< Detras de la cortina

China y el pragmatismo como sistema

“No rectificar un error es cometer otro error”. (Confucio).
 
Uno de los casos más sorprendentes de la economía mundial es el chino. Catalogado por lo general como “milagro”, la economía china ha venido creciendo alrededor de 9 a 10% en los últimos 30 años. ¿Qué ha ocurrido en este gigante asiático? ¿Ha abandonado el comunismo como modelo económico político? ¿Se puede considerar este fenómeno como un milagro, como se suele denominar a los procesos de crecimiento en todo el mundo?
 
En realidad, según el doctor Luis Yong, prominente miembro de la colonia peruano china, médico cirujano, empresario gastronómico, y secretario cultural de la asociación peruano-china, lo que ha ocurrido no es más que la consecuencia lógica de la aplicación de políticas acertadas, orientadas a una apertura económica, el comercio, la industria y la globalización.
 
“La historia apasionante de 5 mil años del pueblo chino demuestra que esto no es un milagro- afirma con orgullo Yong, sentado en una de las mesas de su restaurante San Joy Lao- mientras escucha las preguntas que le formulamos. Lo que llama la atención es el tiempo que ha demorado el dragón en despertar”.
 
“Creo- afirma Yong- que lo que ha sucedido en China es un proceso. En los tiempos actuales, hay que hablar del gran revolucionario chino Mao Tse Tung, el gran unificador del pueblo chino. Una China que es un país continente. Dividida no sería nada significativa. Hasta entonces, el poder radicaba en su cultura, su civilización”.
 
Casi inmediatamente, y con un creciente entusiasmo, Yong menciona la aparición en escena de Deng Xiao Ping, otro de los líderes chinos, discípulo de Mao, filósofo, reformador, que aplica la consigna de “una China, dos sistemas”.
 
“Esto significaba básicamente si para desarrollarse en los términos que el mundo le exigía, había que trabajar y competir, el país lo haría, y de ahí para adelante, lo que observamos es un pragmatismo interesante, que junto con el taoísmo (idealismo) constituyen los pensamientos matrices de origen chino”, afirma este profesional peruano, médico de profesión.
 
¿Pero, por que el proceso chino viene siendo tan exitoso? ¿Por qué un país que hace tan sólo 25 años se encontraba en pobreza extrema hoy la revierte a gran velocidad? ¿Por qué los chinos tienen éxito en algo que a los latinoamericanos nos resulta esquivo?
 
El doctor Yong menciona como uno de los factores la apertura iniciada desde 1980, cuando se lanza la proclama de “Una china, dos sistemas”, que mantiene un control de partido único, vertical, con un liderazgo claro”, sin olvidar el aspecto cultural: el pueblo chino sabe quien es, donde quiere y adónde va”, a diferencia de nosotros, que solemos andar y desandar caminos y pretendemos refundar nuestros países en cada elección.
 
El funcionamiento eficiente del partido único, una especie de autoridad imperial política en un país con 1300 millones de habitantes se explica por que el pueblo chino sabe lo que es orden y autoridad. “Yo no entendería una democracia occidental aplicada en China. Mil 300 millones de habitantes no se podrían gobernar con una democracia a la peruana”, enfatiza, mientras degusta un sorbo de agua mineral. 
 
Esta frase coincide con lo expresado por Hong Lei, subdirector de información del ministerio de RREE(1): “En China tenemos una democracia de partido, que es lo que necesitamos. El país tiene mil 300 millones de habitantes, 55 etnias y 800 millones de pobres. No podemos tener turbulencias”.
 
A estas alturas, escuchábamos fascinados sus relatos, y también confundidos, las contradicciones de sus elaboradas explicaciones (además de médico cirujano, Yong es filósofo). ¿Era el estado chino comunista o había pasado del marxismo leninismo maoísmo al pragmatismo taoísmo? ¿El socialismo se puede construir sobre la base del desarrollo capitalista? ¿Cómo clasificar el modelo político-económico social chino?
 
Mientras nos planteábamos en silencio estas interrogantes, nuestro entrevistado se dedicaba ahora a recalcar lo que era el verdadero basamento- como lo llamó el- del mal llamado milagro chino: la filosofía, la ética confuciana, impartida como elemento básico de la educación, y recordó un dicho de Confucio: “Todos los hombres nacemos iguales. La diferencia la marca la educación y la familia”.
 
En efecto, eso resultaba muy claro. No hay desarrollo posible sin una educación de calidad, y ningún país mejora sin una buena educación. Y eso es válido para Chile, India o Irlanda.
 
“La universidad es para formar al hombre, y por consecuencia a los profesionales. El buen padre, hijo y sobrino será un buen profesional. La formación humanista es fundamental”, señaló, en tanto nosotros pensábamos los casos cada vez más crecientes de familias disfuncionales, hijos no reconocidos y una educación que ostenta una cobertura tan grande como su ineficiencia en la preparación de profesionales y técnicos.
 
“Mi hija es administradora egresada de la UPC, estudió 3 años en la Universidad de Beijing, y se quejaba: Yo he venido a estudiar el tema de importaciones, exportaciones, negocios internacionales y me siguen hablando de Confucio y el taoísmo. Pero he ahí la base”.
 
Para los chinos, la globalización no es sólo comercial, económica y financiera, tiene que haber una interculturalidad, tomar lo mejor de cada cultura.
 
Pero el pragmatismo chino no se ha quedado sólo en el discurso, sino que se ha convertido en praxis, en una política de estado, algo que los latinos nos cuesta conseguir por nuestra falta de constancia.
 
