Carlos Eduardo Aramburú: Es más fácil mantener la estabilidad macroeconómica que lograr la inclusión social
Uno de los puntos que determinó el triunfo del humalismo fue el aspecto social. Su eslogan no pudo ser más efectivo: “Crecimiento con inclusión”, con lo cual remarcaba la necesidad impostergable de incorporar a más ciudadanos en los beneficios del crecimiento económico.
Para esto, lanzó audaces iniciativas como “Pensión 65”, “Cuna más” y “Beca 18” con lo cual atrajo a sectores olvidados o no bien atendidos: ancianos y jóvenes.
Carlos Eduardo Aramburú, profesor principal de la Universidad Católica, antropólogo, especialista en temas sociales analiza en esta conversación el papel de los programas sociales en el desarrollo sin olvidar, por cierto, su importancia como factor de gobernabilidad de un régimen que ha prometido eficiencia y eficacia en este aspecto.
Ddlc: ¿Cuál es el balance de gestión del gobierno aprista, en lo que se refiere a programas sociales?
C.E.A: Hay que reconocer que la política social del gobierno aprista fue tardía, creo que en los primeros años se privilegió el tema del mercado, la expansión de la inversión, el crecimiento y se descuidaron los aspectos sociales, hasta que se entendió que el crecimiento era una condición necesaria, pero no suficiente.
Pese a ello, hay resultados notables y hay que reconocerlos sin mezquindad. La pobreza bajó del 48% al 31%. Casi 18 puntos en cinco años, hasta el 2010. La desigualdad por el contrario se redujo en 8%. Acá hay una primera lección aprendida haciendo un balance de los programas: cuando básicamente es el mercado el mecanismo que está detrás de la reducción de la pobreza, ésta consigue reducirse. Pero la desigualdad no.
Para que la desigualdad se reduzca es necesario que haya una política social más efectiva que les dé a las personas con menos capacidades y oportunidades para beneficiarse del crecimiento económico.
En resumen, yo diría que el balance es positivo, pero hay muchas cosas por hacer.
Ddlc: ¿Qué impacto tuvo, por ejemplo, la fusión de programas? ¿Disminuyeron las filtraciones?
C.E.A: Respecto a la fusión, efectivamente, a inicios del gobierno aprista habían 83 programas sociales, mal coordinados, dispersos, con objetivos contradictorios, repetidos, y un problema de filtración que Enrique Vázquez de la Universidad del Pacífico ha determinado en varios miles de personas, sobre todo en los de carácter alimentario.
Nos hemos quedado en 23 programas sociales que siguen teniendo un problema de articulación, a pesar que con la estrategia Crecer algo se ha avanzado, pero el reto no es sólo relacionarlos, sino de hacerlos viables a nivel local, y ahí tienen que participar los gobiernos municipales y regionales que han estado ausentes.
Ddlc: ¿Cómo tener funcionarios y técnicos eficaces en los programas sociales, una de las grandes carencias de estos sectores? ¿Debería definirse este tema con una carrera pública administrativa especializada, recurrir a SERVIR o aprovechar el decreto de urgencia que permite la contratación de especialistas sin topes salariales, hasta diciembre?
C.E.A: Históricamente se ha pensado que hay que especializar los cuadros económicos y más bien politizar los sectores sociales, un gran error, en la creencia que es más fácil conseguir y mantener la inclusión social que la estabilidad macroeconómica. Hay que profesionalizar los cuadros sociales.
Creo que SERVIR se ha especializado en formar cuadros de gestión del estado y el tema operativo y funcional, pero sus gerentes no son especialistas en el área social, educativo, salud, justicia, microcréditos. Necesitamos un servidor público especialista en el área social, violencia doméstica, educación inicial, salud preventiva.
Tengo la impresión que si bien están entrando funcionarios con buenas intenciones, trayectorias importantes en la sociedad civil y vida académica a los sectores sociales, pero me preocupa su falta de experiencia en gestión pública. Muchos de ellos son funcionarios por primera vez, no conocen el manejo del sector público que es muy complejo y eso habla a las claras de la necesidad de desarrollar con urgencia una carrera pública especializada en los temas sociales.
