El recordado cineasta nacional Armando Robles Godoy (1923-2010) dijo: “Una buena película no puede contarse, pues al contarla se invalidan aspectos sensoriales y sensuales de una estructura con cualidades y leyes temporales muy distintas a las del pensamiento y el lenguaje cotidiano. La película que puede contarse bien puede quedarse en el papel”. No comparto plenamente este pensamiento. De ser rigurosos con esta afirmación tendríamos entonces que dejar de lado esa innumerable cantidad de películas mal llamadas comerciales con las que la mayoría de nosotros hemos crecido. Esas películas hollywoodenses (en su mayoría) que con toda la gama de emociones posibles nos han hecho vibrar, permitiéndonos un gozo que nos hizo olvidar por dos horas lo ingrato que la vida también puede ser.
No creo que debamos ser categóricos en calificar las películas como artísticas o comerciales, pienso que toda película que es exhibida en una sala a la que uno ingresa al pagar un boleto es una película comercial, y toda película que hace uso de un lenguaje propio como lo es el cinematográfico es una manifestación artística (aunque muchas veces he incumplido este pensamiento y me he dejado llevar por esa categorización que critico líneas arriba).
Sin embargo, no quiero rechazar de plano el pensamiento de Robles Godoy. Es cierto que estamos acostumbrados a ese cine en el que después de unos 10 ó 15 minutos de presentación de personajes, época y lugar, aparece un conflicto con el que el personaje principal tendrá que lidiar por el resto de la película, pero el cine también nos ha dado brillantes ejemplos de ese cine sensorial. Por ejemplo, el cineasta hongkonés Wong Kar Wai es el ejemplo de cineasta sensorial que más me gusta.
Sólo he visto cinco de sus películas, y de las que he visto, es “Deseando Amar” (Su título internacional es “In The Mood For Love”, y su título original, traducido del chino es “La Magnificencia de los Años pasa Como las flores”) del año 2000 la que mejor describe ese cine al que alude el cineasta nacional. “Deseando Amar” nos relata la historia de dos personas que descubren que sus respectivas parejas los engañan con la pareja del otro.
Este hecho los une, compartiendo el dolor primero y luego en ver qué actitud o decisión deben tomar al respecto. Durante este período de encuentros nace entre ellos un amor por el otro que es reprimido, lleno de indecisiones y de arrepentimientos adelantados por una posible consumación de un adulterio entre ellos. Después de que ambos descubren de la infidelidad de sus parejas, son pocos los acontecimientos que ocurren en la pel&
iacute;cula. Es más, los que ocurren son similares y el tiempo que transcurre es difícil de identificar. El cineasta nos niega ver los rostros de los amantes y se centra en los rostros decepcionados y posteriormente miradas reprimidas de los dos personajes principales que por principio, no quieren caer en la misma situación de sus parejas. Son las sutiles pero elocuentes imágenes de la película las que nos transmite el deseo, la frustración. Son las miradas, encuadres y colores las que suplantan de la manera más sublime cualquier habilidoso diálogo al que nos tiene acostumbrado el cine más cotidiano, cuando quiere conducir al espectador a conocer lo que sienten los personajes.
Entre los otros atractivos de esta película y las otras que he visto del cineasta chino está la brillante cinematografía a cargo del Director de Fotografía Christopher Doyle, australiano de nacimiento y radicado en China desde la década de los setenta. Doyle es un cineasta que no sólo se conforma con el uso de los colores, sino también con texturas, con un deseo de dar a cada encuadre el nombre del sentimiento que el director desea expresar. Y qué podemos decir de la música, desde la compuesta especialmente para la película, por el compositor japonés Shigeru Umebayashi (su colaborador en tres películas), hasta su acertado uso de canciones populares en las que destaca su amor por los boleros y mambos (“Aquellos Ojos Verdes”, “Muñequita Linda”, entre otros). Esta película de Wong Kar Wai debe estar en nuestra lista de imperdibles.
*Comunicador Social, Universidad de Lima