Votaciones: Siempre en Domingo
No sabemos por qué razón, las elecciones siempre son domingo. Y como estamos en el Perú, tal parece que cada cinco años elegimos presidentes y autoridades como quien lanza una moneda al aire. Sin análisis, sólo confiando en nuestra no siempre infalible percepción y opinión.
Desde que cayó el régimen fujimorista, hemos votado invariablemente por el mal menor. El 2001, García y Toledo (Lourdes Flores quedó eliminada por García, quien dejó el país en escombros en 1990). El 2006, García y Humala, y al ex presidente no le daban crédito, pero su aggiormaniento, viraje y extraordinaria capacidad de persuasión le permitieron ganar frente a un candidato revoltoso y considerado cuasi subversivo.
Cinco años después, y el día en el que se cumplía el segundo aniversario de los hechos de Bagua, teníamos que elegir entre Keiko Fujimori y Ollanta Humala, a cuyos grupos afines se le atribuyeron participación en los hechos.
Luego de estar ocho semanas escuchando insultos, viendo violencia y ataques, en medio de un festival de encuestas, cuyas oscilaciones nos tenían al borde del colapso, sin dormir, nerviosos e irritables, finalmente tenemos un resultado.
Para todo esto, ya habíamos tomado la elección de votar por la hija del ex presidente. Por una sencilla razón: pensamos que era más fácil de controlar que un militar autócrata, más antidemocrático, populista y de temperamento y lenguaje agresivo.
En los últimos 15 días, empezamos a notar que la candidata bajaba en su nivel de intención de voto, explicada por frases matadoras como las de Jorge Trelles y Rafael Rey, falta de actividad (dicen que por recursos), así como por una feroz y eficaz contra campaña. Tal parece que la misa negra de Ollanta Humala, una verdadera sesión de espiritismo le quitaría más puntos, pero no fue así, ni tampoco el transfuguismo tecnocrático. Para no hablar de sus planes: le decían Movistar, porque tenía varios, y ninguno es Claro.
El jueves en la tarde recibimos una llamada anunciándonos que el ex oficial gana por 3 décimas a la hija del presidente: pero otra encuesta le daba más de 2 puntos…
El viernes en la mañana, nos señalaron que había otro sondeo que daba 3… ¡puntos¡ al humalista, pero claro, venía de una encuestadora cuestionada, pero dijimos que sólo sabíamos la de 3 décimas. Y ya sabemos que se pueden equivocar. Nos quedamos con la de 2, quizás para poder dormir.
A las 8 de la noche del sábado nos informaron que la de 2 puntos pasó a menos 3, y había otra de 3 a favor del ex oficial. En la noche, ya dábamos por hecho un triunfo de Humala, encontramos notas de rebote en prensa chilena, argentina, y española. Para alienarnos estuvimos tomando Pisco en la casa de un amigo, y mientras comíamos pescado, analizamos las razones de la derrota de Fujimori.
Temprano en la mañana hablamos con otro colega y nos dijo que no hagamos caso, que las encuestadoras se equivocan, y que la candidata de Fuerza 2011 ganaba por 1.5, aproximadamente.
Posteriormente apagamos el celular y tratamos de dormir. A las 5:30 supimos que Keiko iba ganando, y nos fuimos a pasear al Jockey Plaza, y a decir verdad, la gente que vimos estaba muy tranquila. Al llegar a casa, nos contaron que Humala había ganado, con un aporte de los indecisos, bases apristas enojadas con el gobierno, y un sector de clases medias. En 2 mesas de San Isidro de 500 votantes, los humalistas sacaron más de 80 votos. En otras reuniones escuchamos que decían: "preferimos el salto al vacío que el desague”, desechando la idea del voto utilitario o patrimonial y demostrando en nuestra opinión una falta de cultura política. También había otras personas que pregonaban voto viciado por razones éticas y luego decían: ¿Pero Keiko gana,no?
Prendimos nuestro celular, cenamos y luego nos acostamos. Camino al trabajo encontramos a dos amigas afectadas, a cada cual más, y tratamos de calmarlas. Después de todo, Humala había afirmado en sus primeras declaraciones que iba respetar el modelo de economía social de mercado y promover más inversiones. Ya no era un salto al vacío. Por ahora, por lo menos.