“El parque de las Leyendas”, hoy
El domingo es un día pesado, pero no tanto como el lunes, es como dice el chiste, largo y aburrido, pero en nuestro caso, es el uno de los pocos días libres que disponemos para hacer algunas cosas, cuando no estamos marmoteando, y al mismo tiempo, tratando de cansarnos lo menos posible.
Hace tiempo que teníamos ganas de visitar “El parque de las Leyendas”, el más importante de la ciudad y uno de los pocos de la país.
Cuando niños, íbamos y nos quedábamos prendados y asombrados con la belleza y lo imponente de algunos animales. A eso se sumaba que vivíamos muy cerca. Era la ocasión propicia para pasear y engreírnos. No recordamos si comíamos algo ahí o si sólo recorríamos “el país” en sus 3 regiones: costa, sierra y selva, y “el extranjero”.
Ya siendo universitarios, nos mandaron a tomar fotos, que hasta poco tiempo teníamos. Era 1989, y no se veía muy bien.
Esta vez escogimos un domingo futbolero, aunque teníamos la esperanza de ver el Argentina-México y el otro, el de Alemania - Inglaterra, por la noche. Llegamos tranquilos, aunque había bastante gente. En los alrededores nos recibió la infaltable informalidad donde se vendían sanguches galletas, caramelos, binoculares, pilas, muñecos y banderines. Se alquilaban cámaras.
Ya adentro, apreciamos un local amplio, con estacionamiento, y a Barney invitándonos a pasar. Ésa era la primera señal que el concepto había variado. Era algo más que un zoológico, algo que confirmamos después. No nos dieron folletos.
Por esta misma razón, una mala señalización, y escasez de guías, entramos por la zona internacional. Vimos un oso pardo reposado, una jirafa mayor, unas bonitas cebras iniciando una especie de ritual amatorio, y los tigres y leones de rigor. No estaban fieros ni vigorosos. No sabemos si por hambre o porque estaban marmoteando.
Los animales además despiden un olor fuerte, y muchos de ellos parecen estar estresados -no nos sorprendería que se encuentren sedados-, sea por que los llaman constantemente o por que les ofrecen comida. Una costumbre que en muchos otros lugares está prohibida.
En esta zona, en general, los animales no se veían jóvenes ni muy saludables, y hábitats como el de jirafa se notaba descuidado. No encontramos un elefante, ni un camello, ni mucho menos un panda (que hay en México y Alemania) o un canguro.
Si mal no recordamos, el elefante murió hace algunos años, y su entierro fue una operación complicada, a decir de la prensa y de su ex gerente, una amiga arquitecta. No sabemos si lo cremaron o dónde acabó la osamenta del paquidermo.
Luego de ese recorrido, pasamos a la Sierra y aquí sí vimos animales mejor cuidados: unas ovejas a la hora de comer, un bello y rollizo aguilucho cordillerano, un guarabana andino, crespo negro, con mirada fija, y cuya dieta consiste en libélulas, insectos y pájaros, y con pinta de carroñero. También observamos un grupo de vicuñas en una amplia área que recreaba “Pampa Galeras”, en Ayacucho.
Como era de esperarse, la selva llama la atención. Juncos y árboles son parte del paisaje. Frente a las jaulas de los margay (unos pequeños leopardos) olía muy bien porque atrás había un puesto de… ¡chicharrones¡
A medida que nos internábamos, veíamos tumultos, jaulas de caña y vidrio, y una choza de palafito.
El oso de anteojos no come y otro descansa -quizá por la modorra del mediodía- en su espacio de tronco y césped. Otro que estaba relajado era el tapir. Los sajinos, esa especie de chanchos, estaban alejados del mundanal ruido.
El minizoo fue de lo mejor: conejos grises y blancos, patos comiendo, guacamayos. El acuario subterráneo se ve los animales por abajo del vidrio. En la costa lo que más nos gustó fueron los pingüinos de Newton, y la ardilla en un festín. Provecho.
Sobre el aspecto de los animales, la doctora Karina Muñoz, una de las doctoras encargadas de la atención de estos ejemplares, en una nota publicada en “El Comercio” (1) nos aclaró algo. "Los monos se lastiman porque hay más machos que hembras, la jirafa, aquel animal tan bello, tiene una artrosis degenerativa. El león, el rey de la selva, tiene 17 años y viven 20. Es decir, está anciano, y Carla una chimpancé de 40 años, padece diabetes." señaló. Son 1600 animales con su historia clínica a los que revisa los dientes, orejas, añade la nota.
Después de disfrutar el minizoo se nos cruzó un caballo marrón mientras una voz invitando a “una rica pollada” hacía insufrible caminar. A propósito de comida, y ya con el hambre haciendo estragos, llegamos a una cafetería con un toldo pobre, una música a todo volumen, sin TV ni mundial. Algo que no se veía sencillo, ni rústico, sino simplemente descuidado, e inaceptable para ser el primer zoológico del país.
Luego de comer un buen pollo a la brasa en un lugar mejor, pasamos por “la rica pollada”, y efectivamente lo era. El ambiente era como el comedor que vimos pero a escala, alguien vendía los boletos, otro perifoneaba, y finalmente encontramos la TV ahí. Era un Goldstar (lo que ahora es LG), de 14 pulgadas con una antena de conejo colocado sobre una mesa. Para aquel entonces, Argentina- México ya iba 3 - 0, y pensamos verlo en casa, con calma.
Antes de terminar, fuimos a la laguna artificial, era bastante amplia, y había cola, pero ordenada, iba en bote y a pedales, con precios de promoción, de uno a cinco soles, la recorrimos a motor sin problemas, pasamos por una gruta. La laguna es nueva, y no hay por qué preocuparse. Si uno se cae, no hay problema, su profundidad es de…un metro.
Una de las cosas que nos gustó es un área verde con mesas para departir, algo parecido al Bosque, y otra área para niños, con un bote de madera, y una piscina plástica, donde los niños entraban en una especie de barco pequeño y a motor. En otras zonas había un tobogán.
Al salir, Barney seguía ahí.
Fue un domingo divertido, aunque terminamos algo cansados. El Parque no está mal, es un espacio amplio, cuenta con áreas verdes, tiene juegos. Pero necesita, en nuestra opinión, mayor cuidado y mejores atractivos en la sección internacional. Quizá se podrían traer animales por convenio, y cuidarlos adecuadamente, para que no mueran como ocurrió con unos camellos traídos de Marruecos por el congresista Luis Gonzáles Posada y también poner un poco de orden en algunas zonas del parque, que se encuentra, lastimosamente, invadido por la informalidad.
Por cierto, los partidos los vimos en casa, pero mejor no decimos nada.
Otro sí: en octubre, y tal vez como parte de su despedida, el ahora ex alcalde Luis Castañeda inauguró el nuevo felinario (¿?) donde el Rey León y otros animales, podrán disfrutar de un amplio espacio para correr y descansar adecuadamente.
(1). “El Comercio”, 10/07/10.