En el país de la fantasía
Nuestro país tiene el triste récord del mayor número de muertos por COVID, y los peores índices económicos. Y esto no lo afirmamos nosotros, lo dice la prensa internacional, desde la cadena alemana Deutsche Welle hasta La Nación y The New York Times, entre otros, pero para el gobierno de facto, los resultados son los mejores que se han podido tener. Mientras tanto, personajes como Víctor Zamora y Vicente Zevallos son premiados.
Además, Vizcarra señala que no escucha los audios por un tema de salud mental, cuando es nuestra salud mental la que resulta afectada por sus audios, donde se percibe la elaboración de una estrategia para mentir y obstruir la acción de la justicia. Y después se queja cuando se ordenan prisiones preventivas para sus empleados “por ser desproporcionadas”, cuando, que recordemos, nunca se pronunció en tales términos por otras personas cuando fueron afectadas por estas abusivas medidas de controvertidos fiscales. Eso, para no hablar de la sopa de letras que musitó en esa pseudo entrevista televisiva. ¿Qué hubiera pasado si hubiera tenido al frente a César Hildebrandt o a Aldo Mariátegui?
Eso es lo grave de tener medios y periodistas “afines” como los llamó, tan afines que se olvidan de su fin. La gran prensa, afín u oficiosa, posee gran parte de responsabilidad en la crisis que estamos viviendo. Son muy pocos los espacios donde se pueden encontrar voces singulares y un periodismo plural. Si a esto se le suma la cercanía o coincidencia entre la fiscalía y palacio, y las varias voces taimadas de supuestos líderes de opinión de la academia, la situación es realmente grave.
En ese contexto, el próximo año tendremos que elegir a un nuevo gobierno y aunque tendría que ser mejor que este - pues ha dejado la valla muy baja - ya se observa una serie de candidatos afines y hasta radicales. Mientras tanto, la Secretaria de Economía, que debería haber renunciado por sus negocios familiares, permanece en su cargo. Sea porque el Congreso la perdonó, la justicia no actuó o el grueso de la prensa no levantó muchas olas.
Vizcarra encabeza un gobierno de facto que se ha mostrado tremendamente incapaz, y con muchos visos de corrupción, pero debemos admitir que su aparato de propaganda funciona bastante bien. De otro modo, él y varios de sus secretarios deberían estar, cuando menos, en su casa. Pero vivimos en el país de la fantasía.