¿En el plano estrictamente económico, cuál ha sido el principal componente del desarrollo chino? Yong señala con una mezcla de seguridad y orgullo: China sabe su realidad, es un país continente de mil 300 millones de habitantes, y tiene un gran mercado. La gente se pregunta cómo pueden vivir con 30 o 34 dólares mensuales, pero los servicios básicos están cubiertos por el estado.
 
El país ha logrado que un 30% salga de la pobreza y existe otra cifra similar en el interior, pero avanza a gran velocidad.
 
Por lo demás, el desarrollo económico tiene otros elementos, la capacidad y destreza de los chinos para aprender. Las grandes marcas no están en China sólo por los incentivos que ofrece el estado chino, sino por la capacidad de sus obreros y profesionales. Es un país factoría, de acuerdo, pero tiene 300 mil profesionales en el extranjero estudiando maestrías y doctorados, Ph. D, que regresan a su país.
 
A todo esto, Yong añade algo que podría pasar desapercibido, pero que es de suma importancia: está formando un sinnúmero de ingenieros, tan es así que los dos últimos presidentes Jiang Zse y Hu Jintao son ingenieros.”No como nuestros países donde la mayoría de los congresistas son abogados…y mejor no decimos nada”, ironiza.
 
La importancia de la educación es vital: se forman profesionales o técnicos. No hay ninguna diferencia.”El profesional no vale más que un técnico. Es cuestión de ubicación en el mercado laboral. Nada más”, y mientras decía eso recordábamos la enorme cantidad de profesionales que egresan de nuestras universidades e institutos y que terminan conduciendo taxis, o simplemente sin trabajo.
 
¿Cómo funciona el ahorro individual, preguntamos? “No hay un sentido de propiedad, incluso en los últimos días se ha reglamentado una ley sobre propiedad particular, pero el sentido del ahorro está presente en la mente de los chinos, sobre todo en este año del cerdo. Esto es vital en un mundo que vive hoy, sin importar el mañana”, reflexiona Yong.
 
Y este sentido del ahorro del futuro, se empata directamente con un aspecto básico de desarrollo: las políticas de largo plazo, es decir la planificación del estado. “Este año se recanalizan las aguas del río Yang Tsé, porque abajo no hay agua. El plan tiene 150 años, estaba pensado y se ejecuta. El 2008 se realizan las Olimpiadas de Beijing, el 2010 el Expo Shanghai”.
 
A estas alturas, resultaban evidentes las enormes diferencias entre políticas definidas de largo plazo, y las marchas y contramarchas de nuestros estados que casi por cumplir 200 años, no establecen con claridad políticas de estado, donde cada elección provoca temor en la opinión pública y pavor en los inversionistas, y donde las obras se ejecutan, muchas veces, con gran improvisación. Todo esto se condice en una frase usada por los jóvenes cuando se van de juerga, que describe nuestra idiosincracia: “Improvisado sale mejor”. Es posible que a los adolescentes en ocasiones las cosas decididas a último momento, les resulten divertidas, pero en el estado esta práctica ha resultado fatal.
 
El chino de ahora está convencido, especialmente en este año del cerdo y del ahorro y de la confianza, que estos son los parapetos contra el individualismo exagerado. La confianza se aprende en casa. El padre y la madre dan todo por la familia. “por eso China necesita una clase media fuerte y poderosa, de mil millones de clase media, con un máximo de 300 millones de ricos, por que la clase media siempre ha sido la que dirige la historia social del mundo”, recalca Yong con gran énfasis.
 
“Eso es lo que ha ocurrido en Estados Unidos con el empowerment (empoderamiento), lo que ha debería buscarse aquí con las PYMES y las empresas familiares. La fábrica AUDI en Alemania se ubica en un pueblo de 100 mil habitantes, y emplea 25 mil de éstos”.
 
Dejamos para el final las preguntas políticas. ¿Es el modelo chino consistente con el socialismo y se considera un modelo exportable? Yong no se sorprende por la pregunta y contesta con la mayor serenidad: El modelo chino es hecho por los chinos y para los chinos. Pero no creo que sea aplicable en otro país, y tampoco en el Perú. Lo veo imposible”.
 
“Deng Xiao Ping hablaba de ‘un país, dos sistemas’ y dar un ejemplo al mundo. Quizá en otro país no se pueda hacer. Puedes hablar de un capitalismo siendo socialista. Puedes hablar con un americano siendo chino. Las únicas diferencias son el idioma y la familia”.
 
“China es un país que se ha ido construyendo a lo largo de 5 mil años de historia, y en los próximos 5 mil seguirá en construcción. Hoy, por ejemplo, se está desarrollando la seguridad social y el sistema bancario. Los ciudadanos tienen que aprender a convivir con la globalización, donde la muralla china no nos separa, sino nos une al mundo. Es paradigmático. Como Macchu Picchu.”, enfatiza nuestro entrevistado.
 
Al final de nuestra charla, seguíamos tan absortos como al comienzo, no sólo por los indicadores sociales que ostenta China, sino por lo atípico de su sistema. ¿Democracia de partido único? ¿Desarrollo económico en base a la estabilidad del garrote? ¿Construcción de clases medias camino al socialismo? ¿Dictadura desarrollista con Mao Tse Tung convertido en un ícono pop?

Sólo de una cosa estábamos seguros: el sistema chino aún con los cuestionamientos en materia de derechos humanos o libertades políticas, funcionaba en la esfera social mejor, y sus beneficios alcanzaban cada vez más a un mayor número de sus mil 300 millones de habitantes. Y quizá para ellos eso es suficiente.

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(1). Andrés Oppenheimer. Cuentos chinos. Capítulo II. China: Fiebre capitalista, pág. 63