¿Por qué un ecosistema sin hackers está destinado al fracaso?
Hace poco más de un año que desde Timov nos dedicamos a husmear, investigar y conocer lo que se llama el “ecosistema emprendedor” (o innovador o tecnológico o alguna de esas tantas denominaciones) peruano y, de paso, también ir relacionándonos con muchas personas de otros países. Por ello creo que es preciso – y es momento – compartir algunas reflexiones.
“Compadre, ¿tienes algún tigre que pueda hacer esta chamba?”, “Solamente necesitamos algo fácil, de hecho hay plantillas listas”, “Ojo, no tenemos mucha plata pero podemos darle equity”, “Detesto a los programadores, ¡qué se han creído!”: Todas estas son frases que he escuchado en algún momento cuando los que se hacen llamar visionarios, se refieren a los “programadores” de software. Y he aquí uno de los temas culturales que tiene que cambiar en cualquier ecosistema que haya llegado a un punto así.
Todos recordamos a los Beatles ¿correcto?, ¿alguien se acuerda de Brian Epstein? Todos los que vivimos los noventa recordamos a Kurt Cobain y compañía en Nirvana, ¿te suena para algo David Geffen? ¿Existiría el Louvre sin arte para exhibir? ¿Sería posible ir a escuchar a una orquesta sinfónica sin músicos?
Se preguntarán ¿qué demonios hago hablando de música, arte, entre otras cosas si esto es un artículo de tecnología? La respuesta viene con una pregunta sencilla: ¿puede haber arte sin artistas? ¡HELL NO! De ninguna manera, entonces (acá viene otra pregunta): ¿por qué nadie – o muy poca gente – se está preocupando de formar talento en tecnología? Pero si se encuentran –la gran mayoría de instituciones, tanto privadas como públicas– mostrando, exhibiendo, premiando y exaltando la cultura emprendedora peruana.
Venta de humo
Uno de los grandes problemas del ecosistema emprendedor peruano es que se está vendiendo un falso mensaje a la gente: “Si eres emprendedor, tu manejas tus tiempos y eres tu propio jefe”, “Los emprendedores cambiarán el mundo y el destino del país”, “Puedes construir una startup gigante y venderla en millones de dólares”, entre otras cosas. Pero nadie está hablando de que, por cada gran titular o historia de éxito en Silicon Valley (una cultura a la que parece que todos quieren imitar), hay cientos y cientos de fracasos. Toda esta gran venta de “humo” origina que ahora emprender sea una moda, que la gente comience al revés: no debería tratarse de hacer algo por qué vas a ser tu propio jefe, ganar un montón de plata, manejar tus tiempos o vender tu compañía en millones de dólares.
Talento al servicio de la humanidad
Debería tratarse de crear, de remover el orden establecido, de romper cosas (ahí viene el hack), de llevar las cosas a otro nivel. He allí la gran ruptura entre la cultura hacker con la de los emprendedores. Los hackers no están buscando hacerse millonarios: están buscando revolucionar, crear algo que no se haya visto antes, hacer cosas magníficas, llevar a la raza humana a otro nivel… y es allí donde surgen tecnologías y proyectos realmente apasionantes. Alguna vez un buen amigo desarrollador de iOS, me dijo: “hay un proyecto en EEUU que está buscando ayudar a las personas ciegas a leer mediante un aplicativo móvil. ¡Yo ahí trabajaría gratis! Cuando me propongan hacer algo así en Perú, cuenten conmigo”. Y es que el talento de un verdadero hacker está puesto al servicio de la humanidad.
Entonces, ¿deberíamos seguir glorificando exclusivamente a los emprendedores? ¿O deberíamos estar fomentando y buscando mil y un formas de desarrollar talento en tecnología? Otros países (EEUU, Argentina, Australia, etc) ya tomaron cartas serias en el asunto, en el Perú respecto de este tema (salvo contadas excepciones), nada.
Me atrevo entonces a lanzar las siguientes preguntas:
¿Está bien seguir pensando que los “programadores” no tienen mayor importancia en un ecosistema de tecnología?
¿Deberíamos estar aprendiendo de design thinking, innovación, cómo hacer una startup, business model canvas, lean startup? ¿O deberíamos estar aprendiendo código?
¿Podemos crear la próxima gran sinfónica sin músicos?
El reto de la tecnología está planteado: ¿Los peruanos vamos a liderar, o estamos condenados a ser irrelevantes?
*Director de Timov.