< Detras de la cortina

Apreciaciones del feisbuk

La comunidad virtual Anonymous ha anunciado que destruirá la red social que a alguien, muy chistoso, se le ocurrió bautizar como el “carelibro” y que es internacionalmente conocida como Facebook.  El ataque, aseguran, se llevará a cabo a fuerza de que dicha página web, según dicen, vende información a los gobiernos y ofrece acceso clandestino a los datos de los usuarios. Tal advertencia no tardó en causar discusión y polémica en torno a su utilidad y fines.

De hecho, Facebook puede resultar útil para la transmisión de información instantánea, promoción de eventos e incluso como un busca-personas. Sin embargo, a mí particularmente, no me afectaría en lo más mínimo que Anonymous cumpla con su promesa pues, aparte de que me interesa ver hasta qué punto la audacia de estos ciber-rebeldes puede provocar estragos entre las grandes corporaciones mundiales. No tengo una cuenta activa de la red en cuestión, por una serie de razones. A saber:

Primeramente, no me interesa indagar en la vida privada de cientos de personas, ni pretendo poner de manifiesto la mía.

En segundo lugar, se me antojan menos los juegos, aplicaciones e invitaciones que allí se pueden encontrar.

En tercer lugar, me viene mal ver la bandeja de entrada de mi correo electrónico saturada de spam.

En cuarto lugar, aborrecería recibir saludos de cumpleaños de una ingente cantidad de personas que, por un recordatorio común y no por lazos afectivos, recuerda que voy envejeciendo.

En quinto lugar, prefiero utilizar el chat de Hotmail antes que el de Facebook.

En sexto lugar, löz konztantez atakez ah lah gramatiká i a la hortojrafiá d la lénjua ke eh bizto, rrezúltan imzuphrivles.

Por sétimo lugar, me da la impresión que cualquier zarandaja que alguien suba a la red, pertenecerá a la misma desde el momento en que lo haga.

En octavo lugar, Facebook funciona, por antonomasia, como el perfecto enemigo del auténtico donjuán.

Por último, (quizá el motivo más importante), con lo baratas que son ahora las cámaras digitales, la fotografía se ha banalizado hasta llegar a límites inusitados, al punto de que cada usuario mantiene en su perfil más o menos mil fotos. Casi todas repetitivas, aburridas e improvisadas, motivo por el cual revisarlas termina tornándose harto engorroso.

Salvo mejor parecer. 

 

*Carlos Miranda estudia Psicología en la Universidad de Lima, y es editor del blog www.divergencia-carlitox.blogspot.com