Coca-Cola y la Navidad privatizada
Estoy enterado de que mucha de la parafernalia de la Navidad contemporánea es de la cosecha de la Coca Cola y su ingente publicidad. Tan así que el rollizo e inverosímil Papa Noel es básicamente una creación de dicha transnacional.
Puedo aguantar esa atmósfera consumista y artificial (con nieve falsa y todo), pero esta vez se han pasado de la raya: la Coca Cola ha ocupado el espacio público. A unas cuadras de donde vivo, la Av. Conquistadores (una de las principales del distrito de San Isidro) ha estado siendo cerrada todos los sábados y domingos de diciembre en la tarde y noche para realizar desfiles navideños de la Coca Cola (con música gringa, fuegos artificiales y un show estilo Disney de dudoso gusto). Un retén de policías impide con vallas el paso a todo vehículo que intente pasar, incluyendo los de los vecinos. Grandes rodeos y un transporte público desviado a calles por las que no transita, generando confusión y embotellamientos. Todo ello con la autorización y apoyo de la Municipalidad del distrito.
El domingo 4 a las 19:45 estaba regresando a casa con mi madre, quien estaba manejando el carro. Para llegar a nuestro edificio teníamos que cruzar la Av. Conquistadores (que une el Óvalo Gutiérrez con Javier Prado). Tratamos de hacerlo, dado que no pensábamos esperar una hora para entrar a nuestra casa (que estaba a una sola cuadra). Literalmente, no había ninguna otra vía de acceso kilómetros a la redonda. La municipalidad había cerrado la única otra unos meses antes, sin consultar a los vecinos.
Teníamos que atravesar tres vallas con policías para abrirnos paso. En las dos primeras, tras reclamar acceso en calidad de vecinos, los agentes accedieron de mala gana a dejarnos pasar mostrando nuestro DNI. Era lo mínimo a lo que teníamos derecho.
Sin embargo, en la última, que cerraba el acceso a Conquistadores, dos agentes de ambos sexos y un par de inspectores de tránsito se negaron neciamente a dejarnos pasar, pese a mostrar el DNI. La municipalidad, por cierto, se había limitado a mandar publicidad del desfile a los vecinos, en vez de salvoconductos para que los vecinos pudiesen llegar a sus casas.
Los policías nos acusaron "no tener educación", de ser unos agitadores e irracionales y unos "abusivos". Curiosamente, el supuestamente agente "civilizado" despedía un hedor penetrante. La que parecía ser una regidora tomó partido por ellos y dijo que veníamos a "arruinarles la fiesta". Además inventó que mi madre había dicho "chola de mierda a la agente". Mi madre es lo que llamarían una dama caviar... así que proyectó sus actitudes de prejuiciosa o la policía, quien dijo de nosotros que "no éramos verdaderos peruanos", andaba con ánimo de calumniar. Parece que reclamar cuando atropellan nuestros derechos es un grave acto de insubordinación.
Pedimos los datos de cada agente. El más audaz se negó a darlos, dijo "no tener ni nombre ni DNI" (me pregunto si lo podrían detener por eso). Parecían dispuestos a denunciarnos por "desacato". Finalmente hubo que esperar más de una hora y soportar el alienado desfile navideño - que por cierto no había empezado cuando llegamos - para que los agentes se "dignasen" a dejarnos pasar a nosotros y a la fila de cerca de una cuadra de carros que habían tenido la mala suerte de pasar por ahí.
Quienes nos quedamos ahí esperando sufrimos, fuera de bromas, un atropello a nuestros derechos humanos. Concretamente a la libertad de tránsito. Es un verdadero escándalo que las municipalidades cierren calles, saquen policías y violen la libertad de tránsito para que las corporaciones hagan publicidad ¿No acusan de agitadores a quienes hacen lo mismo en las regiones y hasta declaran Estados de Emergencia? No puede ser que para celebrar la Navidad paguemos con nuestros impuestos y molestias la publicidad de dudoso gusto de Coca Cola. La calle es de todos y cuando la municipalidad de San Isidro promueve estas manifestaciones no se comporta como la del mejor distrito del Perú, sino como la de cualquier localidad bananera.
Magdalena de Monzarz, alcaldesa de San Isidro y promotora del delirante desfile navideño, fue revocada de su cargo el 14 de diciembre, por el Jurado Nacional de Elecciones, que no reconoció la renuncia que en octubre último hizo por motivos de salud su antecesor, Raúl Cantella. De momento, se aferra al cargo sosteniendo que las observaciones del JNE son subsanables. En todas partes se cuecen habas y parece que en mi distrito impera el desgobierno y quienes no tienen criterio, desde que el PPC volvió a la alcaldía a inicios del año.
*Esteban Poole Fuller estudia Derecho y Comunicación en la PUCP y es miembro del grupo literario Suicidas.