El deshonor de la censura
Ha sido patética la defensa que desde el Gobierno se ha hecho de la censurada Premier. Triste también la forma como Jara optó por pasar a la historia. “Es una censura que no merezco”, llegó a decir en la tarde del lunes. Y claro que la merece por no cumplir con su deber de renunciar cuando está en desacuerdo con el Presidente. Su papel constitucional es blindar al Presidente, pero siempre tiene la salida de la renuncia para expresar su desacuerdo. Algún asesor -o quizás un acto de vanidad- le hicieron creer que no debía renunciar. Terminó mostrando que no le interesa su biografía, y se sometió al deshonor de la censura.
Y en otro acto de esta puesta en escena, el gabinete pretendió hacer cuestión de Estado respecto de la censura de Jara. Si fuera gente de honor, no aceptaría quedarse en el cargo de ministro luego de que el Congreso censurara a la Premier. Con la censura, el Parlamento los ha desautorizado.
Lo que debemos celebrar es que el contrapeso de poderes haya funcionado. En cualquier democracia, el espionaje a opositores y a la prensa independiente es severamente sancionado. Aquí, con cinismo, hubo quienes sostenían que era un hecho cotidiano. Puede ser cotidiano, pero fuera de la ley.
Ahora el Congreso debería asumir la tarea de empujar la construcción de un sistema de inteligencia para la democracia. Con los controles suficientes para que estos hechos no se repitan. No se puede dejar la reorganización de la DINI en manos de quienes mal la han utilizado. Y no olvidarse de buscar sanciones ejemplares para todos los que han participado en este accionar mafioso.
*Abogado, periodista y analista político
Diario “Correo, 1/4/15
*Reproducido con la autorización del autor