Remigio Hernani: "Hay que fortalecer la capacidad operativa de investigación de la policía”
En medio de una ola de delincuencia absolutamente fuera de control, el gobierno lanzó su mal llamado “Plan Boluarte”, que en realidad no es más que un grupo de medidas, algunas más lógicas que otras, pero que no constituyen un diseño orgánico que nos permita, por lo menos, controlar mejor el problema. Un problema que no sólo se restringe a Lima, sino a casi todo el país.
El general (r) Remigio Hernani, exministro del Interior, repasa en esta breve pero ácida conversación algunos conceptos, opiniones y apuntes de lo que puede ser una verdadera estrategia contra la delincuencia, que empieza, como es obvio, con el fortalecimiento de la facultad de investigación que debe tener la policía nacional.
Ddlc: ¿Cómo califica usted el plan Boluarte, y cuál es su evaluación hasta este momento?
R.H.: Bueno, no es un plan, sino una serie de medidas dispersas que no están funcionando. Lo mínimo que se debería hacer es fortalecer la investigación criminal en Lima Sur, Norte, Este, Oeste y Callao. Con estas acciones se mejoraría enormemente la eficacia de la policía, y es perfectamente posible.
Ddlc: ¿Por qué el Ministerio del Interior no tiene un plan estratégico para enfrentar este problema?
R.H: El ministro Vicente Romero está de adorno. Usted no le puede pedir peras al olmo. Tiene que haber un mínimo de liderazgo y organización, aspectos de los que carece el sector.
Ddlc: ¿Qué tan gravitante fue la medida del expresidente Kuczynski de permitir el ingreso de extranjeros sin un filtro mínimo respectivo?
R.H: Gravísimo. El expresidente es un sinvergüenza, quien ha vivido siempre “a costa del Estado”, a través de las famosas “puertas giratorias”. Cuando las empresas para las que trabajaba requerían alguna disposición legal lo ponían de ministro, y cuando se emitía la norma favorable a ellas volvía a la actividad privada.
Cuando llegó a la presidencia permitió que todos los venezolanos ingresen al país como si fuera su chacra. El Perú no es chacra de nadie, y para colmo, tuvo un ministro del Interior como Carlos Basombrío - otro incompetente - que aplaudió la medida.
Ddlc: Y ahora vemos las consecuencias.
R.H.: Entonces, entraron 1 millón 600 mil venezolanos, de los cuales - según los cálculos - 30 mil son delincuentes, además de bandas como el Tren de Aragua, y algunas organizaciones colombianas que se dedican, como se sabe, al “gota a gota”, las extorsiones y la explotación de las mujeres en distritos como Lince, en Lima.
¿Cómo pueden tirar una granada, a las puertas de un hostal? Y el gobierno dice que no es posible implantar el estado de emergencia en toda la ciudad. Tiene que ser así, sino no funciona, porque cuando se aplica a un distrito, los delincuentes migran a otro. Para llegar a esa conclusión no se requiere ser un especialista, sino solamente tener sentido común.
Ddlc: ¿Usted cree que el estado de emergencia se debería extender a todo el país? Ciudades como Trujillo en la región La Libertad también se encuentra muy afectada.
R.H.: Por supuesto, tiene un nivel de delincuencia muy difícil de controlar. Por otra parte, el estado de emergencia no limita el desarrollo de actividades por parte de los ciudadanos honestos. Porque durante el toque de queda en San Juan de Lurigancho, por ejemplo, uno puede circular desde las 4:00 a.m.
A esa hora, mucha gente comienza a trabajar. ¿Quién va a una pollería a esa hora, o a comer chifa después de las 12:00 a. m.?
Ddlc: Bueno, los negocios nocturnos no son necesariamente ilegales.
R.H.: Están en el límite. En varios de estos locales se vende alcohol droga, hay prostitución, y su actividad, en general es poco importante para el desarrollo del país.
Ddlc: ¿Visto en retrospectiva, fue un error la unificación las 3 fuerzas policiales establecida durante el primer gobierno del presidente García?
R.H: Fue un equívoco total, porque en cualquier país - Rusia, China, Estados Unidos, Chile, Colombia, Brasil - existen dos tipos de policías. Una uniformada que vela por la seguridad, y otra no uniformada que se dedica a la investigación. El Perú no puede seguir con una policía “todista”. Entre más especialidad, mayor eficiencia.
Ddlc: ¿Se deben devolver las facultades de investigación a la Policía?
R.H: Los fiscales son abogados, están preparados para realizar un análisis jurídico, como, por ejemplo, tipificar los delitos, no para ser detectives ni policías. Muchos de ellos se creen policías o detectives. Mire usted el tremendo fracaso de su trabajo en el caso Lava Jato.
¿Han pasado 5 años y cuántos presos hay? ¿Cuánto dinero se ha recuperado para el Estado? El fiscal Pérez ha resultado un estafador de marca mayor - protegido por el expresidente sinvergüenza de Vizcarra - y engañó a todos.
Ddlc: ¿Cómo abordar el tema de narcotráfico y terrorismo, considerando que es un factor decisivo en la situación que afrontamos hoy? ¿Por qué resulta tan difícil su captura?
R.H: Me resulta inexplicable. Tenemos una jefatura militar en la zona, y el problema es insoluble, pese a los años transcurridos. Se gastan miles de millones y no se termina con el asunto.
El problema lo puede resolver la policía, pero tiene que haber decisión - y, sobre todo -respaldo político, con trabajos de inteligencia. Sin ella es imposible avanzar.
Ddlc: ¿Cuál es su opinión sobre la participación de las Fuerzas Armadas en el combate a este problema?
R. H: Sólo sirven para disuadir con su presencia. Cuando se retira, los delincuentes vuelven, desgraciadamente. Es lo que suele ocurrir.
Ddlc: ¿Cree que sería necesaria la presencia de oficiales acompañando a subalternos?
R.H: No los hay, por la desidia del gobierno. Hace 34 años, egresaban de las tres escuelas un total de 600. En la actualidad, egresan 200, y además están arrimados en lo que fue la Escuela de Oficiales.
Los responsables son los presidentes, ministros y los comandantes generales que no han hecho nada para corregir la situación.
Ddlc: ¿Qué podría comentar sobre el aspecto penitenciario?
R.H: No soy un conocedor, pero se sabe que existe un hacinamiento, faltan penales, y no hay políticas de reinserción. En el penal todo cuesta, todo tiene precio, y hay una corrupción enorme.