< Detras de la cortina

Telefónica: aumentando las distancias

La compañía debe dinero al Estado, y trata mal a sus clientes. ¿Qué deja? Quizás sea hora de evaluar su contrato, y convocar una licitación para traer a empresas no mejores, sino menos malas. www.eleconomista.pe

Quienes doblamos la esquina, sabemos y hemos vivido las venturas - o más bien desventuras - de la lotería que era tener un teléfono fijo en el Perú. Esperamos 16 años por un traslado que solo se oficializó cuando la paquidérmica empresa estatal - nos cuesta trabajo comprender cómo existen quienes añoran esos elefantes blancos, indolentes, ineficientes y corruptos - como que en aquellos tiempos escuchamos versiones según las cuales se pagaban sobornos por las líneas. Así de claro.

Pues bien, con su privatización, el servicio mejoró, aumentó la conectividad, se inició la “celularización” del país, quizás como una muestra palpable de democratización, y todos en general estábamos contentos. La televisión por cable le daba vueltas a la peripatética señal local, languideciente de recursos, y hasta de ideas.

Pero no todo andaba bien, con el tiempo, TdP o Movistar, como se llame, pese a ser un monopolio vigilado, comenzó a repetir las prácticas de su antecesora, fundamentalmente su indolencia y sus malos tratos, hecho que se producía con frecuencia en lo que se refiere a la telefonía celular, o en general cada vez que un sufrido cliente formulaba algún reclamo.

Esta ha sido nuestra desventura. La empresa ofreció un super modem sin costo de instalación ni de servicio, y lo instaló después de 2 meses más o menos. Cuando lo colocó, a las 3 horas no funcionaba, pese a que el diligente técnico había cambiado el cable.

Lo que ocurrió después ya lo imaginan los lectores. Un familiar mayor llamó repetidas veces, y se enfrentó a una barrera de comunicación y una administrativa. Toda una tortura.

Su programa robotizado y larguísimo, sus ineficaces canales de reclamos, la mayoría de su personal incapaz y de poca educación. Cuando uno reclamaba pretextaban lo que sea, empleando cualquier muletilla, o derivaban a ventas, ponían mil y una excusas, como o si uno planteara una pregunta de metafísica: ¿Cuándo van a solucionar lo de Internet?

Una de sus clichés más reiterados y ridículos es el de “comprendemos su malestar”. No sabemos si lo comprenden o no, pero la mayoría de las veces son incapaces de solucionar el problema que lo origina. Y está el tema de “escalar” reclamos, tickets en línea, y una fraseología barata e inútil creada, al parecer, para ignorar el justo o indignado reclamo de un cliente, que, pese a sus reparos, cumple con la compañía.

Luego de solucionar, tarde, mal y nunca, la conexión a Internet, dejaron la telefonía fija inhabilitada 20 días. Sí, 20 días de reclamos, amarguras, pretextos e incumplimientos o cuando no mentiras, de una empresa que parece tener en su cultura institucional esas directivas. Que actúa así, posiblemente porque se sabe protegida a un nivel muy alto. Impresionante.

Antes habíamos tenido un problema serio y persistente de facturación, que Movistar generó, luego se negó, y finalmente demoró en solucionar. A propósito, su servicio de Televisión por cable, tiene un costo elevado, y un contenido pobrísimo, aún para televidentes con gustos diversos. Por 15 soles, un cliente tiene más en Netflix, y por 0 soles, en Youtube. Abundan señales pobrísimas como Viva TV, Canal de Jockey Plaza, o el canal de la U. Las comedias, policiales, dramas, y películas de estreno están casi ausentes. Como dijimos, le gana apenas por inercia a la señal abierta. Pero con la empresa no es.

Después de 20 días, solucionaron el problema de la telefonía fija. Hoy tienen la inocencia - vamos a decirlo así - de sugerir que recomendemos sus servicios ¿?

Algunos dirán que esto se ocasionó durante el gobierno del expresidente Fujimori. Pero han pasado muchos años y TdP sigue con sus prácticas perniciosas y abusivas.

Debe dinero al Estado, y trata mal a sus clientes. ¿Qué deja? Quizás sea hora de evaluar su contrato, y convocar una licitación para traer a empresas no mejores, sino menos malas.

Telefónica del Perú no acorta las brechas. Las aumenta.