< Detras de la cortina

Chinos y la revolución en Arequipa en 1930

Las calles estaban abarrotadas de cientos de personas que frenéticamente gritaban ¡Abajo Leguía! ¡Ha caído el dictador!, buscando borrar el nombre del mandatario de toda pared o monumento de la ciudad. Los establecimientos comerciales, las oficinas gubernamentales fueron víctimas de la ira de un pueblo que expresaba su libertad con destrucción a la voz de abajo al dictador. 

El pueblo ataco con fiereza los establecimientos de los ciudadanos chinos ya que en su imaginario estos asiáticos representaban al opresivo gobierno que había caído “… por el monopolio que tiene algunos de ellos, de las multas de policía y de la explotación exagerada que han hecho oprimiendo a los pequeños propietarios de establecimientos de cantinas. Los asiáticos han sido unos tiranos para exigir las obligaciones impuestas por la ley del juego y el pueblo, sin distinción alguna los ha atacado”.[1]

La situación se presentó tan crítica que la guardia militar tuvo que custodiar los establecimientos de los chinos, impidiendo el paso por las calles donde estaban asentadas los negocios orientales como la calle San Camilo colindante con el mercado de abastos del mismo nombre.

El reloj de la catedral marcaba las 15:30 horas los grupos de revoltosos recorrían las calles de la ciudad al llegar a Campo Redondo en el barrio de San Lázaro divisaron en una de las esquinas la tienda de abarrotes regentada por un chino; el propietario sabía que corría riesgo “… y en la creencia de que su establecimiento iba a ser asaltado” decidió adelantarse a los revoltosos “salió a la puerta de la tienda y con revolver disparo contra un grupo de hombres” sin medir las consecuencias de sus acciones, había herido a tres personas una de las cuales murió casi inmediatamente.

Los disparos provocaron que la masa se abalanzó sobre él, ingresaron a su tienda; el asiático siguió disparando desde lo alto de su mostrador al quedarse sin municiones lo sujetaron y saquearon la tienda como venganza por las personas heridas.

Fueron mucho los establecimientos atacados por los grupos de revoltosos, sobre todo los chinos, al publicarse el caso del comerciante que disparo al pueblo arequipeño al ser publicado por la prensa escrita provoco la respuesta de su representante diplomático, el secretario de la colonia china en Arequipa Don Guillermo Woshencyow quien envió una carta al periódico Noticias:

“… el comerciante asiático aludido es el ciudadano Eduardo Wong a penas se dio a cuenta de la existencia del grupo de ciudadanos, cerro su establecimiento y se fue a ocultar en le cuarto reservado…Bien sabido es que nosotros, los nacionalistas chinos somos por constitución muy respetuosos y ajenos completamente a todo acto contrario a la propiedad y la vida; por lo cual quisiéramos que esta noble ciudad suspenda su juicio sobre lo ocurrido hasta que los hechos queden suficientemente esclarecidos[2]

Esta crónica nos deja más interrogantes que respuestas si no fue el comerciante Wong ¿Quién disparo’ ¿Tantas personas se pueden equivocar? ¿Por qué después de esta carta enviada por el diplomático chino no se volvió a escribir sobre el asunto?

Solo nos queda mencionar que el odio y el miedo son muy malos guías para las relaciones humanas en cualquier del mundo…

______________________

[1] Noticias 24 de agosto 1930

[2] Noticias 25 de agosto 1930

[3] En este establecimiento de juego se encontró gran cantidad de monedas falsas