sistemas de clientelaje y tutela desde el Estado hacia el gobierno cualquiera que éste fuese?
No pocas veces, de forma mañosa, por imposición de contratos leoninos o maniobras desde los gobiernos, el pueblo peruano pagó por la construcción de obras que debieron ser parte de la inversión de quienes se llevaron la parte del león: verbi gracia, gasoducto de Camisea cuyos fondos salieron de los recibos de luz sufragados por el pueblo. Ahora se nos propone que también financiemos las campañas de capituleros especializados en el asalto del Estado como comportamiento natural y añejo.
¡Cómo faltan las voces protestantes y cuestionadoras! ¡Aquí se impnen sistemas y la gran prensa calla en todos los idiomas! ¿Cree usted que los clubes electorales, directos beneficiarios de estos suculentos y futuros fondos, dirán algo en protesta? ¡Primero llueve para arriba o nos invaden hombres y mujeres decentes capaces de hacer la gran transformación y conseguir la victoria que nos debe el porvenir!