Geopolítica y disuasión nuclear: una visión internacional
Por primera vez desde que finalizó la Guerra Fría, la disuasión nuclear vuelve a estar en el tablero mundial. Parecía algo del pasado, que se estudiaba «como una reliquia», y, sin embargo, la amenaza del uso de este tipo de armas la trae de nuevo a la actualidad.
Principalmente, a raíz de la guerra de Rusia contra Ucrania, pero la geopolítica expande esta estrategia a otros territorios, como el de las dos Coreas, el conflicto India-Pakistán o el de Oriente Próximo, que dibujan un nuevo escenario sobre el que cabe reflexionar. Así se puso de manifiesto en la mesa redonda «Geopolítica y disuasión nuclear: una visión internacional», celebrada el pasado 2 de noviembre en la sede de la UOC en Madrid. ¿Es aceptable, en el escenario actual, la teoría de la disuasión formulada durante la Guerra Fría y ante una posible escalada del conflicto ruso-ucraniano? ¿Qué papel juegan el resto de actores internacionales? ¿Cómo se ha transformado el orden global?
A estas y otras preguntas trataron de dar respuesta los participantes del mencionado encuentro, presentado por Benja Anglès, subdirector de los Estudios de Derecho y Ciencia Política, y moderado por Daniel Rajmil, profesor lector de los Estudios de Derecho y Ciencia Política, que también actuó como ponente hablando sobre la situación en Oriente Próximo. Lo acompañaron el profesor Dr. Jordi Vaquer, experto en Relaciones Internacionales; la profesora Dra. Gracia Abad, experta en Corea del Norte; la profesora Dra. Ana Ballesteros, experta en el eje India-Afganistán-Pakistán y el profesor Dr. Francisco J. Ruiz, experto en Ucrania y el espacio postsoviético.
Un nuevo orden político en torno a cinco regímenes
Para entender el contexto geopolítico en el que nos encontramos, Jordi Vaquer dibujó los principales escenarios del nuevo orden mundial en torno a cinco regímenes desde el inicio del siglo XXI. El económico, donde “el papel de China en la economía global ha supuesto un cambio absoluto en todo el mundo”; el ideológico, dominado anteriormente por las visiones liberales y que “ahora está ante dos contestaciones: la antiautoritaria de las revoluciones de colores del espacio postsoviético, la primavera árabe, etcétera, y la contestación nacional populista en democracias consolidadas, como pueden ser los gobiernos de Trump, Bolsonaro, Erdogán…”.
El tercer régimen es el normativo-institucional: con países infringiendo sistemáticamente las normas, como China en acuerdos comerciales, o salidas del sistema, como Estados Unidos dejando la OMS o la Unesco. El cuarto régimen es el ambiental. Estamos ante una crisis climática. «¿Qué pasaría si un presidente de Brasil decide destrozar el Amazonas? ¿Es legítimo usar la fuerza para evitarlo?». El quinto y último régimen es el de seguridad, donde a pesar de que continúa la hegemonía militar estadounidense, ha habido un cambio llamativo en cuanto a importación y exportación de armamento. «Países tradicionalmente consumidores de armas hoy son exportadores.
Un ejemplo es el de Turquía o Irán, que venden a otras zonas la tecnología de los drones». Dentro de este régimen de seguridad internacional, Vaquer incidió en el hecho de que «hay un desprestigio de las doctrinas en torno a la seguridad de principios de siglo, y la responsabilidad de proteger o la seguridad humana quedan hoy en un cajón y vuelven temas como el de la disuasión nuclear».
La disuasión nuclear en Asia: Corea del Norte, Oriente Próximo y eje India-Pakistán
¿Qué factores, según la profesora Gracia Abad, inciden en la efectividad de la disuasión? La importancia de lo que se protege, la credibilidad con la que cuenta el disuasor, el análisis coste-beneficio que hacen tanto el disuasor como el potencial agresor ante un conflicto nuclear y algo que para la profesora es especialmente importante, que es «la tolerancia del riesgo en ambos agentes, disuasor y potencial agresor».
Medidas como la disuasión por negación mediante sanciones o cancelación de programas de ayuda, disuasión por represalia, ejercicios militares, amenazas de distinto tipo…, han demostrado no funcionar con aquel país, si bien se han evitado los ataques nucleares. Pero eso no evita que haga gala «de esa proliferación y de compartir secretos nucleares incluso con actores no estatales, como grupos terroristas».
Se suma a ello que los países que se han enfrentado a Corea del Norte (Estados Unidos y los vecinos de aquella, Corea del Sur y Japón), aunque superiores militarmente, no tienen voluntad de hacer efectivas sus amenazas. También juega en contra de la comunidad internacional la alta tolerancia del riesgo del potencial agresor, que es muy elevada, «casi hasta la irracionalidad». Y es que mantener los programas nucleares supone «una garantía de seguridad para el propio régimen» y le permite negociar en condiciones más favorables.
El eje India-Pakistán es otra de las regiones en las que las tensiones entre países han dado lugar a diversas estrategias de disuasión. La doctora Ana Ballesteros explicó que «cuando pensamos en India-Pakistán nos falta un actor, el elefante en la sala, que es China», en el que las fuerzas se equilibran de la siguiente manera: India aspira a ser una potencia no solo regional, sino global, y China y Pakistán le niegan ese estatus. India y Pakistán están sumidos en rivalidades desde su propia independencia en 1947 a raíz del conflicto de Cachemira; sin embargo, opina Ballesteros, «el enfrentamiento entre ambos», a pesar de los argumentos de Pakistán, «es más civilizacional e identitario que el conflicto territorial», por lo que una hipotética solución en Cachemira no aliviaría las tensiones.
