Perdidos en el Estado
Durante las últimas semanas, varias de nuestras autoridades han demostrado no sólo incapacidad, sino desubicación.
En primer lugar, el mandatario se reúne con una dirigencia más radical que el Sutep. Si la anterior directiva era dura, ésta la del CONARE es extremista, al igual que aquella que realizó la huelga y protagonizó la asonada en el 2003, vinculada a Robert Huaynalaya. Pero el mandatario “dialoga” con esa facción. Ya sabemos con qué resultados.
Los congresistas se reúnen con estos ”dirigentes”, cuando a ellos no les corresponde, por más buena voluntad que tengan. Es el ejecutivo quien tiene que resolver el conflicto. Por supuesto, los profesores hicieron caso omiso.
En el colmo del desconcierto, congresistas de Fuerza Popular intentan llegar a un entendimiento, pero no se dan cuenta- o no se quieren dar cuenta- que los maestros no cejarán en sus pedidos maximalistas. Del congresista Kenyi Fujimori ni hablamos.
El fantasmal y casi invisible ministro de Trabajo, Alfonso Grados Carraro es otro de los jefes de sector perdidos. Sin reflejos, no sólo no impulsa ninguna reforma laboral ni nada parecido, ni fortalece la Sunafil, sino que, pese a la intransigencia sindical, no declara la huelga ilegal a tiempo. Nos preguntamos si su padre, Alfonso Grados Bertorini, abogado, periodista, político, y exministro de esa misma cartera hubiera hecho lo mismo en una situación similar.
La ministra de Educación, Marilú Martens, da marchas y contramarchas, aparece con voz temblorosa, anunciado esperanzas y luego frustración, alargando interminablemente las sanciones a huelguistas y maestros vándalos, mientras los niños se quedan sin clases y los padres se muestran impotentes. Nuevamente, un grupo pequeño impone sus criterios a sus propios agremiados, y a la sociedad.
Patricia García, ministra de Salud, afirma que la epidemia de dengue es fruto de un "operativo psicosocial", mientras que el sector sigue en cuidados intensivos. Y nadie la cambia.
La Policía Nacional es incapaz de dispersar a los manifestantes que atacan propiedad pública y privada, y detener a los revoltosos. Los ciudadanos no podemos transitar por ahí. El mediático ministro del Interior sigue en su puesto, y mantiene en su cargo a los oficiales responsables.
A mediodía, nuevamente el Estado es incapaz de prevenir un asalto en pleno centro de la ciudad, cerca de Palacio y Municipio, nada menos.Pero las autoridades no renuncian ni son cesadas.
El presidente del Consejo de Ministros, Fernando Zavala, que ya debería haber renunciado, menciona que la bancada gobiernista está dividida. ¡Como si fuera una novedad, y como si el “ppkausismo” existiera! El gobierno no tiene partido ni bancada, lo constituye simplemente un grupo de allegados al mandatario y al presidente, con muy poco en común.
Como se observa, tenemos una serie de autoridades que gravitan por el espacio exterior de nuestra política, o mejor dicho, en nuestra politiquería. Perdidos en el Estado.