Entre la historia y la histeria
La proclamación del próximo gobernante nos encuentra entre la histórica celebración de los nuestros 200 años de independencia, y la irritación por una crisis sanitaria, económica y política que, no tiene cuándo terminar.
Un jurado que no da garantías, candidatos que no logran convencer, ofertas populistas, extremistas, una prensa que no cumple su labor, un Ejecutivo que no asume una posición clara frente a hechos graves de subversión, o que confunde el presente con el futuro al hablar de la vacunación, y que insiste en un cierrapuertas que agrava la situación que vivimos en la actualidad.
Pero sin duda, lo que acapara nuestra atención es la segunda vuelta aún en una fase legal, donde ganará quien demuestre que tiene más votos, en un escenario que se traslada de una mesa de sufragio a un tribunal electoral.
Si las denuncias de Fuerza Popular fueran admitidas, discutidas, y se comprobaran, además de representar la cantidad de votos que se afirma representan aproximadamente 300 mil, la balanza se inclinaría para el neofujimorismo. Esto dependerá no solo de la contundencia de las pruebas, sino de la labor del Jurado Nacional de Elecciones, sobre el cual han recaído muchas sospechas desde que se inició el proceso electoral.
Por cierto, no vemos que se otorgue la cobertura que se merece a tan grave denuncia en la gran prensa, se relativiza, y mayormente, las voces que se presentan tienden a relativizar el hecho, o a negarle importancia. ¿Qué hubiera ocurrido si el denunciado fuera Fuerza Popular?
A estas alturas, es ocioso mencionar las monumentales carencias de ambos candidatos, a cada cual más, en el caso de Castillo no solo con propuestas simplistas y hasta extremistas, que probablemente no se puedan cumplir por un asunto de contexto, y por otro lado, otra candidata, la señora Keiko Fujimori, quien resulta incapaz de reducir en forma apropiada su anti voto, sino que sus propuestas, por inercia, más viables que las de su contendor, no calan lo suficiente en la población. Como aparentemente tampoco han calado sus argumentos sociales y políticos. Ni siquiera aspectos tan delicados como los de las AFP o Cajas han logrado un viraje hacia su posición, ni la penosa presentación de Castillo en el debate donde, por cierto, se omitió el tema más importante: la reforma política.
Gane quien gane, se enfrentará a una población ansiosa por resultados, harta de la situación, y preocupada por la crisis, ante lo cual un gobierno responsable debería actuar con eficiencia y eficacia, de inmediato.
En ese escenario, percibimos un gobierno de Castillo más complicado, por su composición, su mayor carencia de planes y equipos, y por la definición ideológica que debe hacer, y que le tomará varios meses, tiempo en el cual el país seguirá, por lo menos, semi-paralizado, con todo lo que ello implica.
Ya se habla, por ejemplo, en el flamante equipo de gobierno de Perú Libre de Pedro Francke, Manuel Rodríguez Cuadros, lo que nos hace suponer el perfil que podría tomar, pero como se sabe, hasta el cierre de esta edición, este variopinto grupo, no ha presentado un solo Plan de Gobierno, ni bueno ni malo. Solo el Ideario, que es un documento de terror.
A todo esto, se añade una inoportuna, por decir lo menos, llamada del presidente Sagasti a varios personajes vinculados a ambos candidatos, para que, según él, ayudaran a reducir las tensiones, y a crear un mejor clima. Pero las comunicaciones del presidente probablemente lo enrarezcan, al igual como la nulidad de sentencia del líder del Perú libre, y los rumores de seguidores de Perú Libre que llegan a Lima en tropel, según afirman para, al igual que los votantes de Fuerza Popular, defender su voto.
Nos encontramos pues, entre la historia y la histeria.