Detras de la cortina

Frente arduo

Conocidos los resultados de la primera vuelta, la primera impresión que nos queda es que ha sido uno de los procesos más caóticos y anodinos de los últimos años, no así de la campaña, que nos vuelve a poner en dilemas “modelistas”.

Las elecciones comenzaron mal, con un presidente que las convocó tardíamente, un congreso que modificó, gracias a la iniciativa del ex parlamentario oficialista Jaime Delgado- el mismo que estuvo 20 años al Frente de la Asociación de Consumidores no sabemos por qué razón- y apoyada por las demás bancadas, probablemente para que no quedar como grupos pro corrupción.

La verdad es que entre esas leyes y magistrados electorales con un peripatético afán de figuración los resultados no pudieron ser peores. La política peruana pasó de la perversa judicialización a la “tachalización” de cuanto candidato hubiera.

La señora Keiko Fujimori, que se salvó gracias, más que a la Virgen, a los vacíos de la norma, y de las tachas se salvaron también el señor Kuczynsky y el ex presidente García, mientras que sus opositores se frotaban las manos.

Lo que debió ser una campaña tranquila, se convirtió, por estos factores, y por la recurrente y patológica capacidad de nuestros políticos de actuar al filo de la draconiana y ridícula ley, en un proceso confuso, donde ni siquiera la ONPE se salvó no de cuestionamientos, sino de la burla, y donde, por lo que se sabe, nadie ha sido sancionado, ni separado, ni de esa institución, ni del Diario Oficial El Peruano. Medio de comunicación oficial del estado, no del gobierno, por cierto.

En cuanto a los candidatos, la señora Keiko Fujimori trató de desmarcarse de los pasivos del régimen de su padre. Sea hablando de fortalecer a Petro- Perú, resaltando el trabajo de la híper cuestionable Comisión de la Verdad, o criticando el 5 de abril. Que eso sea suficiente para convencer a sus anti votantes lo sabremos en junio. El señor Kuckynsky con sus constantes cambios de equipos de campaña, mostró muchas deficiencias por presentar un partido tecnocrático, no dar mensajes claros, y no saber hilvanar un discurso popular que sustente su filosofía tecnocrática. Por ahora, se vislumbra su pase a la segunda vuelta, pero no es seguro.

Son estas taras las que le han permitido a la señora Verónika Mendoza calar en un sector de la población, apelando a mensajes simples y simplistas, como responsabilizar de todos los males del país al fujimorismo, al aprismo, y a la constitución del 93, mientras ella dice mutis sobre su letra en las agendas, o se le hace jarabe de lengua al hablar de Venezuela. (De rebote, la condena también debería incluir otros regímenes, como principal nuestro socio comercial, China, Singapur, o Emiratos Árabes Unidos).

Todo este escenario ha ido configurando un frente arduo, no sólo para los candidatos vencedores, sino para los ciudadanos, y donde se hace necesario hacer cambios al sistema político, para que nos brinde resultados, y no crispación cada cinco años.