Detras de la cortina

Entre la inoperancia y el caos

El soporífero mensaje de la presidente Dina Boluarte dejó poco. Largo, maratónico, ampuloso. Más allá del previsible soponcio, habría que plantear una modificación a este ritual que ha devenido hace muchos años en cansino e innecesario. Quizás que el presidente del Consejo de ministros lo haga, sin voto de confianza ni nada parecido, que sea un resumen ejecutivo, y que consista, mayormente, en logros, no proyectos ni promesas. De eso ya estamos hartos los peruanos.

Sobre el discurso en sí, solo dejó 2 anuncios importantes: cambio de denominación del ministerio del Interior por el de Seguridad Pública, y la creación del flamante ministerio de Infraestructura.

En el primer caso, se espera que no sea únicamente una modificación de la denominación, sino implique definiciones e ideas más precisas sobre su rango de acción, sin que por supuesto, le cueste un centavo más al erario público, ni tampoco un cambio de acrílico de las autoridades o del papel membretado, si es que usa, en plena era digital.

En cuanto a la creación del ministerio de Infraestructura, se requieren detalles por parte del régimen, pues lo último que deseamos los ciudadanos es otro ente ineficiente y corrupto. Si se va crear, que marque una diferencia, que sea el sector que desplaza máquinas y haga obras públicas con eficiencia y sin corrupción. Esas que necesitamos con urgencia.

En teoría, los anuncios están correctamente vinculados a la economía y la seguridad, pero hay que esperar a que el gobierno explique mayores alcances.

Una de las grandes omisiones del mensaje, fue, sin duda, la ausencia de proyectos de reforma o pedido de facultades legislativas para reformar el sistema político, y parciales al modelo económico, para salir de alguna manera del caos que estamos viviendo, específicamente con el Ministerio Público, que, por poco, e invadiendo groseramente funciones, va a destituir ministros, o reponer al expresidente Castillo (cuyo proceso marcha casi sospechosamente lento). 

Entre tanto, un buen profesional como el ministro Manero niega lo innegable: el hambre. Si lo hizo por desvirtuar un informe serio - la FAO no es el hiper cuestionado Instituto de Defensa Legal (IDL) - o por otra razón, no lo sabemos, pero no hace falta ser un agrarista o un nutricionista para saber que, si la pobreza se ha incrementado, el hambre también. Nosotros pensamos que muchos profesionales competentes cuando llegan al Estado se transforman, se desconectan de la realidad, o se aburguesan, lo que podríamos llamar “síndrome del despacho”.

En teoría, debería retractarse o renunciar, pero eso no mejoraría, digamos, en términos reales, la situación del sector del cual viven unos 4 millones de personas, nada menos.

El Estado también mientras que “anuncia proyectos mineros”, es incapaz de solucionar el paro en Ayacucho contra esta actividad, que nos guste o no, es nuestro ingreso principal.  ¿Capitulará?

En suma, un discurso terrible y el mensaje es que seguimos entre la inoperancia y el caos.