La delicada situación en Chile no concluye. El trágico saldo muertos, propiedad pública y privada destruida y desorden en las calles, aún no terminan, pese a las disculpas, y ofrecimientos del presidente Sebastián Piñera, de quien ciertos grupos quieren su renuncia- que van desde nuevas leyes hasta la convocatoria a un Asmblea Constituyente.

Las causas no se conocen con certeza, pero se sabe que justos reclamos de los ciudadanos pueden haber sido exacerbados por elementos radicales. Recordemos que Chile tiene 8.6%  de pobreza, 7% de desempleo, por lo cual el dantesco espectáculo observado a través de redes y medios, causa desconcierto y estupor a muchos, nosotros incluidos. 

Menuda tarea la del gobierno chilieno: satisfacer las demandas sociales, retomar el camino al desarrollo en un ambiente democrático, y que el país vuelva a ser, como se afirmaba hace solo una semanas, un oasis.