India tiene una política de no primer uso de este tipo de armas respecto a Pakistán y también hacia China, pero también de una respuesta garantizada ante una amenaza de alguno de los dos países, en especial de Pakistán, «que supone un mayor peligro porque no ha prometido no usarlas en primera instancia». En ese tira y afloja ambos países tensan la cuerda para ver dónde está el umbral, y donde Pakistán acude a actores no estatales que incluyen grupos terroristas. Por último, la guerra de Ucrania juega un papel importante en la actualidad, ya que ha favorecido un acercamiento de India a Estados Unidos y la ha alejado de un socio del pasado como es Rusia.
Daniel Rajmil expuso las líneas maestras de la situación en Oriente Próximo, donde la disuasión nuclear «ha tenido y seguirá teniendo un papel destacado», y donde hay dos actores protagonistas: Israel e Irán. Israel detenta el monopolio del arsenal nuclear desde que comenzó a desarrollarlo en los años 60 bajo una política de ambigüedad y opacidad. «Israel tiene un papel clave en el hecho de favorecer la balanza nuclear que pudiera haber por parte de otros estados». A lo largo de su historia ha habido «ataques preventivos para evitar llegar a un punto de no retorno» de la tenencia de programas nucleares por otros países vecinos.
Irán, por su parte, lideró junto a Egipto el proceso de desnuclearización de la zona «desde el año 1979, cuando se hizo la primera propuesta de resolución de zona libre de armamento nuclear en Próximo Oriente» mientras prepara su propio programa nuclear: en 2015 la comunidad internacional buscó aliviar las sanciones económicas a Irán a cambio de ciertas restricciones en el enriquecimiento de uranio y plutonio por parte de Irán, y de la monitorización y verificación del cumplimiento de los mecanismos. Pero la guerra de Rusia contra Ucrania ha acelerado el desgaste [de ese acuerdo] que se inició cuando en 2018 Trump decidió unilateralmente sacar a Estados Unidos del acuerdo del P5+1 con Irán, gracias al cual, aun con dificultades, se había mantenido una supervisión sobre este Estado.
«Estamos en un momento en el que el programa nuclear iraní funciona a todo gas», explica Rajmil, ya que Irán ha cambiado su predisposición a colaborar con el Organismo Internacional de Energía Atómica. Se estima que aquel país «esté a solo unas semanas vistas de poseer armamento nuclear», lo cual deja con mucho menos margen de reacción a la comunidad internacional.
El epicentro de la disuasión nuclear actual: la guerra de Rusia en Ucrania
La situación de Rusia en Ucrania y su capacidad para disuadir a la comunidad internacional bajo la amenaza de uso de armas nucleares se explica en parte tras su crisis posterior a la desaparición de la URSS, tal como explica el profesor Francisco J. Ruiz.
Tras la Guerra Fría, el armamento nuclear quedó en manos de la Federación Rusa bajo el compromiso de proteger a las ex repúblicas soviéticas ante un potencial ataque. Llegó la guerra contra Chechenia en los años 90 y se evidenció su debilidad como potencia militar; sin embargo, su arsenal nuclear permanecía como símbolo de estatus, lo que la mantuvo como potencia a tener en cuenta para evitar represalias.
Pero en Kosovo quedó también al descubierto su inferioridad tecnológica frente a Occidente. «A pesar de la resolución de la ONU», indica el experto, «la OTAN decide intervenir en Kosovo, lleva a cabo una campaña de bombardeos con armas inteligentes y es capaz de derrotar a una potencia convencional como Iraq, que tenía supuestamente el tercer mejor ejército del mundo, dotado de material de procedencia soviética y posteriormente rusa».
A partir de este momento, Rusia se empieza a preocupar y, abandonada la idea de atacar con armas nucleares a una gran potencia como Estados Unidos (es decir, abandonada la Guerra Fría) se adhiere al concepto de «escalar para desescalar», es decir, de exhibir su arsenal a menor escala cuando su integridad como país fuera cuestionada o puesta en peligro.
Su plan de modernización militar iniciado tras la guerra contra Georgia ha fracasado: parte de los miles de millones de dólares invertidos se han perdido por la corrupción imperante en el país. En la actualidad y en el contexto de la guerra que libra hoy, ha quedado de manifiesto su inferioridad en tecnologías avanzadas frente a Occidente (que surte de arsenal a Ucrania).
«La situación [del conflicto ruso-ucraniano] es de relativo estancamiento: tras el éxito de la ofensiva ucraniana en la región de Járkov se produjeron esos cuatro referéndums fake» que sitúan a Rusia «en una clara huida hacia delante», pero sobre todo la colocan frente a una de esas causas de uso de arma nuclear mencionadas.
Como conclusión, el profesor opina que «no parece que sea posible una solución negociada», lo que crea una gran incertidumbre. La estrategia de disuasión de Rusia pasa por forzar a Occidente a que fuerce un acuerdo desfavorable para Ucrania.
Aunque los acuerdos de control de armas nucleares siguen vigentes por los pelos, ya que bajo el mandato de Trump estuvieron a punto de desaparecer por su promesa de no adhesión (que sí renovó Biden por cinco años), la amenaza nuclear está ahí, pero Ruiz añade: «La simple explosión de un arma nuclear, aun sin víctimas, debilitaría aún más su posición internacional, llamaría a mayores sanciones y dificultaría su posición negociadora en el futuro».