Por la recuperación
Según diversas proyecciones, la economía peruana tendrá una fuerte caída en su crecimiento PBI el 2020, las proyecciones son: el Banco Mundial (-12%), Banco Central de Reserva BCR (- 12.5%), y el Fondo Monetario Internacional (-13.9). La caída será mayor a las de los años 1983 (-10,4%) y de 1988 y 1989 (-9,4% y -12,3%).
La ministra de Economía, habla de economía de la solidaridad. Sin embargo, olvida que este tipo de economía entraña peligro; si bien para reducir el número de necesidades hay que transferir recursos, el resultado de manejar mal este tipo de situación (el reparto de los bonos), genera un número mayor de necesitados.
Dicen algunos especialistas que la recesión es bárbara, que estamos en caída libre y la reactivación demorará. La falta de un derrotero es la dolencia que padecemos, carecemos de planificación estratégica, prevención y visión de futuro.
La economía puede mejorar con una política económica de recuperación y reactivación que tenga estabilidad de precios, crecimiento económico del PBI, disminución del déficit fiscal, equilibrio de la balanza de pagos incluye mayor exportaciones e importaciones, mejora de la distribución del ingreso y disminuir la pobreza.
Hay que bajar la incertidumbre política- lo cual pasaría porque el presidente renuncie- para promover una mayor actividad económica, ya que cuando los empresarios observan los interminables escándalos, y malas proyecciones fruto de los modelos econométricos, sienten temor y posponen sus inversiones.
Como afirma Milton Friedman, Premio Nobel de Economía en 1976, la recesión continua y la economía no se recupera, no es por una falla del mercado, sino porque el gobierno reacciona de una forma incorrecta.
Es necesario promover la reforma microeconómica, con medidas técnicas y prácticas que beneficie a las mayorías para lograr mejores precios, y cobertura a través del fomento de la competencia en los mercados y evitar prácticas oligopólicas que por intereses se vienen dando (monopolios y oligopolios legales). Además, se debe regular el mercado para evitar que se beneficien empresarios inescrupulosos, sin más interés que aprovechar las oportunidades de beneficio que ofrece el trabajo mal pagado.
Si nuestro objetivo es reactivar la economía como lo sostenía Robert Lucas, Premio Nobel de Economía en 1995, hay que considerar que las acciones futuras de los agentes económicos: inversión, precios, tasas de interés, tipo de cambio, tributos entre otras variables, son impactadas por lo que esperemos del comportamiento futuro de la economía.
Una interpretación de esa teoría es que “quienes hablan negativamente de la situación económica o donde no se aplica una política económica coherente de mediano y largo plazo, crean expectativas negativas de desconfianza que la empeoran. Por tanto, es importante que los empresarios y líderes de opinión, no hablen mal de la economía, si quieren cooperar a que mejore”.
Para recuperar el crecimiento se requiere la participación del Estado, diferente a la actual. Por tanto, modificar nuestra inserción en la economía mundial, ya que la dinámica económica y los objetivos de empleo y bienestar social no deben ser dejados al libre mercado.
El MEF tiene esa responsabilidad, ya que se ha manejado dando preferencia a la gestión financiera, y austeridad desde su punto de vista de caja del tesoro público y de la inflación cero dejando de lado el bienestar de la ciudadanía. Ha sido realmente más un ministerio de Finanzas que de Economía.
La ministra de Economía, María Antonieta Alva, debe decir qué hará para que el crecimiento sea 10% el 2021, pero sin sostener que eso es lo que da su modelo econométrico, ya que no sería serio manipular las estadísticas en este caso real.
La teoría macroeconómica tiene sus límites y no tenemos una institución que se encargue de impulsar microeconómicamente la inversión privada y pública.
Se debe cambiar al Ministerio de Economía: un ministerio de Finanzas y un Vice Ministerio de Economía en el ministerio de la Producción, que promueva la inversión pública y privada.
Nuestro problema es el carácter inestable del crecimiento que con la crisis de salud pública será mayor.
*Economista