¿Encuestas a nosotros?
Vamos a decir la verdad: las encuestas siempre nos despiertan dudas, aunque quizás debiéramos dudar más de las encuestadoras que siempre se dice no son fidedignas. Pero una reciente experiencia varió en algo nuestra percepción. Por seguridad, no vamos a publicar los nombres, excepto el nuestro.
Nos encontrábamos marmoteando cuando sonó nuestro celular, luego de lo cual una gentil voz femenina nos dijo ¿el señor Juan Urbano? Sí, respondimos. Le habla la señorita fulana de tal encuestadora QWERTY. Le replicamos “señorita, por qué nos encuesta, no somos tan importantes”. ¿Cuánto va a demorar? Nos dijeron 8 a 10 minutos. Bueno…
Y ahí empezó una lista interminable de preguntas, empezando por las políticas que nos costó contestarle, porque les dábamos argumentos, o porque simplemente, no encajábamos en su plantilla de respuestas.
La primera pregunta, obviamente, fue acerca de la aprobación presidencial. Nos preguntaron, y, al igual de un número cada vez mayor de ciudadanos, contestamos que no. Cuando nos dio las alternativas, que eran, si no nos equivocamos, que no cumplía con sus promesas, no luchaba contra la corrupción, o la inseguridad, señalamos todas estas y añadimos ésta: “es un gobierno errático, ineficiente, que repite vicios y taras del fujimorismo”.
Al ser consultado sobre la actuación del ministro Castilla, de tan buen predicamento en el gobierno, y para muchos responsable de haber morigerado las verdaderas o ficticias simpatías revolucionarias del presidente, contestamos que no, porque en general, lo único que se hace es un manejo de crisis. No se ve la inversión ni las reformas comunicadas y ejecutadas.
Al ser preguntados sobre la primera dama, señalamos que ella no es funcionaria, y que por lo tanto nos eximimos de comentarlo. Y que no estamos de acuerdo que postule el 2016.
En ese momento, la señorita al fono manifestaba una justificable incomodidad frente a nuestra argumentación. ¿Aprueba o desaprueba la gestión de la señora Villarán? Contestamos no, porque su gestión ha demostrado incapacidad. ¿Alguien puede dudarlo? Aunque la vía Parque Rímac sea un éxito, eso no la salva su desastrosa gestión, llena de verborrea y actitudes no democráticas.
La última pregunta es la que nos preocupó más. ¿Está de acuerdo con la candidatura de Gastón Acurio, que según algunos, es promovida, o nunca mejor dicho, cocinada, por el publicista palaciego Felipe Wermuz (Luis Favre)? Le dijimos sí. ¿Votaría por él? Contestamos que “nos reservamos ese derecho”. Aquí la entrevistadora se desconcertó ¿Aprueba su candidatura y no votaría por él? Dijimos “tiene todo el derecho a postular, y nosotros a no votar por él”, especialmente si no lo hemos escuchado hablar de política ni reformas reales. Ahora, de lo poco que le oímos, le sentimos un tufillo progresista que no nos gusta. El señor puede presentarse. Después de todo, su padre, Gastón Acurio, fue senador de Acción Popular, por el Cusco, en el quinquenio 80-85.
E insistieron, con particular interés, en señalarnos con quién se debería asociar o con quién debería ir, dijimos con nadie. Tienen que ser ideas y nuevas caras.
También nos preguntaron sobre las comisiones, y en esto coincidimos con el editor, y con varios, suponemos. La primera está dirigida - no “direccionada”- a sacar de carrera al ex presidente Alan García, y la de López Meneses a que no pase nada.
Cuando mirábamos el reloj con cierto hastío, nos interrogaron sobre líderes políticos. Aprobamos a García con las justas, y desaprobamos a los demás. Pero una opinión no es una prueba objetiva, por favor. Nuestras respuestas no eran, en su mayoría, categóricas. Al ex presidente Toledo, tampoco lo aprobamos. ¿Y su caso de firmas falsas? Ni Kuczynski, ni mucho menos el PPC nos convence. No somos fujimoristas ni apristas (ni eso es un delito). Y también jalamos a otros ministerios, al congreso, poder judicial. ¿Podía ser de otra manera? Culpen al sistema político.
También nos consultaron sobre nuestras propiedades, trabajo, navidades y pronóstico económico. Son demasiadas preguntas y personales, dijimos. Sobre la economía, manifestamos nuestros deseos, pero agregando que teníamos nuestras dudas. En cuanto a las fiestas y regalos, comentamos que, como bueños limeños clasemedieros, no habíamos comprado nada. Lo hicimos el 23. No lo aconsejamos.
Al terminar la encuesta, nos asaltó la duda sobre si habíamos contestado una encuesta o si algún estafador nos había engañado. Afortunadamente, eso no había ocurrido.
Nuestras excusas a la pobre señorita. Difícilmente nos vuelva a llamar. Habían pasado 36 minutos. La encuesta apareció un diario cuya línea editorial, respetamos, pero no compartimos, ni remotamente.