Eso es un proceso de mediano y largo plazo que pasa por formar especialistas, por crear la carrera, por proteger al funcionario público que llegue a su puesto por concurso.
Ddlc. En ese sentido, ¿Qué opina sobre la creación del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social?
C.E.A: Creo - y eso lo he dicho en otros medios - que esta idea de tener dos ministerios, uno de Desarrollo e Inclusión Social y el MIMDES es un error. Hubiera sido importante darle al MIMDES todo el poder, reorganizarlo, hacer un viceministerio para temas de la mujer, sin lugar a dudas, pero que exista un solo ente rector.
Brasil ha creado un Ministerio de Desarrollo Social, que es la cabeza rectora de todos los sectores y hay un súper ministro, que realiza su trabajo coordinadamente con el ministro de Economía y el primer ministro. Acá lo que se debió hacer es dejar un organismo que trabaje en alianza con gobiernos locales y regionales, hubiera sido mejor.
Ahora, yo no he escuchado las razones del gobierno…No entiendo a qué obedece esta decisión. O era una decisión política. Darle a cierto grupo su ministerio.
Ddlc: Lo que se comenta es que querían darle a Kurt Burneo un sector, en vista que no fue designado ministro de Economía.
C.E.A. Pero eso no puede suceder. Los ministerios no se pueden dar como premios consuelo para apaciguar un grupo u otro.
Ddlc: El gobierno tiene fuerzas muy variadas y casi del mismo peso.
C.E.A: Lo que yo veo como hipótesis - ojalá me equivoque - a mediano plazo es que los mayores problemas del gobierno van a ser endógenos.
Ahora, sobre el nuevo ministerio me preocupa menos la burocratización que la fragmentación de los programas asistenciales que tendría el MIMDES y los promotores del desarrollo que estarían bajo el control del nuevo sector, cuando lo que muestra la experiencia es que el éxito se logra cuando se relacionan programas protectores, habilitadores y promotores.
Ddlc: Y que cada uno represente una fase…
C.E.A: Exactamente. Por ejemplo, la idea de JUNTOS es proteger al niño. Al niño hay que protegerlo a través de la vacunación, educación, cuidado, alimentación adecuada, pero cuando crece y es adolescente, no se trata de quitarle la protección y mandarlo a su casa.
Ese joven necesita capacitación técnica, microcréditos, apoyo para constituir una empresa, conseguir un trabajo. El programa habilitador tiene que ser la segunda parte del programa protector, y el promotor la tercera fase del habilitador. Si no, la posibilidad de desarrollo se pierde.
Ddlc: Sobre la desigualdad, Kurt Burneo, ha mencionado que la desigualdad de ingresos en el Perú es según el coeficiente GINI de 0.65 y no 0.47% ¿Bastará el MIMDES bastará para revertir eso? ¿Cómo se ha hecho para reducirla?
C.E.A. Disminuir la desigualdad es a veces más complicado que reducir la pobreza…
Ddlc: Y es ésta la que nos crea la sensación de frustración…
C.E.A: Eso es interesante, y tiene que ver con lo que los antropólogos trabajamos y son las expectativas. Si yo paso de una bicicleta a un Volkswagen, y veo otro similar a mí en un Bentley, eso me crea fastidio. Creo que una sociedad tan integrada y conectada como la peruana, que tiene la tasa de conexión a Internet más alta en toda América Latina - hay que ver cómo evoluciona Twitter y Facebook - y donde los jóvenes interactúan y saben lo que se pierden.
Además, me parece que esto ha sido agravado por los discursos triunfalistas del ex presidente García, se hablaba de millones, y la gente se pregunta ¿Dónde están? ¿Cuánto me llega a mí?
No hay una contradicción entre el hecho que la pobreza haya disminuido y la expectativa de la gente de ganar más, la percepción de desigualdad. Esto asociado a la revolución de los medios, al desarrollo de Internet y todo lo demás, pero también deja una lección a este gobierno: las expectativas son muy altas, y puede ser un factor de gobernabilidad muy delicado.
Ahora hay una fase de “luna de miel”, pero a partir del próximo abril o mayo se exigirán el resultado de las promesas.
