¿El cerco del Castillo?
Luego de ser inducido a la renuncia a la “militancia” de Perú Libre, el gobierno y el presidente Castillo, quedan en una situación más que precaria.
Por un lado, se encuentra libre para reformar el gabinete, y mejorar algo su imagen manchada por los problemas comunes de ineficiencia y corrupción. Por otro lado, el grupo de Vladimir Cerrón puede unirse a la oposición, aún a la más reacia, y generar inestabilidad. Sin embargo, cabe recordar que, si se le ocurriera insistir en la aplicación del Ideario o en la convocatoria de una Asamblea Constituyente, no tiene operadores ni ningún respaldo significativo para ejecutar esas ideas. Más bien, la oposición podría, por simple aritmética vacarlo, luego de parecer que le perdona la vida (que curiosamente no perdona a los ministros).
Sin embargo, esta circunstancia abre también la posibilidad de que, libre del grupúsculo afiebrado de Perú Libre, el mandatario pueda, mientras trata de mantenerse a flote, como hemos dicho, mejorar en algo su gestión, con los que podrían ser sus aliados naturales: Alianza para el progreso, Somos Perú, Acción Popular y algunos por ahí. En suma, aunque no nos guste, esa podría ser una bancada oficiosa y oficialista, puesto que, obviamente, todo gobierno, bueno o malo, de derecha o izquierda, necesita una bancada.
Ahora bien, hasta donde se ha visto, no sabemos si Castillo tomará este rumbo, pues por presiones cerronistas y otras razones se deshizo de sus mejores cuadros, llámese la ex presidenta del Consejo de ministros, Mirtha Vásquez, el exministro de Salud, Hernando Cevallos, y el exministro de Energía y Minas, Iván Merino.
Aparte de esta otra grieta, generada por el investigado y sentenciado Cerrón, están las investigaciones sobre la corrupción en el ministerio de Transportes y Comunicaciones, donde hasta ahora, al mandatario solo se le sindica, y no se muestran pruebas fehacientes de su responsabilidad, sea porque los testigos no aportan lo suficiente, y repiten sus dichos, o porque hay más indicios, y nuestra sesgada fiscalía no quiere complicarle la vida al gobernante.
La presencia de personajes como Pablo Sánchez en esos ambientes no abona en absoluto en tener una imagen favorable de esa institución ante al país, pues se recuerda la actuación timorata y medrosa de su grupo en muchos casos, principalmente vinculados al escándalo de Odebrecht.
En este contexto, todos los peruanos tenemos que soportar un gobierno caótico y errático, por la incapacidad llevada al paroxismo de una serie de aventureros de la política, impulsados por un sistema político desastroso, gonfaloneros que se dan de cabezazos, y personas que votaron en blanco o viciado y hoy se arrepienten, lo cual no significa, para nada, santificar a la señora Fujimori, que, como todos, debería responder, en un debido proceso, por los delitos que se le imputan.
En ese caso, debería haber un cerco fiscal y judicial, repetimos, para todos. Pero estamos casi seguros de que, nadie importante caerá.
Mientras tanto, Castillo está cercado, pero también con una oportunidad de mejorar su situación, pero su alarmante incapacidad hace muy probable que la desaproveche. Corren las apuestas.