Historias de noches I
Esta historia es real. Le ocurrió al amigo de un amigo. Luego de mucho tiempo alguien lo llamó. Esta persona había peleado con su pareja. El plan era simple: conversar, tomar unos tragos y buscar fortuna. Cabe indicar que detrás de cada una de sus historias, con pocos o muchos puntos de interés, ambos eran, en el fondo, solteros empedernidos, y ciertamente no eran mozos. Sus vidas tenían sus similitudes y también –obviamente- sus diferencias.
Alguna vez uno le retrucó al otro por qué se “perdía” (palabra que le encanta usar a uno pero no agrada cuando la emplea al otro), y le replicó, en tono medio machista: “vive con una mujer y lo sabrás”.
El acuerdo inicial era encontrarse en un bar conocido de los dos, en algún lugar de Lima . Pero al poco tiempo que llegó uno se encontró a su amigo conversando, mientras que otro parroquiano estaba enfrascado en una discusión con un sujeto ebrio y violento, que alegando ser discriminado amenazó con un vaso a uno de ellos.
Esto le recordó a uno de ellos una situación similar en otro bar, donde dos “amigos” se pelearon delante de todos, y el dueño los echó como si fuera el viejo oeste, del pescuezo, y casi a las patadas. Bien hecho. Eso era exactamente lo que se debía hacer en esa situación.
Uno de ellos trataba de calmar al ebrio, y no lo conseguía, mientras el otro amigo se replegó junto con una dependiente del bar. Cuando se retiró el sujeto, uno empezó a molestar al otro, y le dijo que se había escondido. El aludido respondió: “tú debiste hacer lo mismo con un tipo más fuerte, ebrio, y con un vaso en la mano, que te amenazaba a ti y al dueño del bar”.
El dueño estaba reticente a hacerlo, y otro asistente que presenciaba los hechos le dijo a uno de los amigos que era "un héroe civil", o como dice la canción de Bowie (Heroes), “todos pueden ser héroes por un día”.
A eso de las dos de la mañana, el que quiso frenar al borracho agresivo tuvo la "genial" idea de ir a buscar fortuna, y propuso ir a un boulevard, ubicado en el límite entre dos distritos clasemedieros. Llegaron y el sitio estaba repleto, a punto de reggaetón, cerveza, y música a un volumen prohibitivo, aún para un bar - discoteca.
Luego de mucho insistir, uno de ellos consiguió entablar conversación con una chica, pero luego de bailar y sondear al grupo, (se habian unido los primos de uno de ellos), pareció desinteresada. Ahí fue donde se sugirió invitar un whisky las féminas. ¿A las 3. a. m? ¿Para qué? ¡No se justifica! fue la reacción de otro y la comparsa.
El más aventado estaba decidido intentó una y otra vez, con chicas jóvenes y no tan jóvenes, y no tuvo suerte. Sorprendía ver a mujeres tan jóvenes tan bebidas. El olfato del otro, y los demás acompañantes, señalaban que era una causa perdida, y sugirieron ir a otro distrito, pero éste dijo que “no pasaba nada”.
Al final, él insistió en ir a su casa, pero ya todos estaban cansados, aunque no bebidos. Los dos amigos se regresaron solos, y acordaron salir otro día más temprano, y por otros lares. Tal vez ahí -pensaron- encuentren la historia que les fue esquiva esa noche.