Ddlc: ¿Qué tan viables son los programas Beca 18, pensión 65, Cuna más? ¿Cuánto cuestan y cómo se financiarán? En el caso de pensión 65, ¿no es lo mismo que el Programa Gratitud, una extensión de Juntos? En la práctica, ¿es una pensión no contributiva que en países como España empieza a generar problemas?
C.E.A: Hay que tener mucho cuidado en no confundir las cosas. Pensión 65 amplía los beneficios a 250 soles y la cobertura, además no está mal. Naciones Unidas ha hecho un estudio muy interesante sobre pensiones no contributivas que señala hay 500 mil personas adultos mayores que no tienen pensión y están en pobreza extrema. No es para todos.
Con respecto a Cuna más, es una reinvención de los Wawa wasi. El gobierno tiene el derecho a renombrar a sus hijos, pero hay que reconocer que ya existían, cualquier haya sido el creador. Me preocupa por ejemplo que en el caso de Cuna más, se haya pensado en ejecutarlo en 800 distritos que cubría JUNTOS, lo que está bien, pero qué pasa con la madre urbana que trabaja, y con su niño. Si se “ruralizan” los programas es importante, pero no se debe descuidar el área urbana. Y ésa estrategia no la veo.
Sólo Lima, por ejemplo, presenta en números absolutos cifras reveladoras: 93 mil indocumentados mayores de 18 años, 154 mil sin documentación ni partida de nacimiento. La segunda es Maynas con 33 mil. Si vemos estos indicadores andamos mal. 108 mil jóvenes de 12 a16 años no van a la escuela.
El tercer aspecto es sobre CRECER, articular con la base, empezando por la comunidad y se había avanzado. Pienso que las nuevas autoridades sociales no están al tanto, o no han dicho estarlo, sobre cómo continuar con esta estrategia. Quizás porque son nuevos o por desconocimiento. Ojalá no se retroceda.
Ddlc: ¿Y en cuanto a costos?
C.E.A: La inversión social localizada está en 6000 a 7000 millones de soles anuales, estamos a menos del 3% del PBI. El promedio latinoamericano es 8% del P.B.I., deberíamos estar al 5%. Pienso que tenemos que llegar - como dijo el primer ministro - a 9 mil millones de soles anuales, pero también gastar mejor. Y eso pasa por invertir en programas que creen capacidades y que generen oportunidades. Ahí está el reto.
Ddlc: Y además quitarle el sesgo asistencialista, partidarista y clientelista…
C.E.A.: Sí, porque como ya mencionamos las expectativas son muy altas. Y va a haber la tentación de favorecer con el programa mejor financiado a quien grite más.
Ddlc: ¿Cómo incorporar el criterio de mercado rentable en programas interesantes como Sierra Productiva?
C.E.A: Ha habido casos de iniciativas privadas que han funcionado como el de Láctea S.A, que trabaja en el centro que es muy interesante, empresarios trujillanos jóvenes y trabajan con una comunidad campesina, que tienen un mercado de queso de oveja.
Estos jóvenes firman un contrato con los comuneros que ponen su ganado y su trabajo, y ellos participan con tecnología y mercado. Los campesinos empiezan con un salario, hasta hacerlos socios en un programa que dura 20 a 30 años. Esta modalidad de empresa-comunidad se ha trabajado poco, generalmente para la minería.
Ddlc: Se presentan en turismo, pero son complicados…
C.E.A: Hay otro caso de unos franceses que hacen viajes a caballo en el Cusco por Maccu Picchu. La comunidad pone el caballo, aloja a los turistas, y les ofrece un almuerzo (pachamanca), gana como operador. Pero para hacer esto hay que vencer la desconfianza, y que el campesino no lo vea como un gringo de afuera, y ahí el estado puede aportar un fondo de garantías para ese tipo de actividad.
Creo que si se asocia a las comunidades al mercado, a la modernidad, y con autonomía en proyectos beneficiosos va a funcionar, y así se neutraliza a los radicales que se oponen. El error es pensar que el Estado tiene que darles todo y no que una empresa privada pueda brindarle oportunidades.