Tránsito en Lima: Por una autoridad única (II)
El tema del tránsito ineficiente en nuestra capital y por décadas, ha logrado unir a la opinión pública en el sentido que es imperativo cambiar todo lo hecho hasta el momento para mejorarlo. Es evidente que un tránsito caótico incide en la calidad de vida de todos, en frustración, tiempo malgastado, mayores costos. Sin contar con las macabras estadísticas de cifras y muertes.
La mayoría de los ciudadanos estamos a favor de la creación de una Autoridad Única de Tránsito, como acertada y oportuna solución. Cambiar todo en favor del usuario, el derecho a la calidad, el orden y tranquilidad para el estado y la racional toma de decisiones, justas para todos.
La AUT deberá ser responsable –-premunida de todas las atribuciones que necesite- de terminar con la insufrible, abusiva, maraña de decretos, leyes, disposiciones, reglamentos, derechos, etc., sustentadas por entes abiertamente antagónicos, ya sea para mejorar o regular por un lado, y por otro, por aquellos que no desean ser dejados de lado en el negocio. El tiempo pasa y nunca están de acuerdo o no mantienen su palabra, en consecuencia el problema persiste y empeora. Sólo aumenta la decepción del ciudadano.
La Autoridad Única de Tránsito, para empezar, debería terminar con las siguientes prácticas:
-Injerencia de los Concejos Distritales y Provinciales y aún metropolitano, que intervienen en los asuntos que no son de su competencia, como el caso de Huarochirí, y los ómnibus que circulaban en Lima. ¿O alguien se benefició en Huarochirí?
- Emisión de brevetes para conductores de vehículos pequeños, no estándar para taxis, ¿Con qué autoridad se omitieron, dónde fue? Naturalmente, la AUT deberá tener bajo control todo, hasta ahora manejado por el Ministerio de Transporte y Comunicaciones, en lo que se refiere a Transporte.
-Control y Adjudicación de derechos de tránsito masivo, transporte público, será un objetivo medular de su creación. Terminar con las llamadas licitaciones de las vías y de las renovaciones mensuales. Corrupción, informalidad, caos, maltrato. “El Comercio”, hace un par de años se acercó bastante, pero no reveló los entretelones de este sistema.
-Policía de Tránsito e Imposición de Papeletas por infracciones. Aún recordamos la sensación que sentimos al leer y conocer el problema de las papeletas impagas y los montos. Fue a través del diario “El Comercio”, y nada menos que reveladas por una importante autoridad de la policía de tránsito. Aún sorprende el mismo asunto.
-¿El control de tránsito no puede ser manejado por elementos civiles, debidamente enseñados y calificados? Aquí no podemos ignorar la falta de capacidad que han demostrado muchos policías de tránsito.
-Acabar con la burla actual de la Ordenanza 1876 p.e. terminar con la intervención en las rutas de transportes, de empresas fantasmas, informales que sólo lucran, y usan testaferros. No tienen ningún interés en el servicio.
Terminar con las coasters, sucias, incómodos y peligrosas. ¿A quién ha correspondido en tarea de inspección y aprobación no sólo mecánica? Control de boletaje y seguros SOAT.
-Acabar con el cuento de las Papeletas por infracciones de tránsito. No pueden ser disuasivas. Deben ser penalizadoras a trasgresiones, y calculadas de acuerdo al nivel de ingreso del país. Jamás deben ser acumulables. Si no son pagadas en los plazos establecidos, tendría que confiscarse los brevetes.
-Desaparecer la reciente disposición según la cual las personas mayores son obligadas a someterse a pruebas de conocimiento de reglas de tránsito. ¿Sólo para ofrecer pseudo escuelas de reglas por una módica suma que aparecieron oportunamente alrededor de los centros de renovación? ¿A qué profesión se obliga en el país a repetir pruebas-exámenes- ya aprobados por el Estado? La renovación de la licencia de conducir sólo debe depender de la salud del conductor.
-Terminar con el apoyo que a empresas que han trasgredido las reglas, por ejemplo, Orión. Ahora cambia de nombre, con los mismos accionistas. ¿Quiénes reciben apoyo del Municipio del Callao? Diario Correo, 7 octubre de 2015.
Y también nos libraríamos de la terrible decepción de ver a un incompetente Ministro de Economía interesarse más por sus fueros, que considerar a los ciudadanos que hace años claman por un mejor transporte urbano. No ayuda y entorpece.