Jueves en “La Noche”: Tributo a Black Sabbath y Deep Purple
10:30. Barranco. Como escribimos meses atrás, el Boulevard de Barranco se ha convertido gracias a la inacción de las auroridades, en el Boulevard de la bulla y el escándalo, aunque ahora “pasa piola”. Pero ése no es el propósito de esta nota.
En la entrada de "La Noche", la encargada no tenía sencillo. La música suena aunque son las 11:00 y el espectáculo aún no empieza.
Mob Rulz (así como se lee) fue la telonera de la principal, y arranca el show a las 11:20. El espectáculo comienza con el riff de guitarra, imitando al sonido de Tommi Iommi-quien perdió tres dedos y se hizo dedales con botellas de plástico para poder tocar, y golpe de batería-, pero es la tercera canción “Paranoia”, clásica de Black Sabbath, la que comienza a entusiasmar a los asistentes. Una canción hecha en 15 minutos, a petición de la disquera, por que el álbum era muy corto. Increíble.
La banda en general se desenvuelve bien, pero se espera a Strangers, la principal. Cuando aparece, observamos que el cantante, Mariano Gardella, posee un parecido a Carlos Santana. Sin embargo, tiene las mismas inflexiones de voz de Ian Gillan, quien sustituyó a Ozzy Osbourne, aunque por un breve tiempo, luego que éste fuera expulsado por drogas.
Luego de lanzar su típico grito, empieza con “Woman of Tokio”…she makes me feel, mientras que un batero canoso (Nico Mantani) le da duro a los platillos. Suenan los bajos y el sonido de órgano casi espectral, clásico de Deep Purple.
Mientras nos tomábamos una cerveza el local se llena. “La Noche” es una comunidad de parroquianos, que siempre tiene gente, aunque sea entre semana, el show continuaba, pero es “Perfect Stranger”, con su sonido retumbante, atronador, y tétrico la que arranca aplausos del público, mientras nos acordamos del video ochentero, su reentré,(el 83 u 84), con su LP, todavía de vinilo Perfect Strangers, considerado como uno de los mejores retornos musicales de la historia del rock -en el que los miembros de la banda, cincuentones sin mucha cuerda, juegan una pichanguita-, a diferencia de Woman of Tokio, donde Gillan juega con su cabello, mientras hace unos ademanes afeminados entre risas.
Las imágenes de Gillan y las portadas se alternan con la buena performance del grupo.
En el interín, alguien pasado de copas es expectorado de la sala. Otra persona simplemente se cayó de la silla, se levantó se fue, y en un arranque de actitud, regresó y siguió viendo todo. Como debía ser.
Con “Smoke on the water” la presentación llegó al clímax, y su celebérrima historia es digna de ser mencionada. En un show de Frank Zappa en Suiza, -quien le extraía sonidos a cualquier cosa, y a cualquier órgano del cuerpo que pudiera sonar-, alguien lanzó una bengala al techo, lo que provocó un incendio. Los músicos que para ese entonces estaban ahí presenciaron el hecho. La primera línea de su canción no lo pudo decir mejor: “Algún imbécil lanzó una bengala…”
Posteriormente, cuando se escuchaban los primeros sonidos de “Highway Star”, alguien dijo “Matador”, y escuchando bien encontramos que hay un par de acordes que suenan similar a “Los Fabulosos Cadillacs” la genial banda de Vicentico Fernández. Aunque claro, está en las antípodas.
A estas alturas, la adrenalina del heavy metal había conquistado a la audiencia, y de eso se trata. Potencia, volumen, algo de rabia, y por supuesto, el alarido de éste émulo local de Gillan.
La banderola negra de Strangers evocaba a los homenajeados, una agrupación señera del rock, emblemática del heavy metal, con grandes influencias zeppelianas, y caracterizada por su órgano espectral, su potente batería, y en algunas ocasiones, por crear una atmósfera algo tétrica.
A las 2:30 a.m el show terminó, y la sala quedó raleada. Nos fuimos llenos de energía y contentos, pues pudimos escuchar un buen show que evocaba a uno de nuestros grupos favoritos de rock pesado y que siempre oímos en el MP3. No lo duden.