< Detras de la cortina

Lima, una metrópoli sin espacios públicos

La llegada del Papa, así como la feria Mistura, han puesto en agenda nuevamente un tema siempre postergado: la importancia de contar con espacios públicos en la ciudad. El Dr. Wiley Ludeña, docente del Departamento de Arquitectura, habla sobre cómo se generó este vacío en la ciudad, y lo lejos que estamos de intentar llenarlo. 

La próxima llegada del Papa Francisco al Perú, puso a la capital en aprietos. ¿Dónde se celebraría la misa? ¿Qué espacio sería el adecuado para que el Papa se encontrara con sus fieles? Tras diversas propuestas (la Costa Verde, la base aérea Las Palmas y Ancón), se decidió que la misa sea en Las Palmas, Surco. 

Cuando, en la década del 80, el entonces Papa Juan Pablo II visitó el Perú (en dos oportunidades), se presentó ante la multitud en la Catedral de Lima (Cercado de Lima), en la avenida La Marina (San Miguel), en el Hipódromo de Monterrico (Surco) y en Villa El Salvador. ¿Por qué la polémica ahora? Porque Lima ha cambiado y crecido mucho en 30 años. Ahora es una ciudad con más de nueve millones de habitantes, según el INEI, y la falta de espacios públicos, tema evidente pero relegado en nuestra cotidianidad, nos pasa factura cuando de eventos multitudinarios se trata. 

El Dr. Wiley Ludeña, docente del Departamento de Arquitectura PUCP, explica que Lima fue, alguna vez, la capital sudamericana que mayor importancia le dio a los espacios públicos, sobre todo a los parques. “En la primera reforma urbana de Lima, a mitad del siglo XIX, el proyecto urbano emprendido por el presidente Balta en 19872, apostaba por la transformación de una ciudad colonial a una ciudad republicana de gran formato. Este proyecto incluía la construcción del gran Parque de la Exposición, que entonces estaba al borde de las 600 o 700 hectáreas. Era un enorme fragmento que colindaba con la zona agrícola, pero también con la estación sur del Centro Histórico de Lima. Un parque que en ese tiempo en América Latina casi no existía”, explica. 

Entonces, ¿por qué la ciudad hoy, con diez millones de habitantes, no tiene un parque de las características que tuvo Lima en ese momento, cuando tenía 60 mil habitantes? el profesor Ludeña tiene la respuesta: “la historia urbana de Lima en relación a los parques ha sido un permanente obituario. Hemos visto cómo los parques se cercenan, desaparecen…y al final la historia del Parque de la Exposición, de este enorme espacio, ha sido la historia de una sistemática fragmentación de su área total, de tal suerte que lo que tenemos hoy en día ya no es un parque urbano, sino un jardín urbano de no más de 10 hectáreas, sumando los pedazos que hay entre el Campo de Marte, el Parque de la Reserva y el actual Parque de la Exposición. Porque sí, el gran Parque de la Exposición del siglo XIX abarcaba todo ese perímetro”. 

Gestión de espacios 

Como el Dr. Ludeña señala, Lima no tiene un gran espacio donde la gente pueda congregarse de manera masiva, en comparación con otras ciudades latinoamericanas. “Por ejemplo, Bogotá tienen el parque Simón Bolívar, de casi 400 hectáreas, Quito tiene el Parque Bicentenario de casi 165 hectáreas, o el Parque Metropolitano de Santiago, de 1.785 hectáreas, igual que en Buenos Aires, los famosos Bosques de Palermo…Lima no tiene eso”. Y añade: “Hay parques zonales que son en realidad parques deportivos con algo de área verde. El Parque de la Reserva, que ha sido remodelado como el Parque de las Aguas, están sometidas a una lógica del uso del espacio público como un espacio de espectáculo. La idea inicial decimonónica del parque como espacio de relax, donde la gente pueda reencontrarse con una serenidad urbana, la tranquilidad, el silencio metropolitano… eso ya no existe en nuestro medio. Los parques, para ser ‘buenos parques’ deben tener ruido visual, conciertos, una programación ‘cultural’ de cualquier cosa”. 

Sin embargo, la situación es dramática porque Lima tiene uno de los índices más bajos de área verde por habitante. “Tenemos apenas 2.4m2 de área verde por habitante, cuando hay metrópolis que están bordeando los 7m2 o los 9m2, para no hablar de ciudades europeas donde el promedio puede llegar a 15m2 por habitante. La cultura del parque urbano aquí ya ha desaparecido prácticamente y con una ciudad insegura y donde priman otros factores, no hay una demanda social por el uso de estos espacios, salvo como pasa ahora con el tema de la misa del Papa, donde Lima se enfrenta con esa carencia dramática de no tener un espacio adecuado, pertinente”, señala. 

Pero no solo es la visita del Papa la que muestra nuestra carencia. Actividades multitudinarias como Mistura, o la realización de conciertos nos ponen en aprietos. Si miramos a nuestros vecinos, tal vez veamos la necesidad de buscar una solución a este problema. Por ejemplo: En Bogotá, el Parque Simón Bolívar, escenario de decenas de conciertos a los que asisten miles de personas, fue más que suficiente para congregar, en la última visita del Papa, a más de dos millones de almas. En Quito, el Parque Bicentenario sirvió para el mismo propósito.