< Detras de la cortina

¡Caos, estancamiento y recesión ¡

Lench remarca la necesidad de proponer un Plan de Emergencia Nacional donde participen profesionales de experiencia que conozcan los sectores y el sector privado en su diseño, colaborando con la gerencia de políticas públicas.

Los problemas de gobernabilidad por los cuales venimos atravesando, la crisis y tensiones por agitaciones políticas elevadas, acompañada de protestas sociales, incremento de la violencia y bloqueo de carreteras, marca un punto de inflexión que nos permite afirmar que continuaremos con una economía estancada o podríamos entrar en un problema no previsto de recesión técnica. Tenemos en pobreza 8.6 millones de pobladores y extrema pobreza 1.3 millones de pobladores con desigualdad, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). La economía según el ministerio de Economía y Finanzas (MEF), ha perdido 3,200 millones en producción por protestas sociales.

El MEF señala un crecimiento de 3% a 3.5% apoyado por el reciente plan de reactivación Con Punche Perú. El BCR 2.9%, el BCP 2.3%, Scotiabank 2.4%, Macroconsult 2.1%, Moody’s Analytics 1.9%, Thorne & Associates 1.9%. La demanda interna que es la suma de la inversión más el consumo público y privado sufrirá un importante deterioro, además los sueldos y salarios seguirán bajos, con menor poder adquisitivo por la inflación. La proyección oficial es 4.5% el 2023. Mapfre Economics señala que ante la coyuntura compleja la inflación podría llegar a 5.2%, y según el Instituto Peruano de Economía (IPE) de agudizarse la situación ahora podríamos oscilar entre 6.4% y 7.8%.

En enero 2023 la inflación de alimentos perecibles agrícolas: papa, legumbres, hortalizas ha sido de 26.5% según el BCR. Es decir, estamos pagando más en los artículos básicos como son los alimentos, que, junto con la energía, es donde se concentran las más fuertes alzas de precios.

Si a esto le unimos que la mayoría de los Bancos, Cajas Municipales y Financieras, han subido los tipos de interés, esto implica menos consumo de las familias y menos actividad para las empresas, factor que puede disparar el desempleo.

La inversión privada que es el 80% de la inversión total del país, y que genera empleo según el BCR, crecería 1% en el 2023. Sin embargo, empresas y consultoras señalan que caerá por incertidumbre. Macroconsult, Scotiabank, Thorne & Associates y Credicorp Capital esperan una caída de -2.8%, -2.3%, -1.1% y -1%. Hay que tener presente que 300 mil jóvenes se incorporan anualmente al empleo informal y de baja productividad. La informalidad laboral quedara estancada o empeorara este año.

El 2023 habrá un bajo nivel de inversión pública proyectada -8% por el BBVA, y se vería afectada por el ingreso de nuevas autoridades, las cuales recibirán un elevado presupuesto para inversión pública.

Como sabemos, el gasto público no se distribuye correctamente, ya que tenemos un sector público fallido con muchos casos de corrupción, que es incapaz de acompañar e impulsar a nuestra economía, por tener una maraña burocrática de tramitología, y resulta incapaz de actuar para revertir la desconfianza empresarial.

Con la última renuncia de la ministra de la Producción tenemos una demostrada carencia de liderazgo, y por tanto visión de futuro, un equipo ministerial sin cohesión interna. Adicionalmente un Congreso de bajísima calidad caracterizado por proponer y fomentar políticas populistas que incrementan y que mayormente defiende que sus propios intereses. Debemos reconocer que hemos vuelto a la inestabilidad e impredecibilidad política. Tenemos un gobierno de transición, sin apoyo congresal que ha ingresado a la confrontación y el populismo.

Las nefastas proyecciones para el presente año se explican por los aberrantes hechos políticos y la mala calidad de las políticas públicas, que ha terminado dañando gravemente la confianza empresarial y la del consumidor. Continúa faltando un buen equipo elemental de gerencia publica que acompañe a la presidenta para evitar que la inversión pública siga siendo tan pobre en monto y en calidad.

Adicionalmente, no hemos podido apreciar ninguna reforma económica, sin embargo, los intentos de reforma “judicial” y “política” han significado, y resultado ser simples bromas de mal gusto.

Por tanto, es necesario proponer un Plan de Emergencia Nacional donde participen profesionales de experiencia que conozcan los sectores y el sector privado en su diseño colaborando con la gerencia conjunta de las políticas públicas. Esto es urgente si queremos levantarnos y poder mirar nuestro futuro con optimismo. No preocuparnos por el crecimiento económico es jugar muy peligrosamente con el futuro del Perú.

No debemos olvidar que un gobierno débil, un Congreso al extremo populista y un próximo proceso electoral que debe ser necesariamente el 2023 con mucha incertidumbre, nos puede llevar al precipicio, en vista que actualmente la economía se encuentra en cuidados intensivos y al parecer no existe ni la más mínima idea de cómo aliviar al paciente.

Concluyo sosteniendo que tenemos un Estado que está a la deriva, donde quien conduce no solo no gobierna sino contribuye al caos. Aprender de nuestros errores y aciertos es importante en momentos tan difíciles como este.