Detras de la cortina

¿De cabeza?

Cuando cualquier ciudadano lee los medios - qué le queda - y revisa los titulares, encuentra las noticias más absurdas, las cuales describen decisiones sin ningún sentido. La racionalidad, para empezar, hace años que está ausente en nuestra vida política.

La primera de ellas es el silencio de parte de la gran prensa (¿?) frente al caso Toledo. Las versiones sobre Kuczynski y otros funcionarios no merecen ni una mediana cobertura en muchos de estos. Ahora es más importante conocer sobre el caso Keiko Fujimori - el que va a mayor velocidad, no sabemos por qué razón -, el poder de la mafia venezolana del Tren de Aragua (una manga de delincuentes que ingresaron sin ningún filtro, que llegó acá “gracias” a la generosidad del expresidente Kuczynski), los padecimientos del grupo LGTBIQ+ o acápites de ese estilo.  

El presidente del Consejo de Ministros, Alberto Otárola, y la Canciller Gervasi viajan a Europa para iniciar la gestión de nuestro ingreso a la OCDE. ¿Qué reformas políticas y administrativas ha realizado el Estado para alcanzar los estándares mínimos requeridos por esa institución?

Se pide al Congreso que apruebe una ley para que la mandataria pueda gobernar en línea. ¿No sería mejor impulsar, como una medida transitoria, que el el PCM, Alberto Otárola, pueda quedar encargado del despacho presidfencial, cuando la presidenta Boluarte se ausente? Esta situación, sin embargo, no debe llevarnos a "normalizar" que no tengamos vicepresidentes. 

Nos enteramos también que se levantan críticas a la jefa de Estado por la salida del presidente de TV Perú, y nos preguntamos. ¿No tiene el derecho, el gobierno de turno, a poner alguien de su confianza?

El problema va más allá de Boluarte. El asunto es cómo hacemos para que TV Perú, Andina o Radio Nacional, sean medios del Estado, y no del gobierno de turno.

Otra noticia que nos causó sorpresa - si es que algo puede causar sorpresa en nuestro país - es el desinterés que está mostrando el Congreso en debatir y votar a la denuncia contra Zoraida Ávalos, de quien cada vez se encuentran más indicios o evidencias de su pobre gestión al frente del Ministerio Público, y donde por su inacción e incapacidad las investigaciones a los expresidentes Martín Vizcarra y Pedro Castillo andan a un ritmo desesperadamente parsimonioso. La única probable causa es que la Sra. Ávalos esté haciendo “gestión de intereses” entre los legisladores encausados o investigados, que no son pocos, para conservar su puesto. Y ni qué hablar de su irregular inscripción del expresidente como candidato, pese a una inhabilitación política. Impresionante.

Nos informamos, además, que el Sr. Nicanor Boluarte, hermano de la presidenta, quiere formar un partido, lo cual es legal, y hasta necesario. Pero lo que resulta antiético - por decir lo menos - es que quiera formar cuadros partidarios con los funcionarios de su hermana. Y la prensa silba bajo.

Llama la atención también la “sorpresa” de la epidemia del dengue. ¿Cómo puede ser inesperado un hecho inminente, por los problemas climáticos que tenemos, y por el pésimo servicio de agua y alcantarillado que poseen nuestros hermanos del norte? ¿Por qué no se mandó a fumigar, con el apoyo, por ejemplo, de las Fuerzas Armadas?

El gobierno nombra una comisión consultiva para el combate y control del dengue, teniendo un ejército de asesores. ¿Y en el sector Justicia se nombra una comisión de preclaros constitucionalistas?

¿Cuál es el papel entonces, del ministro, del viceministro, de los directores generales y de línea de ambos ministerios? Aunque su labor sea ad honorem, el gobierno tendría que explicarnos la causa de su creación.

Por último, seguimos esperando que la silente fiscal Patricia Benavides nos dé nombres de los responsables de las algaradas producidas semanas atrás, y que designe otros integrantes para renovar y fortalecer al desgastado, mediático, e improductivo grupo especial Lava Jato. Y también que el gobierno sea más enérgico sobre el informe de la sesgada Comisión Interamericana de Derechos Humanos acerca de las jornadas violentas del verano sangriento que tuvimos. Poco falta que, a este régimen débil, y por momentos errático, se le llame hambreador y genocida, de acuerdo a la fraseología senderista.

¿O seguimos de cabeza?