Un Castillo de contradicciones (y vacíos)
Nos encontramos en un marco realmente enrarecido, con opiniones contrapuestas sobre denuncias que van desde irregularidades hasta la posible realización de fraude, ambas no comprobadas, según algunos por sesgo en el trabajo de autoridades electorales y, según otros, por inconsistencia de los reclamos, más allá de los formalismos.
Los cerca de 40 mil votos que lleva de ventaja el profesor Pedro Castillo le alcanzaría- aunque a un cincuenta por ciento de la población no le guste- para ser ungido presidente. Pero ese no es su único problema.
Al igual, o en mayor medida que Ollanta Humala, Castillo será resistido por muchos ciudadanos que verán en él un peligro para nuestro sistema de libertades políticas y económicas, que él mismo se encargó de propagar, al aceptar ser un candidato de un partido de las características y con un líder tan ideologizado y cuestionado como el Dr. Vladimir Cerrón, al cual, dicho sea de paso, la gran prensa apenas lo investigaba, y solo tenía ojos para otros políticos.
En las últimas semanas, el todavía candidato de Perú Libre había señalado que, de asumir en el cargo, respetaría la autonomía del BCR, la estabilidad macroeconómica y la empresa privada, entre otros aspectos, contemplados en su plan, desarrollado al vuelo: “Perú Bicentenario sin corrupción”, trabajo de última hora, realizado con el apoyo de economistas moderados de izquierda como Pedro Francke, José de Echave, entre otros.
Como es de esperarse, al interior del grupo, la facción cerronista ha salido a hablar de la vigencia del Ideario, plan plagado de estatismo y controlismo, que solo agravaría la crisis.
Evidentemente, si el plan “Perú: Bicentenario sin corrupción” es, en términos fácticos su hoja de ruta, lo que debería hacer Castillo si es que desea realmente no agravar la situación, es precisar qué accuiones piensa tomar, por ejemplo, en materia de Salud, comenzando por asegurar vacunas para el próximo año, y en materia económica y política (en reforma del sistema político, por ejemplo, tema omitido por todos los candidatos).
No es posible pues, hablar de estabilidad macroeconómica, y luego lanzar frases al aire sobre la reelaboración de una nueva Constitución, que, como hemos dicho, requiere una actualización, pero no una reelaboración. Es como si uno tuviera una catarata en el ojo derecho y se operara ambos.
La Carta Magna nos da un marco de distribución del poder, pesos y contrapesos institucionales, así como de derechos fundamentales, pero no necesariamente tiene un impacto sobre la eficacia y eficiencia de la administración pública.
Otra contradicción o vacío del Profesor Castillo es el referido a la minería. No sabemos si él es proclive a las inversiones mineras, pero probablemente varios o algunos de sus allegados no. Si su principal y novísimo asesor económico, Pedro Francke, ha señalado que se estudiarán mayores impuestos para la minería por el alto precio del cobre, es de suponer que al frente del Ministerio de Energía y Minas no debería estar alguien contrario a este sector, a menos que deseen quedarse sin recursos.
Por lo demás, de nada servirán - como de nada sirvieron los ingentes recursos que ha generado la minería responsable - si la corrupción y la ineficiencia campea en los gobiernos locales y regionales.
El candidato del sombrero, o un buen asesor político deberían ir saliendo, por lo menos, de su mutismo, dando algunos lineamientos sobre lo que haría su gobierno en materias como Educación o la siempre olvidada Seguridad. Pero sospechamos que recién está terminando de delinear sus planes sectoriales. Además, tendrá que evaluarse su relación con las instituciones como la Contraloría, Defensoría, el Tribunal Constitucional, y la prensa, con la cual como candidato fue más que polémico, y tuvo varios roces.
Por último, el otro gran problema del novísimo e inorgánico partido será el de las pugnas de vertientes que, tendrán que ser zanjadas - más allá de la suerte que puedan correr los señores Bermejo o Cerrón, y de los destapes relacionados a los "Dinámicos del centro" - en aras de una gobernabilidad imprescindible. Y acá también se necesita una unidad monolítica de la oposición en defensa del Estado de Constitucional de Derecho y de la Economía de mercado, y no tambores de guerra.
El candidato tiene que aclarar, pues, el Castillo de contradicciones y vacíos.