< Detras de la cortina

Europa del Este vista por un peruano (1)

Antes de tener el privilegio de visitar Rusia, la República Checa, Eslovaquia y Polonia teníamos la idea que estos países recién estaban saliendo de la edad media, pero nada más erróneo fue lo que comprobamos al recorrerlos durante quince días, con excepción de dos días en Zurich como puente entre el Perú y estos países. 

De Zurich via Lufthansa volamos a San Petersburgo, antigua capital de Rusia, fundada el 27 de Mayo de 1703 por Pedro el Grande en la Isla Hare, a semejanza de cualquier orbe europea. La catedral de San Isaac y el monumento el Jinete de Bronce son considerados símbolos de esta ciudad.

La fortaleza de San Pedro y San Pablo, el centro de la zona histórica, situado en el centro del delta del rio Neva, es única en arquitectura como en expresión artística. En la catedral de San Pedro y San Pablo se encuentra la tumba de Pedro el Grande, así como los restos de Nicolás II, su esposa, tres hijas y tres sirvientes que fueron asesinados por los bolcheviques en un sótano, donde les hicieron creer que los protegerían de las hordas que querían hacer desaparecer cualquier vestigio de la nobleza zarista.
 
En 1918 los restos de Nicolás II, hijas y sirvientes fueron trasladados a la capilla de Santa Catalina.
 
El nombre de San Petersburgo rememora simbólicamente al zar Pedro el Grande y su Santo Patrón, y sugiere el vínculo cultural con la antigua Grecia, Roma, Alemania y Holanda.
 
Las paredes de la fortaleza de San Pedro y San Pablo son testigos de muchos eventos históricos a través de las tres centurias de su existencia, y por lo tanto resulta lógico que actualmente sea la sede del Museo de historia de San Petersburgo.
 
Pedro el Grande escogió la isla Hare en el mismo centro del delta del río Neva para construir una ciudadela que se constituyó en el corazón de San Petersburgo y la puerta marítima para acceder a Rusia. El arquitecto Domenico Trezzini fue el constructor de la fortaleza de piedra que se inició el 8 de Julio de 1712 y que terminó 21 años más tarde. Esta construcción sirvió para albergar las tumbas de los monarcas y miembros de la familia real desde el reinado de Pedro el Grande.
 
En Moscú, otro de los lugares destacados para visitar, aparte, por cierto, del Kremlin, fue la Catedral de San Basilio, con sus cúpulas típicas ortodoxas, al igual que las iglesias católicas de antes, que tienen una caraterística especial, sus paredes están llenas de imágenes, pero hoy sólo se encuentran imágenes de Jesús, la Virgen María y San José. 
 
El museo del Ermitage es uno de los museos más grandes del mundo. Junto al museo del Louvre de París, el Metropolitano de New York, el Británico de Londres y el museo de Ámsterdam, el Ermitage forma parte de la constelación de los acervos de obras de arte creadas por la humanidad. Su historia está asociada con acontecimientos relacionados con el surgimiento, florecimiento y ocaso de la principal residencia imperial de Rusia.
 
Está ubicado en el palacio de invierno de los monarcas de la dinastía, -fundada por Pedro el Grande-, a orillas del río Neva, y fue construido entre 1710 y 1720. La construcción de palacios en la zona fue iniciada por Pedro el Grande y continuada por la emperatriz Ana Ioánnovna al unir su casa de Apraksin a la residencia de invierno de los zares y a otras, dando lugar al conjunto arquitectónico, una verdadera obra maestra del arquitecto B.F. Rastrelli, que hoy día alberga las principales colecciones del Ermitage. Recorrer los salones y admirar las maravillas arquitectónicas, esculturas, pinturas, murales y pasillos de este museo, es retroceder en el tiempo y penetrar en la maravilla de los cuentos de hadas.
 
Pero el museo no es lo único fascinante de este país. Los ballets folklóricos de Rusia son, a nuestro juicio, los mejores del mundo. El que tuve la oportunidad de ver, el folklórico en el palacio del príncipe Nicolai fue muy bonito, aunque al parecer había sido preparado especialmente para turistas.
 
El río Neva es el río en cuyo delta se encuentra San Petersburgo, en la que eminentes arquitectos vinieron de Europa para construirla al estilo de las grandes ciudades europeas. Tuvimos el placer de admirar la belleza de las construcciones a los lados de la rivera y los innumerables puentes que lo cruzan en un pequeño barco que hacía el trayecto siguiendo el cauce del rio.
 
Realmente fue una experiencia inolvidable que en honor a la verdad nunca imaginamos y que permanecerá en nuestra memoria por muchos años.
 
Como mencionamos al inicio de esta nota, visitamos otros países de la esta región, de los cuales hablaremos en nuestra próxima crónica.
 
Médico Gineco-Obstetra. Docente de la Facultad de Medicina Humana, Universidad San Martín de Porres.